Jesús Alba
Cuando el reloj se pare
En dos partidos en casa, Getafe y Valladolid, Peque, un debutante en Primera, se ha ganado el respeto de un sevillismo ansioso por agarrarse a algo. El joven futbolista (Hospitalet, 04-10-2002) es una de las apuestas más fuertes de Víctor Orta, un fichaje que ha significado la mayor inversión en una planificación de recesión económica, pues costó 4 millones de euros, lo mismo que Agoumé, si bien en su caso el Sevilla es propietario al cien por ciento de sus derechos federativos. Fue el precio de su cláusula de rescisión, a la que se agarró el Racing de Santander después de su eclosión como segundo goleador de la Segunda División la pasada temporada tras Braithwaite (22 frente a 18). Su rol es el de delantero, si no como 9, como segundo punta. Pero ha mutado a creador de juego.
En realidad, Peque ha jugado en el Sevilla de García Pimienta de casi todo y apenas algún rato como falso 9. En Vitoria, el técnico barcelonés optó por él para el extremo izquierdo y el experimento no pudo salir peor. El menudo futbolista se perdió en la banda, porque lo suyo no es la potencia ni el desborde, sino la habilidad y la visión de juego. Como mediapunta, en el rol que supuestamente iba a ser para Sow o para Saúl, sí está sacando el talento que tiene y que lo ha llevado a debutar en la élite. Ahora, con los dos mediocampistas mencionados lesionados, Peque aparece como una urgente solución para una medular sin apenas creatividad.
Frente al Valladolid cantó su primer gol en Primera División, si bien Santana Pulido se lo anotó a David Torres en propia puerta. Pero Peque lo hizo todo para hacerse merecedor de ese tanto y así lo cantó a los cuatro vientos de Nervión. Realizó dos remates antes de cantar bingo en una jugada rocambolesca.
Pero no sólo eso. Actuando de 10, de mediapunta, se ofreció de espaldas para darles continuidad o profundidad a los ataques. Y terminó con buenas estadísticas ofensivas. Según la web Whoscored, fue el futbolista del Sevilla que más acierto en el pase tuvo (95,2%) sin contar a los que salieron en el minuto 90. Y el que más pases clave dio, tres, y el que más disparó, cuatro veces, en este caso junto a Iheanacho y Valentín Barco, aunque los remates de Peque llevaron mucho más peligro. Hein le hizo un paradón en un gran movimiento de área antes del que hizo Ejuke, que se benefició de la presión conjunta del catalán y Gudelj en la zona de los tres cuartos.
Es ahí donde Peque tiene su sitio, no escorado a ninguna banda. Al contrario que Suso, al que le gusta partir desde la derecha y que ya ha vuelto para dotar de creatividad al urgido Sevilla con similares características, con ese fútbol afilado que sólo ven los privilegiados.
Desde ahí ya demostró contra el Getafe que puede aportar visión, regate, tesón, perseverancia, combinaciones... y brega con centrales que le sacan mucho cuerpo. El contraste con la relativa laxitud de Iheanacho, otra apuesta de Orta que está decepcionando pese a sus dotes técnicas, es más que evidente...
El físico es su inconveniente. Peque no es un futbolista con físico de élite, apenas mide 1,72 metros y en cualquier empellón es echado de la jugada. Pero ahora mismo, ante la orfandad de creatividad y piezas que hay en la medular sevillista, es un incipiente héroe, sutil y menudo, en medio de la tormenta.
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