El título más importante para un sevillista
Muere Roberto Alés
“Con Alés a Segunda B”. Qué levante la mano el sevillista que no pronunciara esa desa-certada frase en el verano del primer año del siglo XXI. Era el pensamiento típico de ese retrato-robot de sevillista exigente que tanto se pregona ahora como la base de los éxitos que iban a ir cayendo en cascada en el presente siglo, pero quienes las lanzaban al aire no conocían a Roberto Alés García.
Particularmente, tuve la suerte de conocerlo muy bien, de haber hablado horas y horas con él y de haber llegado a apreciarlo casi como si se hubiera tratado de un familiar cercano incluso. El hombre que se hizo cargo del club sevillista cuando no había ni para pagar la luz no iba a llegar a alzar ninguna copa de campeón europeo, tampoco de la Copa del Rey, pero sí fue capaz de invertir la tendencia autodestructiva de la entidad nervionense.
En ese mismo año, tuvo el acierto de ver que había un delegado tan organizado que era capaz de manejar los designios deportivos de la entidad. Su nombre era Monchi. Y después también supo dejarse asesorar por todos los que conocían a Joaquín Caparrós, desde Pepe Castro hasta el último de los que pudieran darle una pequeña información sobre el entrenador utrerano, para tomar una de las decisiones más trascendentes en la trayectoria reciente del Sevilla.
Además, en el currículum de Alés está un campeonato de Segunda División, un sitio don-de es mejor no estar para cualquier club de élite y que por ello tampoco debiera servir para enorgullecer en exceso a los sevillistas. Pero que nadie olvide que los rivales fueron el Tenerife de Rafa Benítez, sí de Rafa Benítez y de Pep Martí, entre otros, el Betis o el Atlético de Madrid.
El Sevilla de Alés no sólo no se había despeñado hasta Segunda B, tampoco se había quedado en los objetivos marcados al principio por el propio presidente desde esa prudencia que siempre llevara hasta el límite, que eran mantenerse para evitar la desaparición de la entidad, sino que había sido capaz de enorgullecer a los suyos con la demostración de raza que lo condujo hasta el éxito final del ascenso y del título.
Guiados por el pundonor de un Podestá casi con la rodilla colgando, era la primera versión del siglo XXI de ese “dicen que nunca se rinde” que ahora se pregona a los cuatro vientos con el pecho henchido por todos los que moran por el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán.
Pero eso, los resultados deportivos, con ser trascendentes siempre cuando se enjuicia al presidente de un club de fútbol, no serían lo más importante en los tres años que estuvo Roberto Alés al frente de la entidad. El dinero era un problema, las deudas acosaban y el constructor no tuvo ni el más mínimo inconveniente para poner las bases de la política posterior del Sevilla FC SAD.
Las decisiones de los técnicos las respetaba escrupulosa-mente, salvo que le pidieran más euros de los que había en la caja. Si Caparrós y Monchi, Monchi y Caparrós, les solicitaban que Tevenet llegara cedido desde Las Palmas, un cedido de Las Palmas, sí, y con las connotaciones que tenía este caso particular, no había más que hablar por mucho que eso pudiera llegar a ser censurado por el sevillismo. ¡Si hubiera existido el twitter en aquella época, habría que ver cómo habrían sido las reacciones del populo!
Roberto Alés, el amigo de Luis Cuervas, tuvo las espaldas más anchas que otro Luis, el apellidado Aragonés. El gran éxito de su gestión fue precisamente ése, saber oír a quienes él elegía para que lo asesoraran y después, por supuesto, tomar todas las decisiones de manera tajante, sin miedo, con la seguridad que siempre tuvo para manejar al Sevilla Fútbol Club Sociedad Anónima Deportiva durante esos tres años tan complicados para una entidad que pasó del “con Alés a Segunda B” a subir todos los años un peldaño más hasta colocarse en la rampa de lanzamiento hacia todos los éxitos que le llegarían después con José María del Nido y ahora con José Castro.
Roberto Alés no llegó a levantar ninguna copa de postín, pero eternamente tendrá la con-sideración por parte de todos los fieles de Nervión. ¿Hay algún título más importante que éste para un sevillista?
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