El listón indeterminado de este Sevilla
El equipo de García Pimienta provoca a la vez críticas por pasar apuros para ganar a un Rayo con diez que elogios por traer la necesaria tranquilidad clasificatoria
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Para quien no conozca esta ciudad y esta afición, resultará complicado entender dónde puede situarse el listón de la exigencia de un equipo como el Sevilla, con la intrahistoria que encierra su pasado más reciente, su realidad actual y el futuro que idealizan sus gestores.
¿Basta, por ejemplo, ganarle a un Rayo Vallecano con diez jugadores sufriendo y sumar 18 puntos en 14 jornadas? García Pimienta, recordando lo que cuesta ganar un partido en LaLiga, atendía a los medios tras el partido de este domingo con una sonrisa de oreja a oreja. No es para menos. El Sevilla bajo su dirección supera en puntuación al de toda la primera vuelta de la campaña pasada, 19 encuentros en los que ya habían pasado tres entrenadores, José Luis Mendilibar, Diego Alonso y Quique Sánchez Flores.
La pregunta es si este Sevilla no da más que para que ese Rayo Vallecano tan limitado amenace una victoria en el Sánchez-Pizjuán con tres ocasiones clarísimas de gol o para que la moneda al aire esté más cerca de la cruz que de la cara cuando visita a un rival como el Leganés, recién ascendido a Primera.
El sevillismo aún no entiende –por mucho que se lo expliquen– eso del proceso de regeneración. Al aficionado le gusta o no le gusta su equipo, quiere verlo ganar más que perder y no quiere sufrir cuando se enfrenta a rivales que hace nada tenían menos de la mitad de su presupuesto.
Pero está la otra realidad, la que dice que ganar ya es tener mucho adelantado. Se podrá argumentar que LaLiga ha bajado alarmantemente de nivel, pero no es menos cierto que García Pimienta, con el último triunfo, ha logrado colocar al equipo en una zona cómoda, intermedia, con un colchón de puntos, incluso que se asome a Europa (todas las interpretaciones valen), situaciones que no hace mucho se hubieran firmado en el distrito de Nervión, máxime con una plantilla que se ha depreciado en cuanto a valor contable y que futbolísticamente ha caído en picado en cuanto a calidad.
Por tanto, ¿dónde debe estar el verdadero listón de este Sevilla? ¿Qué debe diferenciar una temporada buena de una mediocre o mala?
El sevillismo siempre se ha caracterizado por ser una afición muy especial. Exigente, sí, pero tremendamente adaptable a las circunstancias de cada momento. Capaz de tragárselo todo y también de exigir más cuando el equipo ha estado habituado a pisar las tablas y los cajones de un podio. Lo hizo con Jiménez –el último entrenador que ha dejado al Sevilla tercero–, con Unai Emery y con Lopetegui incluso en años de borracheras de plata.
Ahora se mantiene a la expectativa. Sale por los vomitorios del estadio quejándose del sufrimiento y la imagen dada ante un Rayo con un jugador menos, despide al equipo con una sonora pitada, pero también es consciente de lo que hay... Y quizá por ello se reafirma en la bronca a la institución.
Y todo ello sin dejar de acompañar al equipo allá donde va aunque reciba sólo disgustos en la mayoría de los casos y mal trato por parte de los dirigentes.
Se agarra a muy poco este sevillismo camaleónico pero sabio y que además no olvida. Pero, ¿donde está el verdadero listón de este Sevilla? No es, ni mucho menos con el que se contentan García Pimienta y Víctor Orta.
La afición lo entiende todo y pasa la mano hasta cuando entienda que es oportuno. A partir de ahí pedirá y pedirá más, porque además lo merece.
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