MEDIO MARATÓN 2025
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Un paseo de la Buhaira a la Judería

calle rioja

Como Triana, lo aglutinan un puente, toreros y una hermandad

10580145 2025-01-25
Un paseo de la Buhaira a la Judería

José Javier Ruiz (Sevilla, 1964) es pediatra y al niño que lleva dentro vuelve en cada uno de sus Callejeos. Así es como llama a sus incursiones detalladas y muy detallistas por los diferentes barrios de la ciudad. “Yo me crié en Heliópolis, que entonces era extramuros. Y puede que por eso surgiera el gusanillo de conocer el casco antiguo de Sevilla, que entonces era para mí algo alejado y desconocido”.

Como Triana, lo aglutinan un puente, toreros y una hermandad

Empezó con un Callejeo por San Lorenzo y San Vicente, con prólogo de Manuel Jesús Roldán y ahora ha presentado en la casa-hermandad de San Bernardo su undécimo Callejeo, San Bernardo y la Puerta de la Carne. Por medio, el atlas urbano del doctor Ruiz, nacido el año de la coronación de la Macarena y el gol de Marcelino a los rusos, incluía expediciones por San Nicolás y San Isidoro, Triana, Macarena y la calle Feria, el Arenal, el Barrio de Santa Cruz, Santa Catalina y San Esteban.

Desde la Buhaira, con su nombre moro, hasta la Judería. No cabe más ecumenismo en un recorrido por las calles de Sevilla. En su viaje hasta la iglesia de San Bartolomé, en el corazón de la última judería, que es el itinerario que hace en su último Callejeo, se ha hecho acompañar de dos prologuistas de excepción, Javier Gómez, hermano mayor de la hermandad de San Bernardo, y Paco Robles. “Cuando leí su libro El niño del Callejón, donde cuenta su infancia en el callejón de Dos Hermanas, en una casa de vecinos que ahora es del duque de Segorbe, pensé que era la persona idónea para acompañarme”. Lo visitó en su casa de San Juan de la Palma, le dio un libro y Paco Robles vio que el autor invertía su propio destino de la Judería a San Bernardo.

Los primeros Callejeos los publicó en Guadalturia, la editorial de José María Toro. Su muerte convirtió a José Javier Ruiz en hombre-orquesta de la Galaxia Gutenberg: es autor de los textos, las fotografías, la edición y la maquetación.

Los años del charleston, la mítica década de los veinte, fue el esplendor del barrio de San Bernardo. En 1921 nace Pepe Luis Vázquez, el torero más mimado por la afición de Sevilla; en 1922 se inaugura el Parque de Bomberos, obra de Juan Talavera; y en 1924 el puente de los Bomberos o de San Bernardo. El año que nace Pepe Luis es asesinado el político Eduardo Dato que da nombre a la calle que separa las dos mitades del libro, San Bernardo y la Puerta de la Carne. En 1929 se termina el mercado de la Carne hoy abandonado.

San Bernardo es como una Triana que hubiera cruzado el puente para quedarse en Sevilla. Un paralelismo en el que insistía Benito Mas y Prat en su libro La Tierra de María Santísima y que tiene en el puente, los toreros y la hermandad que aglutina al barrio elementos nucleares para hermanar ambos barrios a uno y otro lado del río. A Triana le dedicó dos Callejeos con prólogos de Ángel Vela y José María Rubio, médico como él y pregonero de la Semana Santa de Sevilla.

“Este libro no es una guía turística ni para forasteros. Es una obra para curiosos con letras mayúsculas”, dice José Javier Ruiz. En sus Callejeos siempre se encuentra algo que no está en las guías oficiales o los manuales de aprendices locales de Richard Ford. “Como Triana, en San Bernardo hubo una diáspora de vecinos que se marcharon y vuelven cada Miércoles Santo para ver a su Cristo y a su Virgen. Me cuenta el hermano mayor que se suelen poner junto a las casas en las que vivieron antes de irse”.

