La paradoja de Lukébakio, el as en la manga de Víctor Orta
El Sevilla se encuentra en un callejón sin salida: necesita fichar para zanjar la evidente falta de eficacia goleadora y el único que marca es su mejor cheque al portador en el mercado
El balón parado, en el debe de García Pimienta
Cuestión de poner más surtidores a Lukébakio
Uno de los mejores partidos del Sevilla con García Pimienta sólo le proporcionó un punto, que bien podrían haber sido tres de haber tenido lo que hasta ahora se le echa en falta: gol y eficacia en ataque. El técnico sevillista se mostró orgulloso de la respuesta de su equipo, de su entrega, de su respuesta como colectivo, cohesionado en la presión adelantada, en los robos tras las pérdidas, en su hambre y hasta ansia en algunas fases por acogotar a un rival como Osasuna. Pero también dejó entre líneas alguna lectura que evidencia lo que todo el mundo ve: no hay calidad para más. Al menos por ahora. Y en el centro de ese debate aparece una figura cuya calidad es incuestionable, Dodi Lukébakio, prácticamente el único cheque al portador que tiene el club para fichar calidad en el mercado de invierno.
El extremo belga ha roto por fin en su segunda temporada en el Sevilla. Víctor Orta ha conseguido con él algo de lo que buscaba en la pretendida regeneración y la vuelta al modelo del éxito: la revalorización de un futbolista cuyo potencial no se correspondía con su rendimiento. Tal y como destaca la web oficial del club, en 15 partidos ya ha superado la cifra de cinco goles que marcó en su primera temporada, en la que estuvo condicionado por una lesión de rodilla que sufrió en Mallorca cuando estaba en plena progresión. Aun así, marcó cinco goles en 23 partidos de Liga. Ahora lleva seis tantos en 15 encuentros.
El internacional belga ya ha comprendido que no está de paso por Nervión, que no puede aparecer a ratitos para exhibir su zancada, sus controles, sus diagonales y su exquisito golpeo de zurda. Y se está echando el equipo a sus espaldas. Ha abandonado su indolente irregularidad para convertirla en liderazgo.
Frente a Osasuna marcó el empate, un auténtico golazo por su exquisito control orientado de un balón lanzado en largo por Saúl -reaparición clave para el crecimiento que demanda el técnico- y la forma en que dejó atrás a Juan Cruz y Sergio Herrera en carrera. Y tuvo incluso el gol del triunfo en su bota izquierda de nuevo, tras un pase al espacio de Agoumé, pero se topó con el meta rojillo. Debería ser una buena noticia esa confirmación de Lukébakio, si no fuera porque en el reverso de la misma está una doble realidad que es consecuencia de la situación del Sevilla: el equipo tiene dependencia clara del extremo en espera de que los delanteros empiecen a marcar y el club necesita vender para fichar más gol.
Es la ecuación que debe resolver la dirección deportiva que dirige Víctor Orta. Ofertas por Lukébakio va a haber y el club necesita imperiosamente hacer caja para comenzar a enjugar el tremendo desfase económico que sufre y que ya tuvo su palpable prueba de cargo al presentarlo LaLiga como el equipo con el límite salarial más bajo de Primera y Segunda División. Un Víctor Orta que estará fiscalizado por el nuevo director general del club, José González-Dans, un hombre especializado en balances y crisis financieras que podría anteponer lo económico a lo deportivo a la hora de enfrentar y responder a una posible oferta por el valor más destacado de la plantilla.
La confirmación de Lukébakio coincidió con una mejoría del Sevilla en su respuesta como bloque y también con el paso dado por Isaac, que estuvo en muchísimas acciones ofensivas positivas: el centro de gol a Sow (24’) o la jugada del gol anulado a Kike Salas (67’). El lebrijano, lejos de obsesionarse con su sequía goleadora, se volcó en esfuerzos y servicios al equipo y fue una clara vía de ataque. Mejoró en las acciones colectivas, en los controles, en los apoyos y combinaciones..., aunque sigue echando en falta un acompañante arriba.
De momento, García Pimienta sigue alineándolo solo en punta, si bien lo acompaña para la tarea de la presión adelantada con algún mediocampista. Frente a Osasuna ejerció esta labor primero Sow y luego Saúl, centrocampistas de los que el técnico quiere aprovechar su llegada. Pero mientras llegan o no los goles de Isaac o de la segunda línea, Lukébakio sigue sacando en solitario las castañas del fuego, con esa espada de Damocles que pesa sobre su figura por la necesidad económica del club.
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