Sin maldad arriba a estos niveles... (0-0)

Liga de Campeones · Bayern de Múnich-Sevilla FC · La Crónica

El digno partido del Sevilla en el Allianz Arena se estrelló con la triste realidad de una carencia de remate que hizo imposible cualquier atisbo de gesta.

Un cabezazo de Correa al larguero fue la ocasión más clara.

El Bayern Múnich-Sevilla FC, en imágenes
Correa se eleva por encima de Boateng para rematar de cabeza el balón que se estrelló en el travesaño de la portería del Bayern. / Mike Muller
Francisco José Ortega (Enviado Especial A Múnich)

12 de abril 2018 - 08:43

El Sevilla se despidió de su maravillosa aventura en la Liga de Campeones 2017-18 por la razón que lo ha castigado durante todo el curso. Es verdad que enfrente estaba el Bayern de Múnich, un gigante del fútbol mundial, pero la carencia de remate por parte del conjunto de Vincenzo Montella fue, una vez más, desesperante. Y siempre hay una jugada concreta para ilustrar esta tesis, esta vez tuvo lugar en el minuto 51, cuando Franco Vázquez habilitó a Ben Yedder con su pierna buena, la derecha, y éste no llegó a disparar a puerta siquiera cuando lo tuvo todo a favor para intentarlo. Es el ejemplo más paradigmático de la forma en la que los sevillistas tiraban a la basura un esfuerzo más que digno.

Porque el partido de la escuadra nervionense en el impresionante Allianz Arena estuvo cargado de corrección, de buenos deseos y de tratar de revertir aquella situación que crearon los dos autogoles en el Ramón Sánchez-Pizjuán. El Sevilla jamás se vio sometido por el coloso bávaro, siempre trató de dar un paso adelante, de ser valiente, pero todos esas buenas intenciones se toparon con la impericia de un Ben Yedder que corría de un lado a otro sin ninguna posibilidad de hostigar siquiera a la pareja de centrales formada por Boateng y Hummels. Era imposible que el delantero sevillista estuviera ubicado en el sitio justo para presionar, para robar la pelota y tampoco para tener la más mínima opción de remate en algún centro lateral. Y alguno hubo en las llegadas por las bandas de Jesús Navas y Escudero.

Pero no, todo moría ahí, en el académico fútbol que se generaba a través de N’Zonzi y de Banega, algo menos de un Mudo Vázquez que, otra vez, era ahogado por la presencia de un Javi Martínez imperial en la tarea de proteger a los suyos y también hasta de ayudar en la salida del balón por parte del Bayern. En ese duelo, sí estuvo acertado el veteranísimo Jupp Heynckes para tapar la vía que suele utilizar el Sevilla para que el delantero no esté desconectado. Sí pudo Vázquez realizar algunas aperturas para originar algo de peligro a través de los costados, pero tampoco llegaban elementos por el medio para aprovechar estas penetraciones.

El Sevilla, por tanto, padecía la teoría de la manta. Si se destapaba por atrás o lo hacía por delante y está claro que el Bayern lo obligó a protegerse muchísimo más en las cercanías de David Soria con unas circulaciones que solían concluir con dos contra uno ante los laterales visitantes. Es evidente que eso disminuía la posibilidad de que se produjeran después salidas para hacerle daño a los alemanes, pero, claro, eso es el fútbol y por ello el gigante teutón está varios pasos por delante de un Sevilla que aún está en un escalón inferior.

¿Quiere todo esto decir que el Sevilla fue inferior en el Allianz Arena? En absoluto y sería hasta injusto un análisis bajo esos parámetros. El cuadro de Montella partió con los mismos elementos e idéntica disposición táctica que en casi todos los partidos del italiano. Ese 1-4-4-2 en el que Franco Vázquez tiene libertad de movimientos para hacer como delantero o como centrocampista. Y hasta pareció que era capaz de asustar al Bayern en una acción de Sarabia en el minuto 11, también en un posible penalti por unas manos en ese tramo del juego, pero todo se quedaba siempre en un quiero y no puedo por la carencia de una referencia clara en lo referente al remate arriba.

Correa ve la roja en el descuento por una entrada a Javi Martínez.
Correa ve la roja en el descuento por una entrada a Javi Martínez. / Mike Muller

Con intentos por parte de uno y otro equipo se iba a llegar al intermedio en un escenario que tampoco era malo del todo para el Sevilla, pues en cualquier acción concreta se podía meter de nuevo en la eliminatoria y sí había sabido mantener la concentración para parar al Bayern. Siguió todo más o menos bajo los mismos parámetros tras el descanso hasta que llegó la acción que pudo cambiarlo todo. Una falta lateral lanzada por Banega halló la cabeza de Correa y el remate de éste se fue al larguero cuando Ulreich se había limitado a hacer la estatua y el testarazo parecía que se iba a convertir en el primer gol. A estos niveles no sólo basta con el fútbol, también la suerte tiene que ser buena para los equipos y fue el cuadro muniqués el agraciado por ella. Tanto que su clasificación para las semifinales llegó sin conseguir ni un solo gol por sí mismo y encima ese cabezazo se iba al travesaño.

Fue la mejor oportunidad del Sevilla para haberse metido de lleno en la pelea por la clasificación. Además, llegaba después del no remate de Ben Yedder y justo antes de un tirazo de Banega que se iba fuera por muy poco. El Sevilla había dado ese paso adelante que se le demandaba para tratar de asustar, pero, una vez más, se iba a estrellar contra su propia incapacidad para generarse y aprovechar las opciones de gol. Tampoco la entrada de Muriel, Sandro y Nolito incrementó estas posibilidades y el adiós a la hermosa aventura de la Champions fue la consecuencia lógica. A estos niveles si no hay un delantero para generar situaciones de remate claras es imposible.

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