Un mayúsculo clásico con ce minúscula
Sevilla - Real Madrid | La previa
Sevilla y Real Madrid anuncian otro partido de altísimo voltaje bajo la necesidad común de redimirse y cerrar las dudas abiertas en la Liga
La enjundiosa historia del Campeonato Nacional de Liga se nutrió siempre de sus proverbiales rivalidades. De clásicos, con ce minúscula, que se reeditan una temporada tras otra con una química especial y seductora que trasciende a sus protagonistas. Y hoy, en las entrañas del Ramón Sánchez-Pizjuán, estallará uno de los clásicos con ce minúscula más representativos del fútbol patrio, todo un Sevilla-Real Madrid.
Le faltará al partidazo un ingrediente esencial para redondear el sabor, esa deliciosa acidez que siempre le ha dado el sevillismo como si de un vinagre de Jerez gran reserva se tratara. No sabrá igual, claro que no. Basta con recordar el manicomio en que se convirtió Nervión la noche del 4-1 aquella en la que Reyes jugó como poseído por los duendes. Por poner un ejemplo entre decenas con nombres propios: Breitner, García de Loza, Maradona, Saviola, Cristiano Ronaldo, Jovetic...
Son tantos los partidos extraordinarios que sevillistas y madridistas han librado con el coliseo nervionense convertido en un hervidero, que chocará muchísimo verlos una vez más con esas desconcertantes gradas silentes. Pero es lo que hay.
La ausencia del factor ambiental va a ser casi lo único que sonría esta tarde al aturdido Real Madrid que hoy maneja Zinedine Zidane, que llega al vestuario visitante de Nervión tratando de abstraerse de lo que realmente le obsesiona ahora mismo, que es la visita del Borussia Mönchengladbach a Valdebebas el próximo miércoles. Entonces se jugarán su futuro en la competición que los ha hecho grandiosos, la que marca el pulso del club cada temporada. Y esa cita a vida o muerte va a condicionar necesariamente lo de hoy.
Por eso, que la presión de la grada sea cero va a atenuar la comprometida situación de los madridistas por su necesidad de escoger sus prioridades.
Uno de los efectos colaterales de ese partido con los alemanes es la ausencia esta tarde del líder espiritual de los campeones de Liga, el que da las voces para que no decaiga el grupo. Hoy faltará el fuego de la grada y el hombre que solía echarle aún más gasolina para crecerse en la hoguera de la adversidad, Sergio Ramos.
Y decididamente, este Madrid con tan contados galácticos, es otro sin el enorme zaguero de Camas, cuya ascendencia sobre el grupo es arrebatadora. Hasta Varane, campeón del mundo él con Francia, es otro sin el gran capitán a su izquierda.
Los merengues parecen eso, tiernos merengues. Courtois queda vendido a su suerte demasiadas veces. No obstante, parece que Zidane al fin recapacitará y prescindirá hoy de Marcelo para echar algo de cemento al flanco izquierdo con Mendy. El galo ya hizo un gran partido la pasada campaña ante esa endiablada banda que entonces conformaban Jesús Navas y Ocampos. Esa noche, el Real Madrid cuajó uno de esos partidos en los que todos ponen el compromiso que exige el peso de tamaña institución. Y hasta Hazard corrió para atrás lo indecible para ayudar a Mendy en ese costado. Ni siquiera eso podrá volver a suceder, ya que el belga tampoco jugará.
Sucede que el Real Madrid arriba después de otra inopinada derrota liguera en casa, esta vez ante el Alavés, además del grave tropiezo en Kiev ante el Shakhtar Donetsk que tanto compromete su clasificación para los octavos de la Champions. Y es extrañísimo que un club tan ganador, con la victoria tan imbricada en sus cromosomas, muerda el polvo tres veces seguidas.
Y enfrente, además, el Sevilla de Julen Lopetegui, a pesar de los tres triunfos seguidos que encadena en el campeonato, no termina de destilar la seguridad que mostró durante buena parte de la pasada campaña, incluido el tramo de once jornadas tras el confinamiento.
Ocampos no es el mismo, Rakitic, aun con un perfil y hasta un rol distinto al del añorado Banega, no termina de responder a las expectativas y los sevillistas han sudado sangre en todos y cada uno de sus cinco triunfos ligueros.
Lopetegui, consciente de las cortísimas vacaciones de su plantilla y del saturado calendario que cruza desde que arrancó la temporada, con dos diabólicas series de tres partidos de Champions entre cuatro de Liga, optó por una rotación extrema ante el Chelsea de la que espera obtener todos los réditos hoy. Decidió apostar todas las fichas al 5 (de diciembre) pero, tras el 0-4 del miércoles, como no gane su equipo, la banca le va a embargar parte de su crédito a los ojos de su afición.
Que salten con las piernas más frescas Koundé, Fernando, Joan Jordán, Ocampos y hasta De Jong debe reflejarse en un equipo bastante más intenso, compacto y competivivo que el que hizo el ridículo ante el Chelsea. Imprimir un altísimo ritmo de juego será la clave para que los sevillistas salden con éxito la visita del coloso.
Ambos necesitan los tres puntos para disipar parte de las dudas que arrastran en el frente que procura el pan de casa, la Liga. Será en la reedición de un mayúsculo clásico. Con ce minúscula.
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