Otro lunar en la banda izquierda
Con dos laterales sin nociones defensivas y con el entrenador reclamando un extremo, la planificación chirría a babor desde la pésima gestión del tema Acuña
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Probablemente el error llegó muchísimo antes. Podría uno remontarse al parón en noviembre de 2022 por el Mundial de Qatar, un rara avis en la historia de los mundiales al celebrarse en mitad de la temporada en curso. Si se les refresca la memoria a los aficionados del Sevilla seguro que se acordarán de ciertas declaraciones, tremendamente polémicas, de Alejandro Papu Gómez, un mes y pico antes incluso, cuando dijo aquello de que, más o menos por ley divina, los argentinos llamados a representar a su país en una cita así estaban obligados a levantar el pie del acelerador en sus clubes un mes y medio antes.
A eso se sumó un Marcos Acuña que, si no fue el que lo dijo, tomó las palabras como suyas. Frenó en seco, tenía lesión en el pubis y pese a que los médicos del Sevilla le habían recomendado pasar por el quirófano el jugador prefirió no perderse las convocatorias de la albiceleste y estar presto y dispuesto para el seleccionador a costa de bajar el ritmo en el Sevilla.
Todo aquello le valió alguna bronca con aficionados sevillistas que presenciaban un partido del filial mientras los jugadores del primer equipo entrenaban en la ciudad deportiva. Hubo un vídeo que, claro, sacudió las redes. Acuña se quitó del cartel en varios partidos de un Sevilla que ya sufría clasificatoriamente hablando y que con la llegada de Sampaoli se autorizó una salida en el mercado de enero que no se produjo.
El segundo desencuentro, y fuerte, llegó en verano, cuando Monchi, recién salido del club y con el hacha de guerra recién desenterrada, propuso llevarse al Huevo al Aston Villa. El club que entonces presidía José Castro calificó como poco menos de que afrenta la oferta realizada por el jugador, un futbolista con más de 30 años que veía la oportunidad de dar el salto a la Premier y que además acababa contrato a dos años vista.
El resto de la historia ya está más fresca en el tiempo. El sevillismo, tras primero creer que Acuña se marchaba al River Plate a cambio de 5 millones de euros (la oferta de Monchi llegaba en algunos casos al doble), quedaba atónito al comprobar que esa cantidad la contabilizaba el club en materia de ahorro de su ficha y la amortización restante. Algo así como regalar un Mercedes y presumir del ahorro en gasolina.
Lo que ha venido desde entonces ya lo saben. Monchi, antes de irse, trató de apuntalar el puesto a coste cero (aún con Acuña en la plantilla) con el desembarco de Pedrosa, una apuesta de futuro, internacional sub 21 que debía irse formando y poco a poco cubrir las recurrentes lesiones musculares del argentino y sus ausencias por sanción fruto de los chispazos de su fuerte temperamento. La idea no era que fuera titular de golpe, como lo está siendo, más allá de que desde el principio fue un jugador que exhibió más en ataque que en defensa. Y eso que el pasado domingo ante el Rayo Vallecano no estuvo mal y sostuvo con solvencia a un extremo peligroso y hábil como De Frutos.
El problema ha sido que quien en realidad ha suplido la marcha de Acuña es un jugador aún más a futuro que Pedrosa. Aquí se viene a la mente la frase, con media sonrisilla, de Mendilibar en la pretemporada al triunvirato formado por Castro, Del Nido Carrasco y Orta. “Ustedes piensan ir a la Champions con jugadores de 20 años”…
Valentín Barco ha sido ya defenestrado por García Pimienta y es bastante probable que acabe su cesión (está a préstamo por el Brighton) antes de tiempo, en el mercado de enero. El desencadenante fue un partido en Bilbao, en el que salió de titular, en ataque generó mucho y en defensa convirtió el flanco izquierdo en un coladero. Lo quitó en el descanso el barcelonés aun a riesgo de perder poder en ataque incluso con el marcador en contra. Parecía un error, pero el movimiento acabó siendo positivo. Empató el Sevilla, previa carambola, en una jugada de Ejuke.
García Pimienta llegó a reconocer que entre las reuniones con sus analistas obsesionaba la facilidad con la que los rivales hacían gol y creaban ocasiones desde la banda izquierda. Barco ha jugado 35 minutos en los últimos 4 partidos y la consecuencia es que el Sevilla, que tiene 4 laterales derechos en plantilla hasta el 30 de diciembre, no tiene lateral izquierdo.
Tampoco extremo. La marcha, ya con el mercado cerrado de Ocampos, ocasionó otro agujero, aunque el entrenador ha estado callado hasta que se ha lesionado Ejuke. No obstante, también es cierto que cuando se cierra una puerta se abre una ventana. Con el argentino en Sevilla Lukébakio era carne de banda izquierda y donde ha explotado ha sido en la derecha.
Rubén Vargas, tentado
Ahora –que estas cosas gustan mucho y más que nada distraen– se ha filtrado que hay conversaciones avanzadas para reforzar el ataque en esa posición con Rubén Vargas, un extremo. De lateral, de momento, no se oye nada. El suizo, que acaba contrato en junio en el Augsburgo, tiene el aval de haber sido pretendido por Monchi en su día.
El problema llega con el límite salarial, que el Sevilla tiene muy excedido. La marcha de Ocampos da margen, pero muy escaso y casi sin poder pagar traspaso. Por ello, la intención del club es liberar si fuera posible la ficha de Montiel, Marcao o Suso y escuchar si llegara alguna oferta suculenta por Badé o Lukébakio, los únicos activos con cierto interés en el mercado, que sí abrirían una puerta económica aunque ni mucho menos para tirar cohetes.
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