El penúltimo reto de Manuel Pellegrini reposa en los derbis

Sevilla/Los béticos pueden alegar, con toda la razón además, que Manuel Pellegrini ganó el derbi que tenía que ganar, el duelo a muerte, que no a primera sangre, que se libró en dos capítulos en enero de 2022 y que abrió de par en par a los verdiblancos el camino hasta la gozosa final copera de la Cartuja, en la que el canterano Juan Miranda hizo explotar de júbilo a su gente.

Pero el Ingeniero, que ya puede ser considerado como uno de los tres o cuatro entrenadores más importantes en la historia bética, aún mantiene una mancha demasiado vistosa en la solapa de su americana. No haber derrotado una sola vez al Sevilla tras cuatro Ligas disputadas, con ocho partidos, la mitad en Nervión y la otra mitad en Heliópolis, es un baldón para un preparador admirable, que ha dado al Betis, a todo el Betis como club, una estabilidad inaudita en su convulsa y singular historia. Su equipo funciona como los mejores relojes suizos, esos que tienen un precio de cinco cifras y que se venden en las muy exclusivas tiendas de lujo de París, Londres o Moscú: en sus cuatro campañas precedentes, se ha movido en torno a los sesenta puntos. No falla. Le suele ganar a los que son peores, pero le cuesta mucho derrotar a los que son mejores.

Pero ahí surge el asterisco. La cuestión. ¿Ha sido el Sevilla mejor que el Betis en las dos temporadas precedentes? La infalible prueba del algodón dicta que no. Que los heliopolitanos fueron un equipo más regular y sólido. Por eso acabaron por encima en la clasificación, por mucho que los de blanco, al final de la 22-23, renovaran pasaporte para la Champions por su inopinado título de la Europa League en Budapest.

El Betis de Pellegrini le gana casi siempre a los que son peores. Hasta que se ha topado con el Sevilla. Tampoco perdió en estas dos últimas Ligas: 0-0 y 1-1 en el Ramón Sánchez-Pizjuán, y 1-1 y 1-1 en el Benito Villamarín. Pero ya es hora de que un entrenador del prestigio y la carrera de Pellegrini se quite esa mancha y que su figura quede sin mácula alguna en la historia verdiblanca.  

En sus dos primeras temporadas al frente del Betis, Pellegrini se topó con un Sevilla superior, asentado como cuarto mejor equipo español, como así reflejó las clasificaciones de la Liga 20-21 y 21-22. En el derbi de Nervión en la primera de esas campañas, a puerta cerrada por el Covid, En-Nesyri decidió con un gol de habilidad (sí, de habilidad) salvando la precipitada salida del portero Joel Robles con un ajustadísimo tiro, casi sin ángulo, con la pierna derecha (sí, la pierna derecha).

En la campaña siguiente, la 21-22, saltó a la yerba un Sevilla muy dolido por la referida eliminación copera ante el eterno rival y devoró a los futuros campeones de Copa en la primera mitad, resuelta con los goles de Rakitic de penalti y Munir. Canales acortó de falta directa ya muy al final.

En las dos últimas visitas al coliseo nervionense, el Betis ya tenía las ideas más claras que un Sevilla irregular, convulso. El 22 de mayo, a días de final europea ante la Roma, José Luis Mendilibar dispuso un once condicionado por la misma, pero tampoco aprovechó el Betis tal ventaja y a punto estuvo, incluso, de perder el pulso tras la expulsión de Miranda por su patada a Jesús Navas.  

Ya el año pasado, en la jornada 13ª, los béticos tampoco aprovecharon el estado de gracia de Isco y el desastre táctico del Sevilla de Diego Alonso. Los blancos habían prescindido ya de José Luis Mendilibar y la extravagante contratación del inexperto preparador uruguayo no le había traído nada bueno a los sevillistas. Los de verde –curiosamente, repetirán esa misma vestimenta de la pasada temporada esta tarde– fueron mucho mejores, pero les sobró indefinición rematadora y aquel obús de Rakitic indetectable para Fran Vieites.

La paradoja sigue latente: Pellegrini hace que el bético duerma tranquilo cada noche, pero en los derbis algo pasa siempre que acaba en frustración. Cuando no es una torpe expulsión de Guido, son dos seguidas, de Fekir y Borja Iglesias. Cuando no es una empanada mental colectiva, como en aquel derbi en Nervión que acabó 2-1, es la súbita lesión de Bakambu cuando ya enfilaba a Nyland para hacer el 2-0 en el último duelo disputado. 

Un dato revela el contraste entre la estabilidad bética y la tempestad sevillista: en el tiempo que Pellegrini dirige a los verdiblancos, han desfilado ya por el banquillo de Nervión seis entrenadores: Lopetegui, Sampaoli, Diego Alonso, Mendilibar, Quique y García Pimienta.

Pero los blancos encadenan once partidos de Liga sin perder con el Betis, con seis victorias y cinco empates. Demasiada la espera para los béticos. Y para Pellegrini. ¿Será en este derbi de tanto regateador?