El mejor Sevilla pierde como un equipo muy menor (4-3)

Madrid/Derrota muy dolorosa para un Sevilla que llegó a desarrollar el mejor fútbol en mucho tiempo, pero que acabó cayendo como un equipo muy menor, como sucumben las escuadras que viven en una decadencia insoportable para quienes han gozado durante casi un cuarto de siglo de excelentes colecciones de futbolistas. Pero este Sevilla de la contemporaneidad da para lo que da y la escasa calidad física de sus integrantes, además de la nula aportación de quienes salían desde el banquillo, incluido el esperado Saúl Ñíguez, lo condujeron a ser testigo de una remontada del Atlético de Madrid que llegó en el minuto 93, pero que pudo producirse incluso antes en la colección de cabezazos en solitario de Sorloth al cuerpo de Álvaro Fernández.

Porque no hay una situación del juego que pueda ejemplificar mejor el descenso en el nivel de este Sevilla. Fueron tres balones consecutivos colgados sobre el área de los hombres que vestían de blanco y los tres los remató con absoluta facilidad el gigante noruego que había entrado desde el banquillo. Afortunadamente para los nervionenses, todos fueron al cuerpo de Álvaro Fernández, pero no hay más que echar el disco duro para atrás y recordar sendos testarazos de Budimir en el último Sevilla-Osasuna iguales de francos. Uno acabó en gol y el otro, aunque estaba en fuera de juego, fue repelido por el portero también.

Es el ejemplo más claro de que el gol del empate acabaría por llegar y de que también daría tiempo para que la hiel fuera aún más amarga con el sabor de la derrota. Otra cuestión, repasen el vídeo y comprueben la laxitud defensiva de Agoumé en el disparo de Samu Lino que supuso el 3-3. Sencillamente ni va a estorbar e incluso no es capaz de poner la pierna para obligarlo a forzar una trayectoria complicada. Pues si eso se suma a la estatura de Álvaro para llegar a los postes, la consecuencia es que todo se igualaba con muchos minutos por delante.

Porque para este Sevilla cargado de integrantes con el depósito de combustible por debajo de la reserva y con unas aportaciones desde el banquillo que respondían por Montiel, Marcao e Iheanacho, ni más ni menos, 19 minutos, la suma entre los 11 que restaban hasta el 90 y los ocho que se concedieron de alargue, eran casi un partido completo. Otro detalle, con todos los futbolistas que estaban en el campo muertos físicamente, en el buen sentido de la expresión, García Pimienta ni agotó los cinco cambios y dos de ellos llegaron ya en la prolongación. La confianza en el banquillo está claro que era nula y, por tanto, a nadie le puede extrañar el triste epílogo que se dio en el Metropolitano.

Excelente primer tiempo

El Sevilla, sin embargo, iba a jugar en el estadio del Atlético, con el nombre publicitario que tiene ahora, la mejor primera parte desde que José Luis Mendilibar era su entrenador y le dio a todos los hinchas que profesan la fe balompédica de Nervión la posibilidad de disfrutar, como si no hubiera un mañana, en las citas europeas contra el Manchester United y la Juventus. Fue un verdadero espectáculo la capacidad para mover la pelota y también, por supuesto, la efectividad en las acciones de ataque.

Ni siquiera la descorazonadora salida en los diez primeros minutos iba a echarle agua a un gran vino, cosecha García Pimienta. Porque es verdad que el Atlético de Madrid no sólo se adelantó en el marcador en el minuto 10 tras una pérdida entre Lukébakio e Isaac que era aprovechada por De Paul para lanzar un trallazo casi al ángulo, incluso que antes había tenido dos ocasiones clarísimas en un trallazo de Griezmann a la cruceta y otra buena parada de Álvaro, pero es igualmente cierto que el Sevilla se repondría con efectividad y muy buen fútbol.

Los nervionenses, como contra el Osasuna, fueron capaces de empatar muy pronto gracias a una nueva genialidad de su mago particular, de un Lukébakio que ya los marca hasta con disparos rotundos con su pierna derecha, y a partir de ahí ofrecieron una verdadera disertación de buen juego. Para ello, la premisa fundamental era tocar el balón de un lado a otro para no rifarlo, para obligar a los anfitriones a desgastarse tratando de recuperarlo, algo que, por otra parte, rara vez conseguían.

Y en esa fase de tener el control del partido, el Sevilla fue capaz de sacar un contragolpe maravilloso. Kike Salas se hizo con una pelota en su costado izquierdo, esta vez fue lateral, conectó con Peque en una pared rapidísima y le metió un balón profundo a Isaac para que éste se estrenara, por fin, como goleador en LaLiga 24-25. El lebrijano metió su cuerpo para anticiparse a Giménez y lanzó un disparo tremendo cruzado que superó a un Oblak que nada pudo hacer para repelerlo.

Remontada con fútbol de verdad

El Sevilla le había dado la vuelta al marcador y estaba desarrollando su mejor fútbol en mucho tiempo, pero aún restaba un mundo por delante, sobre todo porque se estaba jugando a un ritmo trepidante y en eso el Atlético se mueve como pez en el agua. Incluso antes del intermedio fue anulado un gol de Julián Álvarez por un fuera de juego previo de Giuliano. Aunque también sería conveniente relatar que el Sevilla tuvo una excelente ocasión para hacer el 1-3 en una contra que lanzó Sow y en la que Lukébakio no aprovechó el dos contra uno con Isaac. Tal vez debió aguantar el balón y disparar con su cañoncito de la pierna izquierda, pero el belga no lo hizo y al descanso todo se iba con un 1-2.

El canto del cisne llegaría en el minuto 57, con media hora por delante, casi nada. Otra combinación perfecta de los sevillistas acababa con un centro de Kike Salas que remataba de forma perfecta Juanlu. Un gol muy canterano para que los forasteros llegaran a ilusionarse con la posibilidad de protagonizar una gran sorpresa en Madrid.

Pero era imposible, los blancos fueron dando pasos atrás en su manera de proteger a Álvaro y el asedio comenzó a ser insoportable. La mejor prueba de ello fueron los goles, todos ellos bastante fáciles, además de los cabezazos antes relatados de Sorloth. El Sevilla había desaprovechado una ventaja que cualquier otro equipo hubiera administrado para irse del Metropolitano con una sonrisa de oreja a oreja y lo que permitía es una de esas tradicionales carreras falsas de euforia de Simeone hacia su vestuario. El cuadro de García Pimienta demostró que tiene fútbol durante una hora, pero los partidos duran más de 90 minutos por algo y el fondo físico del equipo lo condujo a la derrota final. Con Montiel, Marcao e Iheanacho en el césped y con un cambio por agotar. Así son las cosas y así se las hemos contado.