Un miedo que niegan y que existe
El Sevilla, que ha ganado un partido de los últimos cinco, tiene la oportunidad de demostrar que está para algo más ante un buen rival con la amenaza de que la realidad dicte lo contrario
García Pimienta: "Kike Salas me ha dicho que está perfecto y tranquilo"
Mienten si dicen que no hay preocupación. Están preocupados porque el equipo no le ha ganado a nadie. Conformarse con llevarse el derbi es tremendamente pobre y sólo le salva al proyecto la alarmante caída en nivel de la Liga, pero ojo, que el fútbol cambia en una vuelta de esquina y el miedo está metido en los tuétanos porque, entre otras cosas, la afición no es que sólo pida la dimisión de los cargos, es que cada vez lo hace con más fuerza y mayor unanimidad, contribuyendo a aumentar la presión.
El Sevilla inicia la segunda vuelta y ni siquiera estar 7 puntos por encima del descenso es para estar tranquilos. Se ha visto en las dos últimas semanas: goleado en Copa por un rival de Segunda y mediocre ante un Valencia no se sabe si más putrefacto o menos a punto de llevarse los tres puntos de Nervión –lo evitó un gol de Pedrosa en el descuento en una cantada de Mamardashvili– siendo el colista de la tabla. Así que ustedes dirán...
La afición es la que tiene la potestad de calibrar si el trabajo es bueno, malo o regular. Se pronuncia en cada partido en el Sánchez-Pizjuán, vive atenta en lo que pasa en las Juntas de Accionistas y en los juzgados –tristísima pero implacable realidad– y le duele ver a un esperpento de equipo en cada partido con la vergüenza ajena de escuchar al entrenador reafirmarse en que el trabajo realizado está siendo bueno. Más de un aficionado se pregunta a sí mismo si sigue estando cuerdo o ha enloquecido.
Tampoco está ya el veneno que metía Jesús Navas, quien a su manera obligaba y el proyecto cada vez es más light, los responsables cada vez tienen menos responsabilidad y el nivel de exigencia roza la cota de tierra.
Si en la pasada jornada era una ocasión perfecta para mirarse en el espejo del rival, un Valencia que trazó un camino que algunos parece empeñarse en seguir en Nervión, el Girona es otro modelo a estudiar, en este caso en el sentido contrario. Ejemplo de crecimiento desde una realidad hasta alcanzar la Champions con sólo tres ratos en Primera. ¿Hablamos de campamento base? La expresión de Pepe Castro encierra mucha literatura. Está claro que cada cual le da su sentido al término. “Campamento” da para mucha imaginación, ¿verdad?
La investigación a Kike Salas ha caído como una bomba más en una entidad muy lejos de la estabilidad deseada
Aquí en Montilivi, un estadio de Segunda e incluso de categorías más bajas hace tres cuartos de hora, el Sevilla caía goleado hace justo un año, en enero. El viernes concretamente se cumple. El equipo de Míchel, además, está sufriendo un mal que incluso burló el Sevilla, el desgaste de una competición que abrasa. Hasta eso tuvo a favor el conjunto nervionense, que ahora se ve a años luz de este Girona que se ha convertido en la bestia negra, como en tiempos fue el Deportivo de La Coruña.
Para colmo, como en el circo en ruinas en el que a los enanos los atiborran de hormonas del crecimiento, el caso Kike Salas aparece como la guinda al pastel, inesperada además por el perfil de jugador que es. El moronense estaba asentándose en el equipo aunque fuera una posición claramente que no es la suya y añade mucha más incertidumbre al futuro en un proyecto que sigue igual de volátil o más que antes. Badé parece tener ya un billete para la Premier League y sin ser un jugador para marcar una época pocos son los que ven a Víctor Orta capaz de traer a tiempo (quedan diez días mal contados para acabar el mercado) a un recambio que iguale sus prestaciones futbolísticas. Vamos a dejarlo simplemente en eso.
Las miradas estarán puestas en Badé, que puede ser una gran venta y también otra forma de empobrecer el equipo
La medianía campa a sus anchas por una plantilla a la que quieren empobrecer aún más y el sevillismo parece anestesiado. La primera vuelta ha sido decepcionante a nivel de visitante. El Sevilla es el cuarto equipo más goleado en sus salidas y eso quiere decir que el sistema defensivo tiene una brecha importante. Ahora ya que cada cual saque sus propias conclusiones, pero lo cierto es que, en la víspera de la visita a un rival que hace cinco años era de Segunda, raro es el sevillista que está ilusionado y que alberga alguna mínima esperanza de que la victoria puede caer del lado de los de García Pimienta. Triste no, tristísimo.
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