La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
Sevilla FC - Valencia CF | Informe técnico
Fue como la noche y el día. El Sevilla de Escudero, Gudelj y Óliver pareció jugar a otro deporte que el practicado en la última media hora –salvo esa prolongación de repliegue intensivo– con la progresiva entrada de los cinco jugadores a los que Julen Lopetegui dio descanso ante el Valencia con respecto al de Valdebebas: Acuña, Fernando, Papu Gómez, Ocampos y Rakitic.
El equipo fue plano, previsible, arrítmico en esa primera hora de juego descolorido, pero en cuanto salieron los buenos, el colectivo dio un paso adelante, o dos, Acuña fue un extremo incisivo, que invitó a Óscar y el Papu Gómez a acercarse al área como interiores; Fernando con sus arrancadas e irrupciones enchufó a En-Nesyri, como se vio en el gol, y hasta los Jesús Navas, Joan Jordán o Koundé elevaron sus prestaciones al tener a su lado a compañeros de más nivel. Todo encajó de repente. Fue bueno para el partido, pero dejó un mensaje rotundo a Monchi para este verano: si el Sevilla quiere seguir creciendo y apretando a los tres grandes dominadores del fútbol español, debe traer media docena de jugadores al menos que eleven el nivel de la plantilla, en la que el escalón entre los titulares habituales y muchos alternativos es de las dimensiones del Gran Cañón del Colorado.
También le hace falta una actualización al programa que maneja Julen Lopetegui para hacer jugar a su equipo, que suele ganar a los que son peores que él –no siempre, claro–, pero al que le falta rock and roll y rebeldía ante los grandes del fútbol para ganar más a menudo ante ellos y no temblar tanto.
La movilidad de Guedes, un jugador de nivel top que poco a poco va recuperando su óptimo nivel físico, desestabilizó el entramado sevillista con algunos controles, arrancadas y zigzagueos. Encontró la ayuda del dinámico Manu Vallejo y tras el descanso, el Valencia incluso dio un paso adelante y le perdió el respeto al Sevilla al comprobar en la primera cuán inocua era la propuesta de los de blanco. Sobre todo fueron a probar los levantinos por el costado de Escudero, que estaba además amonestado.
Salió del apuro el Sevilla con los cambios. El peso específico del once ya desplazó el juego al área de Cillessen.
Con el once que dispuso Lopetegui, tan marcado por las rotaciones, era vital que Óliver Torres y Óscar Rodríguez, éste desde la izquierda, batieran líneas e imprimieran dinamismo al juego. También Joan Jordán por dentro o Suso partiendo desde la derecha, como suele. Pero nada de eso sucedió en la primera hora de partido. Las piezas se perdieron en un artificioso y hueco juego de toques insulsos de un lado a otro. Uno de los vicios de un equipo con muchas más virtudes que defectos. Por eso va camino del récord de puntos y por eso se metió en Champions con la gorra. Con Papu, Acuña y Fernando, todos pisaron zonas calientes.
El combustible es escasísimo, pero sus recursos siguen vigentes.
Esa hora de fútbol hueco.
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