La película acabó igual que empezó
Desde mi córner
La obligación de ganar le cortó las alas a un Sevilla que quiso, pero nunca pudo con el rival
Todo acabó como empezó, de mala manera y con el Salzburgo, un donnadie en el concierto continental. El Sevilla se va anticipadamente del primer torneo continental y regresa al suyo, a la Liga Europa, y se va por su mala andadura en un grupo que hacía feliz al sevillismo cuando salió del bombo. Anoche, en la falda de los Alpes y con el termómetro bajo cero, tenía que ganar y lo cierto es que eso ni lo rozó en ningún momento.
La obligación de ganar parece que le puso plomo a los gemelos de los de Lopetegui y ni siquiera la barahúnda de sistemas que empleó el vasco hizo que se impusiera a un equipo que es lo que es, pero que va a ocupar la plaza que estaba destinada para el Sevilla. Sólo un triunfo en los seis partidos librados a través de una fase que empezó con mal pie aquella noche de penaltis a granel en Nervión, precisamente contra su ejecutor en el partido último.
A través de noventa minutos de mal juego por ambas partes y de poquísimas ocasiones de gol, el Sevilla quería sin poder ante un equipo que parecía no creer que pudiese desbancar al Sevilla en esa carrera Champions. Una ocasión clarísima que Munir mandó al larguero fue la única manifestación en ataque de un Sevilla con más corazón que cabeza. Sólo tenía a Ocampos como elemento que intimidase al rival, pero los deseos del argentino no eran suficientes.
En el segundo tiempo todo fue a peor, ya que muy pronto se produce el gol local para que Lopetegui cambie el dibujo y vuelva a cambiarlo cuando Jordán se autoexpulsaba a media hora del final. A partir de ahí, la suerte estaba echada, ya no hubo que contar algo que mereciese la pena, los austríacos le dieron el campo al rival y el partido transcurría entre los deseos sevillistas y alguna escaramuza local. Tenía que ganar el Sevilla y ni siquiera empató, conque a la Liga Europa.
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