La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La generación del pico y la pala
Sevilla FC
Llegadas estas fechas el aficionado al fútbol sueña con regalos de Reyes en forma de fichajes que la experiencia dice que casi nunca salen bien. Hay excepciones y en el Sevilla, con Monchi al mando de las operaciones, han llegado jugadores en el mercado invernal que han dado un rendimiento tanto en lo deportivo como en lo económico muy por encima de lo esperado, pero no siempre ha sido así, y menos estos dos últimos años en los que el de San Fernando ha estado lejos del Sánchez-Pizjuán.
Lenglet, Jovetic, Medel, Rakitic e incluso más atrás en el tiempo el mismísimo Daniel Alves... han sido inversiones en el mercado de enero que han dado alegrías a la afición sevillista, que no sabe lo que es eso desde que el ex guardameta se marchó a la Roma.
Poniendo como ejemplo los dos últimos mercados abiertos en esta época del año, el denominador común ha sido un gasto importante que ha ido directamente a la basura y que ha lastrado las cuentas de la sociedad más de lo debido. Una parte del escaso beneficio que el consejo de administración va a presentar en la próxima Junta General de Accionistas (2,48 millones de euros) es a causa de una mala gestión de los recursos en un mercado que tiene muchas aristas y que puede confundir a quien no se maneja bien en el mundo de las finanzas futbolísticas.
Óscar Arias pagó 11 millones por el pase de Arana y llegaron cedidos desde Inglaterra Roque Mesa y Sandro
Con Caparrós al mando, se invirtieron 10 millones en Wöber, 15 en Dabbur, 1 en Munir y llegó Rog cedido
Monchi siempre ha advertido cada vez que se le ha preguntado que no cree en este mercado, aunque pese a ello ha logrado frutos importantes en su época de gestión deportiva en el Sevilla, aunque también algunos fracasos. Hay una serie de mandamientos para moverse bien en el mercado invernal: sólo apuntar algún puesto determinado, no esperar nunca rendimiento inmediato y utilizarlo como apuesta de futuro si están todas las necesidades cubiertas.
Pero nada de eso puede decirse que tuvieron en cuenta los predecesores de Monchi, Óscar Arias y Joaquín Caparrós con José Castro como responsable último. Entre los tres lastraron a la entidad con cerca de 50 millones con operaciones de las que sólo Munir y Dabbur (éste para la actual temporada) siguen en la plantilla. De momento.
Como lastre en enero de 2018 y 2019, Nervión llegaron varios cedidos (los jugadores a préstamo también hay que pagarlos, a veces a precio de oro) y dos inversiones muy arriesgadas por el alto coste –Arana y Wöber– que pudieron ser tres si el Nápoles acaba cediendo y hubiese incluido la opción de compra que Caparrós pretendía firmar en la cesión de Marko Rog, de la que se llegó a hablar incluso de 20 millones de euros.
Algo menos, más de 11, invirtió el Sevilla en enero de 2018 por el 80% del pase de Guilherme Arana, una apuesta de Óscar Arias que resultó ruinosa y que aún lastra la planificación del Sevilla. El brasileño, que acababa de ganar el Brasileirao con el Corinthians, llegó pasado de peso y nunca se pondría al nivel de sus compañeros. Jugó algo con Machín ya en la temporada siguiente y el pasado verano fue cedido al Atalanta, donde tampoco juega y quien no desea que continúe hasta junio. Junto al brasileño llegaron cedidos a un alto coste, Roque Mesa y Sandro, ambos del fútbol inglés, del Swansea y del Everton. El canario no jugó con Montella y sí lo hizo con su mentor, Caparrós, que además la primera operación que firmó como director de fútbol fue pagar más de 7 millones por traerlo en propiedad. Hoy, ambos siguen en la liga española, con evidentes pasos atrás militando en las filas de Leganés y Valladolid.
En enero de 2019 llegaron como gran apuesta Wöber, en principio cedido pero después se supo que por 10 millones (si bien éste sí fue bien vendido y hoy está en el Salzburgo), el citado Rog y Munir por un millón al negarse a renovar. Ésta, que puede considerarse una buena operación, iba a ser una inversión como la de Dabbur, para la siguiente campaña, pero el Barça lo liberó.
Puede ocurrir que tanto Dabbur como Munir, los únicos de los llegados en los dos últimos mercados de invierno que siguen en la plantilla, salgan ahora, justo un año después de una disparatada inversión que ahora se paga en la planificación con la ausencia de un delantero que garantice goles y que le guste al público. Aunque Dabbur fue una apuesta para la siguiente temporada, Caparrós y Castro autorizaron un fichaje de 15 millones de euros sin saber qué entrenador estaría en el banquillo seis meses después. Ese dinero, junto a los 11 de Arana, los 10 de Wöber, el millón que costó Munir y una media de 3 millones por cada cesión (Sandro, Roque Mesa y Marko Rog) elevan lo invertido a cerca de 50 millones, sin contar el precio de la compra del canario. Y todavía pudieron ser más si finalmente se incluye la opción de compra obligatoria que Caparrós negociaba con el Nápoles por Rog.
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