El verbo de Mendilibar, un refrescante trasunto de su fútbol

Opinión | El voleón

El técnico vizcaíno, un artesano que ama su oficio, sabe a quién se debe y a quién y cómo dirigirse

Mendilibar mueve una miniportería durante un entrenamiento del Sevilla. / Antonio Pizarro

A la hora en que está escrito este artículo aún no se había jugado el Sevilla-Villarreal y, por tanto, ese resultado queda al margen de su contenido. Pero éste no trata de resultados, sino de la forma de conseguirlos, algo que José Luis Mendilibar tiene muy claro por mucho que el fútbol no siempre haya pagado su franqueza con éxitos y también esté jalonada su carrera de currante con fracasos.

En medio del ruido de la memorable fiesta que vivió el sevillismo el jueves de preferia, 20 de abril de 2023 en los anales de la historia del club de Nervión, ha brillado con filo de acero bien templado el verbo claro y punzante del técnico vizcaíno. Jamás había vivido una eliminatoria europea con un gigante del fútbol mundial como el Manchester United y los periodistas le metieron por ahí los dedos, ante lo que salió su verdad de artesano del fútbol entregado en cuerpo y alma a un oficio que ama. Y recordó sus gestas en Preferente, en Tercera, en Segunda B... como la fiesta tras aquel ascenso con el Arratia.

Y en ese oficio de artesano que tiene clarísimo que lo importante es el arte al que se dedica, o sea, el fútbol, sorprende el verbo diáfano y acerado con que se dirige a los que sabe que son sus receptores: los futbolistas y los aficionados. A ellos y sólo a ellos se debe y por eso no se anda por las ramas para enviarles mensajes perfectamente comprensibles, con la misma verticalidad de su fútbol hambriento, como de menesteroso.

La sinceridad con la que habla de Rafa Mir, o estimula a Suso, con una frase tan incisiva y sencilla como que para jugar más hay que correr más, el reconocimiento de que no las tenía todas consigo cuando se cruzó por primera vez con ese delantero como marchito, tímido y esquivo que es En-Nesyri... Y su andanada al sistema del fútbol-industria y su calendario superinflado a mayor gloria de las plusvalías televisivas, poesía pura. Por eso refresca su verbo, un trasunto de su fútbol.

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