Santiago Montoto sentía predilección por la Puerta de la Carne. Escribía en Esquinas y conventos de Sevilla, en cita que reproduce José Javier Ruiz, que en este lugar “se unen, sin estridencias, la Sevilla que fue y la que ahora alienta”. La que fue podrían representarla la estación de ferrocarril con la que acabó la Alta Velocidad, la de Cádiz o San Fernando, o la incertidumbre del mercado de la carne, una joya de la arquitectura regionalista. También uno de los lugares más misteriosos incluso en su nomenclatura. Por algunos vecinos, le llegaron historias del colegio Paterri, en la calle Ancha. Siendo de la misma época que los Altos Colegios que inauguró la reina María Cristina con un Alfonso XIII niño en Resolana esquina con la calle Feria, cerró hace muchos años. También debía estar en un alto contra las inundaciones. “Lo de Paterri debe venir de Parterre al que se asomaban en el patio”. Le han contado que muchos vecinos se llevaban sillas de playa al patio del colegio para improvisar un palco de Semana Santa desde el que ver a sus titulares cada Miércoles Santo.

El libro es tan reciente que el autor incluye fotografías de la exposición sobre los Machado que el jueves se inauguró en Burgos y sirvió para abrir al público como nuevo espacio cultural la Real Fábrica de Artillería. La misma donde se fundieron los leones de las Cortes. “Las réplicas de los modelos están en Capitanía, en la Plaza de España”. El comisario de la exposición, Alfonso Guerra, pasó sus años de infancia en la calle Rastro, junto al cuartel que hoy es sede de la Diputación de Sevilla. “El nombre del Rastro procede de que allí se vendían los despojos del matadero”, dice el autor del libro.

Como tantos toreros de su época, Pepe Luis Vázquez aprendió a torear en la escuela más natural, la cantera, que eran los mataderos, aunque en este mismo barrio el rey Fernando VII creó la primera Escuela Taurina de Sevilla. “No creo que Pepe Luis empezara a torear en el matadero de San Bernardo porque nace en 1921 y lo cierran antes. Tuvo que ser en otro”. Probablemente en el del Cerro del Águila, el barrio de dos toreros de postín, Diego Puerta y Salvador Távora hasta que se cortó la coleta en Palma de Mallorca cuando un toro cogió mortalmente a Salvador Guardiola.

El recorrido de José Javier Ruiz termina en la iglesia de San Bartolomé, cerca del callejón donde descubrió el mundo Paco Robles, de La Carbonería de Paco Lira y de la casa-palacio donde en 1627 nace Miguel Mañara, que siglos más tarde dio nombre a un colegio en el mismo edificio.

El puente de San Bernardo tuvo más suerte que el de San Benito cantado en las sevillanas por Pascual González. El autor rinde tributo al costalero de San Bernardo José Portal muerto en la Semana Santa de 1986 cuando iba bajo las trabajaderas del Señor de la Salud.

Y a los bomberos Francisco Rivero Pérez y Joaquín del Toro Anta que perdieron la vida el 27 de julio de 1968 intentado extinguir el incendio en los Almacenes Vilima. El autor del libro conoció el Parque acompañado de los bomberos Manuel Lancharro y Paco Gómez Neira.

En San Bernardo nada se crea ni se destruye. La estación de ferrocarril cerró y en sus andenes se instaló provisionalmente el mercado de la Carne, que en 2017 estrenó sus nuevas dependencias en el edificio ferroviario. José Javier Ruiz no se priva de preguntar: lo mismo en una farmacia que en una ferretería, en una iglesia que en la taberna El Miguelete, nombre de los uniformes que llevaba un cuerpo de soldados adiestrados para combatir el bandolerismo.

De San Bernardo a la Judería. Un paseo con arte, porque en la iglesia de ese nombre está enterrado el titular del arte de Cúchares, un torero del barrio que murió en La Habana y no por asta de toro. José Javier Ruiz ya prepara el duodécimo de sus Callejeos. Lo titulará El Prado y la calle San Fernando. El corazón de la Exposición Iberoamericana de 1929. Un libro que será muy útil para conocer mejor el certamen ahora que se acerca su centenario. Con alguna guinda políticamente incorrecta como el origen del nombre del Pabellón de la Madrina.

Sigue ejerciendo la pediatría, la especialidad que han elegido sus hijos José Antonio y Sara destinados respectivamente en Lugo y Santa Cruz de Tenerife. Muy lejos de las coordenadas de los Callejeos de su padre.

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