Lukébakio le da un gran impulso al proyecto de García Pimienta (0-2)

Barcelona/Alegría completa, por fin, para el Sevilla como forastero en la noche de viernes, un triunfo ideal para que todos los suyos puedan disfrutar del fin de semana con plenitud. El proyecto de Xavi García Pimienta volvió a relanzarse en Barcelona, a 15 kilómetros de Montjuïc, gracias a los dos golazos de su gran estrella del momento, el belga Dodi Lukébakio.

Los hombres que vestían esta vez de rojo al completo se iban a ir al intermedio con una clara ventaja gracias a esos dos disparos de calidad de Lukébakio. El belga de origen congolés, como Lokonga e Idumbo, sacó a pasear su extraordinaria pierna izquierda para colocar a los suyos con una ventaja de cero a dos que ya sería decisiva para el triunfo final por idéntico tanteo.

Conviene desglosar las dos acciones que otorgaron a los nervionenses esa renta. La primera llegó antes del ecuador de ese primer acto y se origina en un balón que recibe Lokonga en la línea de tres cuartos. El centrocampista no se pone nervioso, como siempre, y se lo da a su compatriota para que éste oteara el horizonte y lanzara un misil teledirigido a las redes de la portería defendida por Joan García.

Imposible para el joven portero de moda del fútbol español. La pelota lleva la rosca justa para que se alejara de su posición y también la fuerza y la dirección para que se convirtiera en uno de los mejores goles de este tramo de la competición. El Sevilla se había puesto por delante en el minuto 20 y eso debía provocar los nervios de un Espanyol muy cuestionado por los suyos.

Llegan a partir de ahí los mejores minutos de un Sevilla que había partido con la idea de parecerse mucho más al manual de estilo habitual en su entrenador, Xavi García Pimienta, en lo referente a arriesgar para tocar y salir desde atrás. Así llegó precisamente ese primer tanto y desde entonces los visitantes tendrían el control del juego, aunque Cheddira llegó a darles un buen susto en un córner tocado en el primer palo y al que no llegó por muy poco Král para rematarlo a bocajarro.

Pero eso iba a ser un espejismo. El Sevilla dio un paso adelante y se sintió a gusto en el perfecto césped de Cornellá. Ya hubo un intento de remate de Nianzou al que se le quedó el balón muy abajo para darle de cabeza (36'), también un excelente balón de Lokonga por dentro que no aprovechó Juanlu con todo a su favor ni después Isaac (42') y, por último, justo antes del descanso llegaría el 0-2.

Lukébakio, de nuevo, se sacaría un golpeo con la izquierda espectacular en una llegada múltiple de sus compañeros que parecía que no querían rematar. Fueron varios los intentos antes de que Juanlu optara por dejársela de cara al belga y éste aprovechara el metro que le dio Brian Olivan para su letal disparo. Perfecto, otro misil, esta vez abajo, imposible para el guardameta.

El Sevilla se iba al intermedio con una clara ventaja y hasta ese momento había demostrado que estaba varios puntos por encima del Espanyol, pero ni uno solo de los hinchas de la fe balompédica radicada en el sevillano barrio de Nervión se mostraba seguro en ese periodo de reflexión. Restaba un tiempo por delante y había que ver la imagen que daban los suyos con la situación tan a favor.

Trece córners en contra

No estuvo al mismo nivel que en el primer acto, pero tampoco hacía falta mucho más que estar firmes en la defensa para salir con los tres puntos de esta segunda visita consecutiva a Barcelona, en esta ocasión al término de Cornellá-El Prat. Los sevillistas cedieron una infinidad de córners, trece en total, pero todos sus futbolistas se emplearon a fondo para no permitir apenas remates francos. Sólo uno de Véliz en el minuto 71, pero el resto fue una demostración de seguridad defensiva que también debe ser resaltada.

El Sevilla ni siquiera se vio afectado por la lesión de Nyland, que tuvo que ceder su puesto en la portería al debutante Álvaro Fernández. Siguió defendiendo con la pelota, o al menos eso intentaba, aunque, lógicamente, sí padecía la inquietud que siempre suponen las acciones a balón parado. En una de ellas, el casero Ortiz Arias creyó ver una mano de Gudelj en un balón que había salido rebotado e incluso pitó penalti, pero el VAR lo sacaría de su intencionado error al obligarlo a desdecirse. El serbio tenía el brazo pegado a su cuerpo y no ocupaba ningún espacio antinatural, como se dicen en el argot de la contemporaneidad.

De esta manera, el Sevilla ni siquiera iba a sufrir en la recta final del choque, donde se echó en falta una mayor agilidad de García Pimienta a la hora de realizar los cambios. Lukébakio estaba muerto en el campo, no tenía ni un solo gramo de fuerza y pedía la sustitución a gritos. El técnico sevillista consideró que no había razón para tocar el equipo y se guardó los dos últimos retoques hasta el minuto 100, uno y medio antes de que todo concluyera.

Quien la lleva la entiende y seguro que sus datos indicarían que era lo más adecuado para su equipo, aunque la verdad es que desde fuera no se entendía absolutamente nada. Lo cierto, sin embargo, es que el proyecto del técnico catalán salió fortalecido de esta nueva visita a su ciudad gracias a los dos golazos de Lukébakio. Fue el protagonista absoluto, sin duda, aunque no el único, ya que también Lokonga dejó buenos destellos, además de la confirmación de que existe una pareja de centrales de buen nivel después de mucho tiempo. El Sevilla, en definitiva, ya tiene 15 puntos en su casillero y eso, en el fútbol, es lo único que vale.