Sevilla - Juventus: el mágico regate del destino

Fernando, Rakitic y Jesús Navas, tres veteranos de oro. / Antonio Pizarro

Nunca dejará de sorprender este equipo que se transforma por mayo, en esta ocasión como si fuera un acto de desagravio a una afición que se temió lo peor durante el año y que aguantó estoicamente una temporada infame, llena de decisiones tomadas a la ligera y en la que... ¿para qué vamos a profundizar?

No merece la pena cuando un mágico regate del destino ha puesto en las narices del sevillismo otra ocasión histórica, un día señalado en rojo como rojo será el calderón en que se convertirá el Sánchez-Pizjuán, donde por esta fecha anidan los vencejos ávidos de plata y de gloria.

Un gran rival

La Juventus tiene una gran plantilla y Allegri está formado en la escuela del ‘Catenaccio’; difícilmente caerá en la trampa de la presión

Partido táctico

El partido apunta a ser largo y la imaginación de Suso puede ser la llave mágica cuando el rival ponga el candado en su área

Disputar la Séptima, con mayúsculas para que todos lo entiendan en esta orilla de la Sevilla futbolística, está al alcance de la mano. Bastará un paso más para estar en la final de Budapest. Apretar los dientes ante un coloso con pedigrí europeo como la Juventus, porque el premio es de los gordos. La temporada ya está salvada y todo lo que venga será la guinda –o la cereza, así sin confitar, como decía Tecatito– del pastel.

No será nada sencillo. Muchos peligros acechan y Mendilibar lo sabe. El viejo zorro no ha estado en partidos de este glamour, pero el fútbol es siempre fútbol, en cualquier categoría. Uno, la sobreexcitación. Que la euforia que se vive alrededor del equipo no penetre en el vestuario y se convierta en ansiedad durante el paso de los minutos, que pueden ser desde 90 hasta los 120. Dos, la batalla táctica que propondrá otro viejo zorro como Massimiliano Allegri, formado al calor de la escuela del Catenaccio, y que cuenta además con una plantilla plagada de estrellas contratadas y firmadas con sueldos a base de talonario. Un equipo rocoso además que sabrá que el fuerte de este Sevilla es la presión adelantada y que evitará tomar los riesgos que sí asumía el Manchester United y que lo acabaron condenando en este mismo escenario.

La previa

La fiesta estará en la grada, pero la batalla, digna de ser librada por gladiadores, estará abajo. Y en la arena no se puede dar un paso ni un movimiento en falso. La Juve esperará al mínimo error de los de Mendilibar, como lo hizo en Turín, y después demostrará que es un maestro en que pase el tiempo sin que nada suceda.

El técnico vasco le ha dado la vuelta al equipo como un calcetín, ha hecho que la plantilla recobre la cotización perdida y le ha dado vida a Monchi, quien si antes recibía fustazos casi a diario, de justicia es reconocer que sus errores –que los tuvo y graves– quizá se magnificaron más de lo conveniente. Pero es el peaje de la perspectiva de lo inmediato, precisamente la que siempre debe estar lejos de las decisiones en el fútbol. Así se pecó este año, aunque no todos fueran pecados del de San Fernando.

Ambiente

El sevillismo vivirá otra noche histórica al calor de los suyos con el sueño de colarse en otra final de la Europa League, la séptima

Ansiedad ambiental

El ambiente en el Sánchez-Pizjuán se prevé espectacular, como ante el United, aunque la sobreexcitación puede ser un peligro para el equipo

Pero no es un día para mirar atrás sino hacia delante. La final del 31 de mayo, dentro de dos miércoles, en el Puskas Arena es otra vez la tierra prometida. En los ojos de los Ocampos, En-Nesyri, Fernando, Jesús Navas, Gudelj... está el brillo de otro guiño de la historia. De la historia y del destino, al que Mendilibar, tan amante del extremo a pierna natural, le ha dado un regate inesperado. Falta, en cambio, el centro al área y el remate final a gol. La suerte suprema para rematar a la Juventus y plantarse en la final, como en los buenos tiempos, no tan lejanos.

Ya esta afición tiene la experiencia de que en cualquier momento se alinean los astros para provocar la locura. Como en aquella ocasión tras la pandemia en la que un tal Lopetegui sorteaba destemplados comentarios de insatisfechos para plantarse en otra final y ganarla.

Pero aquello fue otra historia y la constatación de que el fútbol son momentos. El de ahora es uno especial y sólo queda disfrutarlo. Merece la pena.

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