Jesús Alba
Cuando el reloj se pare
El Sevilla ha salido mal parado de la fase de partidos entre el parón de octubre, al que llegó impulsado por el triunfo en el derbi, y el de noviembre. Fue goleado por el Barcelona, perdió en un ejercicio de impotencia en Nervión ante la Real Sociedad y regaló el partido de Butarque. La lesión de Nyland, Badé y Nianzou en el único triunfo del periodo, en Cornellá, cortocircuitó la reacción tras la goleada de Montjuïc. Y tanto contra la Real como frente al Leganés volvió a exhibir sus carencias. En cuanto a García Pimienta se le han caído varias piezas claves, este neófito y joven Sevilla ha dado una imagen preocupante, en espera de que vuelvan lesionados tras el parón.
Es el fruto de un peliagudo cóctel, el de una plantilla rejuvenecida de forma abrupta durante el pasado verano y el del cúmulo de lesiones. Lo primero responde a uno de los dos objetivos que se marcó Víctor Orta junto el urgente y obligatorio de recortar drásticamente el coste de la plantilla.
Pero este otro objetivo trajo como daño colateral un bajón evidente de calidad general en la plantilla. Y no es que en el actual grupo de futbolista no haya buena materia prima y ahí están los casos de Badé, Lokonga o Lukébakio como ejemplos de futbolistas reconocidos internacionalmente y con valor de mercado, si bien el último está cedido por el Arsenal y no responde al criterio de fichar a futbolistas con miras a una venta futura.
Es la ecuación de proyecto nuevo, demasiada gente joven, falta de jerarquía y cúmulo de lesiones lo que ha manifestado la falta de fondo de armario de un equipo con la calidad justita como resultado de una apremiante economía de guerra.
El Sevilla es el cuarto equipo más joven de la Liga, con una media de edad de 25,7 años. Una media que se rebajaría si no estuviera Jesús Navas, el abuelo de la Liga que cumplirá 39 años el próximo 21 de noviembre, el mismo día que cumplirá 30 Saúl. Víctor Orta, para paliar la salida de pesos pesados que ejercía como capitanes como Fernando, Rakitic o Sergio Ramos, y antes incluso de la salida tras el cierre de mercado de Ocampos, fichó al mediocampista ilicitano para dotar de jerarquía a una plantilla que apenas contaba con Gudelj y Jesús Navas como veteranos. Pero el palaciego ya tiene un rol secundario y sólo sale a ratos y cuando puede.
La juventud por sí misma no es un mal. Y he ahí el ejemplo del Barcelona, líder de la Liga con la plantilla más joven: 23,4 años de media, superando a la Real Sociedad (24,6) y el Valencia (25). Pero en el Sevilla hay demasiados jóvenes que necesitan un entorno de menos presión y más adaptación junto a algunos futbolistas expertos.
El caso de Agoumé, que demostró su falta de confianza con la pifia del penalti en Butarque, es sintomático. Rindió mejor en el doble pivote, junto a Gudelj, el único veterano titular ante la lesión de Saúl. Jugando como medio de cierre en la vuelta al 4-3-3 evidenció que le falta muchísimo, a sus 22 años, para un puesto de tal importancia, el último hombre en el sistema de juego de García Pimienta.
El equipo echa en faltas futbolistas de jerarquía, como la de Badé a sus 24 años. Con él ha mejorado Nianzou (22) y en cuanto ha faltado, el equipo se ha caído. Porque a Marcao, con rol de capitán a sus 28 años, le falta tanta calidad como jerarquía se le presume. Y esto también ha hecho daño al equipo.
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