Castigo para un Sevilla del montón (1-1)
La crónica
El Mallorca empató el gol de Kike Salas en el minuto 91 en una jugada muy protestada por una posible falta a Nyland en su salida
García Pimienta miró su reloj cientos de veces, pero volvió a estar demasiado pasivo en los cambios
Así le hemos contado el Sevilla-Mallorca

Sevilla/Baño de agua fría para el Sevilla en el minuto 91. Los blancos regalaron dos puntos de los tres que podían haber sumado en una salida irregular de su guardameta. Nyland quiso coger el balón en propiedad en lugar de rechazarlo con los puños y se chocó en su salida con Larin y Omar Mascarell. ¿Falta? Ni Muñiz Ruiz en el césped ni Del Cerro Grande en la sala VOR lo estimaron así y lo que sí tuvo validez fue el gol de Valjent para anular el tanto que había anotado Kike Salas también en la prolongación, esta vez del primer periodo.
Fue un resultado justo, de cualquier manera. El Mallorca aprovechó el nerviosismo de un equipo que no da mucho más de sí, cierto, pero que tampoco encuentra la colaboración desde su banquillo conforme van avanzando los minutos en la segunda mitad de los partidos. Xavi García Pimienta es un entrenador que plantea bien los choques durante la semana y los suyos tienen muchos más puntos de los previstos a estas alturas por la calidad de sus integrantes, pero el catalán no es capaz de tomar decisiones cuando la pelota echa a rodar.
Cada vez que es enfocado por la televisión está mirando su reloj, no se sabe si será un tic maniático o qué será, pero lo cierto es que no mueve el banquillo a pesar de que sus futbolistas están visiblemente fatigados. Tres cambios de los cinco que permiten el reglamento en la actualidad y todos después del minuto 80, concretamente 82 y 85 en esta ocasión. Hay dos opciones, evidentemente, o piensa que su plantilla no tiene nivel para jugar diez minutos en la máxima categoría o simplemente no ve las soluciones. Pero ni él ni ninguno de los miembros de su cuerpo técnico, que deberían estar más fríos a la hora de buscar otras vías que ayuden a mitigar la fatiga del grupo. Por comparar con el Mallorca, por ejemplo, la diferencia con la aportación de Robert Navarro desde el banquillo fue abismal.
Dicho todo esto, es cierto que catorce minutos que tuvo Agoumé para ayudar al entramado defensivo no pudieron ser más discretos. Apenas ayudó a robar balones, tampoco cerró el eje ni ayudó en una pared por la izquierda. Sólo un remate fuera cuando ya estaba el partido uno a uno. Pero es que tampoco se le puede pedir mucho más al francés nacido en Camerún, es lo que tiene y es lo que da.
Un cara o cruz a ver quién marcaba
El partido se iba a plantear como un verdadero cara o cruz por parte de los dos entrenadores. Tanto García Pimienta como Arrasate les habían puesto como premisa fundamental a los suyos que estaba prohibido equivocarse. Era mucho más importante evitar que el rival pudiera conseguir un gol que ser osados para añadirlos en el casillero propio.
No fue extraño, pues, que ni unos ni otros contabilizaran muchas ocasiones de gol dignas de ser resaltadas durante el primer periodo. En el caso del Sevilla, que es lo que interesa analizar por estos lares, todo se iba a limitar a un lanzamiento alto de Lukébakio en una de sus tradicionales jugadas perfilándose hacia la zurda (15'), un gol salvado por Omar Mascarell en un remate de Kike Salas después de un saque de esquina tocado por Saúl (19') o una opción desperdiciada por Lukébakio en un tres contra dos que parecía prometedor (26'). Por el contrario, Muriqi no había llegado a dos centros que pudieron ser peligrosos de Asano (18'), el más claro, y de Maffeo (31').
Todo parecía destinado a llegar al intermedio con las tablas en el marcador, dado que ni unos ni otros habían acumulado muchos méritos para alterar la situación. Sin embargo, una falta inesperada de Omar Mascarell sobre Vargas prácticamente con el tiempo finiquitado iba a servir para que los sevillistas se adelantaran en el electrónico. Un centro de Lukébakio aparentemente fácil de defender, dos balones peleados por Badé e Isaac en las alturas y la pelota, como si tuviera un imán, volvía a caerle a Kike Salas para que empalmara en el interior del área pequeña.
