Opinión
Eduardo Florido
El estancamiento retórico de García Pimienta
Nombres propios
Ganó el Sevilla por la mínima de nuevo, como en los tres precedentes en el Ramón Sánchez-Pizjuán, pero con una ventaja numérica que no le bastó para lograr el gol de la tranquilidad que cerrar el partido. Lo tuvo en la segunda parte Isaac, el hombre del partido por cómo resultó determinante en las dos acciones decisivas: el pase de gol a Sow y la picardía en la acción que supuso la roja a Unai López.
Catorce jornadas de Liga se han consumido ya, más de veinte veces ha rematado a portería Isaac Romero y aún sigue sin cantar un gol. Pero entre la falta de alternativas de garantía y que el lebrijano hace muchas cosas en descargo de su falta de tino, el concurso del lebrijano se hace necesario en espera de sus goles. Su control y fuerza para buscarse el espacio antes de asistir a Sow fue clave. Y más aún sacar de sus casillas a Unai López, aunque el equipo apenas aprovechara luego jugar ante diez.
Aunque el internacional suizo sigue jugando demasiado de puntillas y le falta carácter para sacar su teórica calidad a la hora de armar el juego del Sevilla en la zona ancha, suele descolgarse en el área con oportunismo y al hacerlo, Isaac vio en él a ese delantero que la pasada temporada encarnaba Youssef En-Nesyri.
Gudelj juega al fútbol con luces cortas, rara vez cambia a largas, y aunque su sentido táctico y su manejo del contacto le viene a este limitado Sevilla como el aceite a las espinacas, cuando se trata de dar un paso adelante y hostigar más arriba, se inhibe. Fue lo que ocurrió en esa penosa segunda parte donde se jugó con fuego.
José Ángel Carmona no tuvo manera de anticiparse a las galopadas de Álvaro García, quien volvió a demostrar que en Nervión se siente como Mick Jagger en un escenario. Dos veces se tragó el visueño un balón largo al rayista, que a punto estuvo de aprovecharlo. Y otras tantas, fue desbordado por el extremo.
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