Juande Ramos muere con Jesús Navas: "Fue una satisfacción entrenarlo"

Hasta su despedida el día 30, lo que será una locura de ex compañeros que pasarán por el Sánchez-Pizjuán, Jesús Navas sigue recogiendo mensajes con mucho cariño de personas que fueron importantes en su vida y en su carrera. Uno de ellos, está claro, es Juande Ramos, el entrenador que lo hizo campeón y con el que llevó al Sevilla a la gloria en un año y medio en el que cayeron nada menos que 5 títulos: dos Copas de la UEFA, una Copa del Rey, una Supercopa de Europa y una Supercopa de España.

El entrenador de Pedro Muñoz no ha podido más que recordar con cariño los días en los que tenía a un jovencísimo Jesús Navas en su vestuario. “Para mí ha sido una satisfacción haberlo entrenado, haber podido trabajar con él. Es un magnífico profesional y ya lo dicen los 18 años (en realidad han sido 20) de carrera profesional que ha tenido, y el ser el jugador con más partidos en Sevilla. También ha participado en la Premier League en Inglaterra, yo creo que es un ejemplo a seguir”, afirmaba Juande Ramos en Madrid en la presentación de un libro sobre Paco Gento.

El manchego, que ahora vive apartado del fútbol después de haber entrenado desde su salida del Sevilla a equipos como el Tottenham, el Real Madrid o el Dnipro, comentó brevemente el proceso de regeneración que vive el club nervionense en el que se convirtió en algo parecido a un dios. “Está haciendo su temporada, está en un proceso de renovación y está haciendo una temporada aceptable”, decía.

Juande Ramos, que llegó en el verano de 2005 (justo en el que se fue Sergio Ramos) para dar al Sevilla una vuelta de tuerca clave tras la renuncia de Joaquín Caparrós, acabó saliendo mal del club por culpa de las formas. La relación profesional, sobre todo con José María del Nido y Monchi, se fue erosionando a cuenta de los intereses con los fichajes y tras adquirir un compromiso con el Tottenham para la temporada siguiente, la destitución de Harry Redknapp precipitó una marcha a comienzos de temporada que el sevillismo interpretó como una espantada.