Jesús Alba
Cuando el reloj se pare
Las Rozas-Sevilla | La crónica
En un partido con todos los aditamentos propios de estas sórdidas eliminatorias iniciales que regala el actual formato de Copa, el Sevilla cumplió el trámite sin el menor brillo, también sin el menor motivo para que su afición se ilusione, y aguardará al siguiente rival en un torneo donde, si no eleva bastante el nivel, se irá a la cuneta más pronto que tarde.
Necesitó un autogol del central Luis Enrique en el minuto 40 para despejar su pase. Hasta entonces, no había rematado a la portería de Las Rozas Club de Fútbol. Una película terrorífica. Propia de Halloween. Pesadilla en Las Rozas. Tras el descanso, lo propio de estos oscurísimos duelos en las catacumbas: el animoso anfitrión se cansa, se abre y la sentencia llega casi sin querer, por pura inercia, porque no puede suceder otra cosa. Porque hay cosas que no pueden pasar y además son imposibles.
Porque casi sin querer marcó Iheanacho sus dos goles, en dos fáciles golpeos del balón a la red. Ni siquiera esos dos tantos del nigeriano, que hacía once meses que no marcaba un tanto oficial, conforman una noticia que pueda alegrar las pajarillas del sevillista: su nivel físico es impropio y cualquier defensor de Primera, de Segunda incluso, va a esgrimir más vigor en la pugna y se va a llevar la pelota.
La primera parte que perpetró el Sevilla fue indescriptible. Hiriente para todo aquel que respire en sevillista. El nivel del juego fue ínfimo. Lejos de tomar altura en alguna jugada diferencial, para marcar la distancia entre un equipo de Primera y otro cuatro categorías inferior, se movió en una profundidad abisal. Ni rastro de luz. Con apuntar que el portero local, Herrero, no recibió un solo tiro en 46 minutos está todo dicho. Se fue el Sevilla a vestuarios para descansar y ganaba porque un central de azul se hizo un autogol. Sí, los de rojo se fueron al intermedio ganando con lo mínimo concebible.
Xavi García Pimienta hizo lo que tenía que hacer a la hora de componer su equipo inicial. El problema es que los encorbatados que se acercan a la ciudad deportiva a ver entrenar al equipo y a hablar con sus móviles no han hecho lo que tenían que hacer. Y el desempeño de los diez jugadores de campo fue en muchos casos ominoso.
El caso más flagrante de ese primer acto fue Montiel. No quiso saber nada del partido y hasta hizo alguna falta irresponsable, como la que acabó en un peligroso tiro de los madrileños, al poco del 0-1. De hecho, fue el lanzamiento más potable de la vergonzante primera mitad. Y lo hizo, sí, un jugador de un equipo de la quinta categoría nacional.
Por delante de Montiel, Idumbo era puro temblor, no encaraba jamás, no se reivindicó, y si forzó el gol, fue porque se encontró con todo el pasillo derecho, el pase adelantado de Juanlu e Iheanacho pidiéndola, solo, en el segundo palo. Muy complicado no verlo. Idumbo no lo hizo bien, para variar. Estrelló el balón en el defensor, pero éste metió la pierna mal, golpeó el balón hacia su portería y como el guardameta Herrero salió para intentar tapar el pase a Iheanacho, la pelota se coló en la jaula.
El único que trató de mirar a la portería contraria con ciertas ganas en la primera mitad fue Peque en alguna maniobra entre líneas. Pero al final, todo quedaba en un vano intento. Cuatro veces buscaron los de rojo chutar, al menos, pero sin visos de peligro y en tiros siempre bloqueados por alguien de azul.
El segundo acto también deparó algo más de intensidad colectiva con los cambios. Tras la entrada de Kike Salas por Marcao en el intermedio, ingresaron en la hierba Isra, Pedro Ortiz y Collado, que al menos le pusieron más ganas, sobre todo el primero por la derecha. Había que meter una marcha más larga alguna vez y eso fue lo que hizo Juanlu, por una vez, cuando vio un pasillo expedito por la izquierda. Iheanacho metió el pie como pudo entre las piernas del defensor para enviar la pelota a la red con mansedumbre (61’).
Ya en el minuto 79, otra voluntariosa incursión de Isra por la derecha acabó en una situación muy ventajosa de Peque para fusilar dentro del área, la malogró y el rebote le cayó a Iheanacho, que volvió a marcar a placer. Ni ese segundo gol presagió algo bueno. Si acaso, por escribir algo positivo, emergió el portero Álvaro Fernández para sacar dos complicados balones bombeados en dos minutos, 63 y 64. Y ya.
Xavi García Pimienta va a seguir con sus rotaciones masivas en la Copa. Y como el nivel sea el nivel abisal de Las Rozas, el camino copero del Sevilla será más corto que un fandango.
0 - Las Rozas: Álex Herrero, David Gómez, Luis Enrique, Mese, Alberto Moreno; Borja (Rober, m.58), Velasco (Escolano, m.46), Losada (Bernal, m.84), Quivira (Varo, m.75); Joselu y Lagreca (Juanito, m.58).
3 - Sevilla FC: Álvaro Fernández; Montiel, Ramón Martínez, Marcao (Kike Salas, m.46), Barco; Agoumé; Juanlu (Pedro Ortiz, m.65), Sow (Collado, m.76), Idumbo (Isra, m.65), Peque (Pedrosa, m.84); e Iheanacho.
Goles: 0-1, m.40: Luis Enrique. 0-2, m.60: Iheanacho. 0-3, m.78: Iheanacho.
Árbitro: Pablo González Fuertes (asturiano). Amonestó a Escolano y Pedro Ortiz.
Incidencias: Encuentro de la Copa del Rey disputado en el Polideportivo Dehesa de Navalcarbón ante 5.500 espectadores. En la previa se entregó una placa a Jesús Navas, jugador del Sevilla, y se guardó un minuto de silencio en memoria de los fallecidos por el temporal que ha azotado a la zona este y sur de España.
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