Jesús Alba
Cuando el reloj se pare
Sevilla - Borussia Dortmund | La crónica
Los adjetivos para calificar al Sevilla 2022-23, al mal equipo confeccionado por Monchi, José Castro, José María del Nido Carrasco y entrenado por Lopetegui, se agotan. Es complicado hallar las palabras adecuadas para el desastre con el que se retroalimentan la entidad, la organización en las palabras de los propios protagonistas, y el equipo sobre el césped, pero en esa búsqueda de una definición adecuada aparece la peor de las circunstancias en esta vida. Este Sevilla del adiós de Lopetegui ya provoca pena y eso es lo más lacerante para todos los suyos, el colmo del dolor.
Porque el Sevilla trata de rebelarse contra las circunstancias durante los partidos, busca la manera de enderezar una trayectoria absolutamente decadente que parece no tener fin en medio de una frustración permanente, pero al final se cae de manera estrepitosa por culpa de sus propias carencias. Es una incapacidad absoluta, una sensación de impotencia que parece no tener remedio ni con Julen Lopetegui al frente de la plantilla ni, probablemente, con el mejor entrenador que pudiera existir sobre universo balompédico.
Ojo, se utiliza de manera consciente el adverbio probablemente, porque el fútbol siempre guarda algunas sorpresas. Por ejemplo, el Atlético hundido con Gregorio Manzano que se recompuso con Diego Pablo Simeone y que fue capaz de enderezar el rumbo cuando nadie daba un solo euro por esa posibilidad. Por eso no se puede cerrar la puerta de manera categórica, siempre existirá la posibilidad, por muy remota que ésta sea, de que pudiera producirse un punto de inflexión con la llegada de un nuevo técnico, sea Jorge Sampaoli o quien sea.
Este Sevilla no sólo tiene mil maneras de caer derrotado, también las tiene de hacer el ridículo
Este Sevilla tiene mil maneras no sólo de caer derrotado, sino, también, de hacer el mismo ridículo sobre el césped que viene protagonizando en los despachos con sus dirigentes. Esta vez sólo tardó seis minutos en empezar a cavar su fosa. Ya en el minuto 3 Süle tuvo un remate en solitario y poco después se iba a comprobar la endeblez defensiva con un cambio de juego de Bellingham aprovechando las facilidades de Rakitic que tampoco era bien protegido por Jesús Navas. El veterano capitán no llega a despejar de cabeza y Guerreiro llega con una tremenda facilidad para marcar con la izquierda.
Julen Lopetegui, en la que fue su última alineación como entrenador sevillista, había apostado por partir con tres centrales, dos de ellos los pipiolos José Ángel y Kike Salas y en el cierre un Gudelj que se buscó la tarjeta nada más comenzar y que después se llevó todo el partido siguiendo con la mirada la llegada de todos los delanteros del Borussia Dortmund. En los carriles aparecían Jesús Navas y Alex Telles, con un rendimiento muy diferente en favor del brasileño completando una línea de cuatro centrocampistas con Joan Jordán y un Rakitic incapaz de seguir el ritmo competitivo de un partido de este nivel.
En-Nesyri se mató a correr, incluso marcó un gol, pero falló uno increíble en el minuto 9 en un gran pase de Joan Jordán
Arriba, Isco y Suso eran los acompañantes de un En-Nesyri tan generoso en sus esfuerzos como ineficaz en sus remates. Porque tuvo el empate bien prontito en un estupendo pase de Joan Jordán que dejó al marroquí completamente en solitario y con el balón a huevo para empalmarlo a la red. Golpeó sin confianza, a asegurar, y estrelló la pelota en el cuerpo de Meyer por dos veces.
Se le había escapado la primera oportunidad. Después llegaría otra en un cabezazo picado de Isco e incluso uno más de En-Nesyri antes de que se produjera la primera polémica en un espantoso posicionamiento defensivo de todo el Sevilla que acaba con tres jugadores del equipo alemán arrancando desde el centro del campo absolutamente en solitario. Fue polémica la posible expulsión de En-Nesyri, pero el VAR halló un plantillazo salvador de Adeyemi a Jesús Navas para deshacer la expulsión.
El paupérrimo nivel físico del suizo le dejaba un auténtico latifundio a Bellingham para que se moviera sin oposición
El Sevilla siguió vivo durante algunos minutos, aunque el latifundio que concedía Rakitic ante Bellingham era un magnífico generador de llegadas claras hasta Bono. Pero el equipo de Lopetegui salió indemne hasta que En-Nesyri pudo marcar el empate en un espectacular remate picado que provocó un verdadero paradón de Meier. Después también la tuvo José Ángel en un córner tocado en el primer poste por Kike Salas y que dejó a su compañero del filial absolutamente en solitario casi en el área pequeña.
Pero no fue gol y lo que sí llegaría después antes del descanso serían dos tantos de los alemanes. En el primero dejaron entrar a Bellingham como Pepito por su casa hasta un remate cercano; en el segundo, tercero de los suyos, disparaba en solitario Moukoko, respondía Bono con una gran intervención y el rechazo le caía absolutamente en solitario a Adeyemi para la sentencia definitiva.
El dolor era profundo ya para todos los sevillistas, que sufrían con un equipo que protagonizaba su enésima actuación esperpéntica. Lopetegui sacó a los argentinos Lamela y Montiel, éste con orgullo, y el equipo al menos mejoró, fue capaz de anotar un gol incluso a través de un cabezazo de En-Nesyri y llegó a rozar el segundo, pero era imposible. Brandt marcó el cuarto absolutamente en solitario.
Lopetegui se marchó más ovacionado que casi en toda su etapa como entrenador sevillista, pues el título lo consiguió a puerta cerrada
Y desde ahí hasta el final el quiero y no puedo de los futbolistas, pero sin transmitir jamás que tenían opciones de competir. Todo sucedía mientras la grada dictaba sentencia con sus cánticos y también con el homenaje final hacia la figura de un Julen Lopetegui que era más ovacionado que casi nunca como entrenador del Sevilla. El técnico vasco se lo merecía por su trayectoria y derramó unas lágrimas sinceras por la impotencia de saberse destituido antes de comenzar el partido.
Lo que ya no fue tan lógico fue ver por allí a Monchi igual de compungido y dándole un cabezazo cariñoso a Lopetegui. Está muy bien no dejar solo en esas circunstancias al entrenador, al amigo incluso, pero, de verdad, ¿piensa el director general que no tiene ninguna responsabilidad en la precipitada salida del entrenador? La p con la a, PA...
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