Oportunismo de Kike Salas
Era la última acción antes del descanso y el Sevilla había aprovechado para ponerse por delante en una noche en la que todo comenzaba de forma más fría de lo habitual debido a que los integrantes de la grada de animación nervionense se quedaban en los vomitorios como medida de protesta ante el consejo de administración presidido por José María del Nido Carrasco. Los suyos, sin ese apoyo, habían partido con un esquema similar al de Valladolid, aunque con la presencia en el equipo de los entonces sancionados Badé y Saúl en el lugar de Gudelj y Agoumé, que se quedaban en el banquillo inicialmente.
Juanlu volvía a ejercer como segundo delantero para ayudar a Isaac en la presión y en el centro del campo se alineaban esta vez Sow y Saúl, aunque la realidad, como casi siempre, es que el Sevilla obvia mucho a los integrantes de esa parcela tan fundamental en el fútbol para buscar pases directos hacia Lukébakio, principalmente, o hacia Vargas, éste en combinaciones más cortas con Pedrosa o con Saúl cuando se desdobla por la izquierda. El Mallorca, mientras, había apostado por segunda vez en la temporada por tres centrales con Maffeo y Mojica por las bandas. La intención de Arrasate parecía clara y era poner muchas piernas por el medio para dificultar cualquier remate de los anfitriones.
Sin remate para sentenciar
El Sevilla no iba a saber aprovechar en la segunda mitad los riesgos que corrían los baleares en su afán por buscar el empate. Los blancos tuvieron muchas opciones de hacer daño a la contra, pero por una razón o por otra siempre las acababan con remates malos y sin situaciones diáfanas para haber sentenciado con el dos a cero. Sólo Vargas (48') y Ejuke (87') estuvieron algo más cerca de marcar, pero quien estuvo muchísimo más cerca del gol fue el Mallorca.
Robert Navarro, que mejoró mucho el juego de los suyos, todo lo contrario que los hombres del banquillo sevillista, pudo igualar en los minutos 75, tras una pérdida absurda de Badé, y 78. También Larin pudo hacerlo cuando no llegó a un pase de Mojica (84').
El Sevilla, sin la ayuda de su banquillo en los refrescos, ni del cuerpo técnico ni de los propios futbolistas que ingresaron, trataba de sobrevivir como podía. Hasta que llegó la mala decisión de Nyland en su salida al no despejar de puños un balón que parecía fácil para él. Uno a uno y la evidencia de que este Sevilla tiene el nivel que tiene, que no es capaz de sumar dos victorias seguidas, y su único objetivo debe ser llegar cuando antes a los 40 puntos. No hay más.
Ficha técnica
1 Sevilla FC: Nyland; José Ángel, Badé, Kike Salas, Pedrosa; Sow (Agoumé, m.82), Saúl Ñíguez; Lukébakio, Juanlu (Manu Bueno, m.85), Rubén Vargas (Ejuke, m.82); e Isaac Romero.
1 RCD Mallorca: Greif; Maffeo (Valery, m.85), Valjent, Raíllo, Copete, Mojica; Sergi Darder (Antonio Sánchez, m.77), Mascarell, Dani Rodríguez (Abdón, m.77); Asano (Robert Navarro, m.67) y Muriqi (Larin, m.77).
Goles: 1-0 (47’+) Kike Salas empalma con la izquierda en el área pequeña una falta de Lukébakio que habían peleado Badé e Isaac. 1-1 (91’) Valjent empuja un error de Nyland en una salida en una posible falta.
Árbitro: Muñiz Ruiz (gallego). Amonestó a Darder (44’), Mojica (60’), Raíllo (71’), Jagoba Arrasate (82') y José Ángel (90’).
Incidencias: Partido de la vigésima quinta jornada de LaLiga EA Sports disputado en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán ante 35.424 espectadores. Antes del encuentro hizo el saque de honor el etíope Selemon Barega, vencedor el pasado domingo del Maratón de Sevilla. Ambos equipos se sumaron a la campaña de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) 'Respeta al Árbitro-Respeta al Fútbol'.
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