Otra paletada de respeto... sin gol (0-0)
El Sevilla demuestra que está al nivel de otro grande del fútbol europeo, incluso mejora al Chelsea, pero la falta un poco más de osadía
Los nervionenses tuvieron siempre el mando en Stamford Bridge
Las imágenes del Chelsea-Sevilla
Nueva demostración del nivel en el que se mueve el Sevilla Fútbol Club en el año 2020 de nuestra era. Los sevillistas se ganaron una paletada más de prestigio ante un Chelsea que lo respetó como si hubiera llegado a Stamford Bridge un Barcelona o un Real Madrid, por citar a los dos colosos del fútbol español. Los hombres de Julen Lopetegui no fueron en ningún momento inferiores a sus pares vestidos de azul, todo lo contrario en un combate de boxeo a los puntos habrían decretado ganadores a los sevillistas, pero esto consiste en meter un gol más que el contrario y ahí sigue estando la tara principal de este equipazo de fútbol.
El Sevilla de Julen Lopetegui parece sacado del molde de la más brillante escuela escultórica para cincelar un equipo de fútbol. Presiona, no se descompone, le da gusto al manejo de la pelota cuando la recupera, que es muy rápido además, no deja ningún hueco por el que el adversario le pueda hacer daño… Lo hace todo bien, en definitiva.
La pregunta, lógicamente, surge con celeridad en cualquiera que quiera rebatir semejante tesis por las razones que considere oportunas. "Mire usted, si es tan bueno, ¿por qué no gana?". La respuesta es fácil, porque le falta un punto de maldad arriba siempre y no se sabe exactamente si es por impericia de los futbolistas que eligió en este caso Lopetegui o es sencillamente porque el planteamiento del técnico vasco se basa mucho más en potenciar el control que en darle rienda suelta a la osadía para crear media docena de ocasiones claras de gol.
Ésa es la clave de todo, ¿qué fue antes el huevo o la gallina? Y resulta complicado discernir dónde puede estar el origen de todo. Porque el Sevilla no juega aculado, en absoluto, esta vez, como casi siempre, se plantó en Stamford Bridge dispuesto a estar más cerca de Mendy que de Bono. Su 1-4-3-3 habitual con Fernando en este caso de interior para que el cierre en el eje fuera para Gudelj. Las otras novedades respecto a Granada eran los ingresos desde el principio de Acuña, Ocampos y De Jong, tres futbolistas que pueden ser considerados titularísimos a estas alturas.
El Sevilla, con semejante planteamiento, le marcó el terreno a un Chelsea que acabaría el encuentro con Zouma retrasando un saque para que nada ocurriera más allá del cero a cero, es decir, dando por muy bueno haber sacado un punto en su propio estadio frente al actual campeón de la Liga Europa. Son las cosas del respeto que se ha ido labrando esta entidad en el concierto continental, que un equipo capaz de pagar 80 millones para fichar a Havertz, 53 por Werner y una barbaridad más por Chilwell o Ziyech, por poner cuatro ejemplos, que hay más, pues firme un armisticio como local cuando no ha sido capaz siquiera de pegarle un susto serio a Bono en los 94 minutos que duró aquello.
Pero conviene ir por parte en el análisis. Ya ha quedado dicho que sólo se produjeron cuatro novedades en la alineación inicial respecto a Granada y con semejantes mimbres el Sevilla iba a tener el control del juego desde el minuto uno hasta el 94. Esto no quiere decir, por supuesto, que en ningún momento tuviera que protegerse en las inmediaciones de su área, faltaría más que así fuera contra un adversario de tantísimo nivel, pero siempre fue con el manejo de la situación en todo momento.
Y a falta de ocasiones clarísimas de gol, sí hubo algunos acercamientos, porque en el minuto 3 ya se había producido la primera llegada inquietante de Ocampos por la izquierda. Después, en el 18', tuvo lugar una de las más claras al cabecear Gudelj un córner y desviarlo ligeramente Zouma para obligar a Mendy a una palomita de reflejos para salvar el cero a uno. El balance del primer periodo conllevaría también un mal remate de cabeza de Suso (44') tras una buena jugada de Acuña por la izquierda y, por último, un disparo con todo a favor de Ocampos (46'+), que fue demasiado inocente y, por tanto, fácil de detener para el cancerbero del Chelsea. En la hoja de notas del cronista lo más curioso es que más allá de un flojo remate de Werner a las manos de Bono no se le podía contabilizar a los ingleses absolutamente nada.
Eso sí, se produjo una circunstancia trascendente sobre la media hora. Sergi Gómez, que estaba realizando un buen partido, se echó la mano atrás y ya cantó que el músculo se había roto. La solución de Lopetegui fue llamativa, Joan Jordán al campo para que ¿Gudelj se fuera al centro de la zaga? En absoluto, el central fue Fernando para demostrar que es un pedazo de futbolista donde se le requiera. Brillante exhibición ahí por mucho que también se le pudiera echar de menos en su posición habitual.
Al intermedio se llegaba con todo igual y nada iba a variar. El control iba a ser monopolizado en todo momento por un Sevilla que se sentía a gusto en un recinto de tanto prestigio. Jesús Navas doblaba una y otra vez a Ocampos cuando ya el argentino se había ido a la derecha tras la entrada de Óliver Torres por Suso, pero los centros de ambos nunca un encontraba un rematador. Y ahí se puede colocar en el debe que es complicado cuando llegan tan pocas piezas a la zona de gol.
Pero el Sevilla incluso se iba a acercar a la obra maestra cuando un córner sacado por Rakitic, previa señalización de todo tipo, fue al otro costado, justo al borde del área, para que Joan Jordán empalmara con intención. La pelota se fue un par de centímetros por encima del larguero entre las oraciones que entonaban tanto Mendy como Thiago Silva para que no encontrara el sitio que el centrocampista catalán buscó.
Fue la acción más brillante del Sevilla, pero no entró y por mucho que la escuadra visitante siguió ejerciendo de local en Stamford Bridge el cero a cero campeó hasta el minuto final para alivio de Zouma y compañía. Empate a nada, sí, pero una paletada más de prestigio para un Sevilla que vive con todo el derecho en el Olimpo de los dioses del fútbol continental, hasta el punto de que el Chelsea lo respeta como si recibiera a un campeón, que lo es, vaya que sí.
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