Leganés-Sevilla: una especie de 'reseteo'
La palabra reseteo aún no está recogida en el Diccionario de la Real Academia Española. La dieciochesca institución que limpia, pule y da esplendor a la lengua castellana aún no ha admitido un vocablo que es de uso común en la comunicación coloquial siendo deudo del constante fluir de lo digital. Pero el lenguaje futbolístico ya lo ha acogido como nueva expresión de lo que siempre ha sido una vuelta a empezar, un reinicio, una restauración de los valores iniciales. Y el Sevilla de García Pimienta está en este contexto después de la herida que dejó abierta la Real Sociedad no ya por la derrota, sino por cómo se produjo ésta.
Tan paupérrima fue la imagen de un equipo que dejó que se le vieran todas sus costuras. Y todas sus carencias. Ha bastado con que se acumulara media docena de bajas para que la estructura que tanto trabajo le costó levantar al técnico barcelonés se derrumbara y Leganés se presenta como la ocasión de realizar esa restauración.
Digresiones linguísticas al margen, afronta el Sevilla un partido complicado y no tanto por el nivel del contrincante sino por esas carencias que está evidenciando la plantilla sevillista en cuanto le han faltado algunas piezas clave. Las bajas de los dos centrales que parecían haberse asentado como la mejor pareja sobre la que construir la estructura defensiva -Badé y Nianzou-, unidas a la de Nyland, ya se hizo notar frente a la Real, un rival que evidenció la diferencia de nivel de ambos equipos actualmente. La lógica invita a pensar en Gudelj como recuperado comodín para obturar el agujero en el eje de la zaga, después de la nueva caída en desgracia de Marcao. Eso le abriría de nuevo la puerta a Agoumé en la medular, que tampoco anda sobrada y vive apenas del oficio de Lokonga.
También se suma la incógnita de cómo solventará García Pimienta la otra falla más obvia del equipo: la banda izquierda. Con Pedrosa dejando muchas dudas en cada comparecencia como lateral, Valentín Barco está en un extraño ostracismo interior y aún no lo ha probado como extremo desde la baja de Ejuke. Idumbo se ha sumado a la nómina de lesionados y, sin ser una solución, deja abierta la interrogante sobre quién ocupará su plaza a babor.
Y por último queda la incógnita de cómo se desenvolverá Isaac, que parece peleado con el balón en su obcecación por dar por fin con la tecla para marcar, aunque asegure una y otra vez que no se "come la cabeza” con esa pertinaz sequía goleadora que padece.
En Cornellá, Lukébakio se erigió como héroe demostrando que es el futbolista de más calidad de la plantilla y anontando dos golazos. Es el máximo goleador del equipo, de hecho, con cinco tantos (uno de penalti). Pero su brillo sólo es efectivo cuando actúa en la derecha para perfilarse hacia dentro y aprovechar su tremendo disparo. El belga, casi solito, se encargó de salvar la papeleta contra el Espanyol y frente a la Real fue cambiado de banda cuando se lesionó Idumbo. No fue la solución, ni mucho menos.
Ése es el cúmulo de incógnitas de un Sevilla al que ha advertido su entrenador públicamente, también en privado, que como mínimo debe igualar la intensidad de un recién ascendido que es todo brío. El Leganés, además, ha marcado media docena de buenos goles en sus dos últimos partidos, su triunfo más holgado hasta ahora frente al Celta (3-0) y la derrota en Gerona (4-3). Hasta esa epifanía goleadora de Juan Cruz y compañía andaba con escasez en la suerte suprema del fútbol. Pero el carácter no le va a faltar al equipo del neófito Borja Jiménez, piropeado por su homólogo García Pimienta, para asaltar a las bravas y con un juego directo a este Sevilla tan dubitativo.
Toca resetear pues, usando el concepto informático, entre dudas y bajas. Luego habrá un parón para la reflexión y mejor que ésta llega desde la positividad de un triunfo. Si no, el Sevilla se enfrentará una nueva crisis.
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