Jesús Alba
Cuando el reloj se pare
Sevilla FC
La apuesta que realizó Víctor Orta, en su plan de reducir al máximo el coste de la nueva plantilla intentando cubrir lo mejor posible todas las líneas, tuvo su cénit en el fichaje, como agente libre, de Orjan Nyland. El traspaso por más de 20 millones de euros de Bono a Al Ittihad hacía prever un esfuerzo por un meta con una trayectoria de más lustre.
Pero la dirección deportiva optó por un portero con clarísima vitola de suplente en todos los clubes en los que había estado hasta su desembarco en Nervión. A sus 32 años -cumplió 33 años el 10 de septiembre-, en ninguna temporada Nyland ha tenido ese marchamo de titular, que sí le es respetado en su selección.
Con Noruega, que ha vuelto a convocarlo para las próximas citas en Chipre y ante España en Oslo en el parón de octubre, lleva ya 48 partidos y llegará a los 50 una vez juegue, como suele hacer siempre, estas dos citas de clasificación para la Eurocopa 2024. Pero fuera de su selección, el historial de Nyland tenía muy poco lustre a sus 32 años.
Ahora, con 33, sí goza de una titularidad que le ha sido esquiva hasta su llegada al Sevilla, pues apenas suma en la élite 7 partidos en la Premier League, tras el ascenso del Aston Villa en 2019, y 20 partidos en la Bundesliga, entre los 18 que jugó en el Igolstadt en las lejanas temporadas 15-16 y 16-17, y los dos que disputó la campaña pasada en el Leipzig.
Es cierto que el noruego sufrió dos lesiones importantes, ambas en el Aston Villa, antes de que llegase libre primero al Reading y luego al Leipzig. El equipo de Birmingham pagó por él 3 millones de euros en 2018 al Ingolstadt, para competir en la segunda división inglesa. Nyland disputó 23 partidos en la Championship hasta que se lesionó el tendón de Aquiles en diciembre de 2018. Se perdió el resto de la campaña 18-19. En la 19-20 apenas jugó 7 partidos en la primera categoría inglesa.
Pero en la temporada 20-21 volvió a lesionarse, ahora en la espalda, y en invierno fichó por el Norwich. Luego pasó por el Bournemouth, el Reading, en la Championship... Y ya firmó como agente libre en el Leipzig en 2022, pero apenas jugó tres partidos la pasada temporada: dos de la Bundesliga y uno de la Copa de Alemania.
Es más, el martes debutó en la fase de grupos de la Champions League ante el PSV. Sólo siendo muy joven, en el Molde, jugó seis partidos de clasificación para la Europa League (13-14 y 14-15) y cuatro partidos de clasificación a la Champions (13-14).
Por todo ello, y por la preeminencia que siempre le dio Mendilibar a Dmitrovic, parecía que el serbio, cuyo protagonismo entre marzo y mayo pasados en la Liga también instó a Bono a buscar un destino fuera, sería el titular y que Nyland iba a ser un convidado de piedra esta campaña, como lo fue en Leipzig, en Birmingham, etc.
Pero el claro error del ex del Eibar ante el Lens, cuando dudó y no cubrió su palo en una falta muy cercana que supuso el empate, hizo que el entrenador vizcaíno ya ante el Osasuna, una plaza complicada, se decantase por Nyland, aunque no se puede achacar a un solo fallo tal cambio radical.
En Eindhoven podía parecer que Dmitrovic volvería a la portería, como ante el Lens. Pero Mendilibar se volvió a decantar por el noruego, al igual que en Pamplona, ante el Almería, su único partido en casa hasta ahora, y en Barcelona. Frente al PSV no es que tuviera mucho trabajo, porque el peligro fue muchas veces más sugerido que real. No destacó por ninguna parada trascendental.
Pero volvió a transmitir seguridad. Sobre todo, Nyland da confianza por una cualidad que estima Mendilibar: su seguridad con los pies para lanzar en largo, y con las manos, en su idea de que el Sevilla juegue lo más posible en el campo contrario. Con Bono, los defensores y centrocampistas se veían más seguros jugando hacia atrás, no así con Dmitrovic, que tampoco tiene una mirilla de precisión en su zurda. Con Nyland, el juego se hace más directo, sobre la certeza de que el noruego es firme y hábil en los lanzamientos.
Ya lleva los mismos partidos que Dmitrovic, tres de Liga, y uno de Champions –la Supercopa y la primera jornada las jugó Bono–. Ha jugado en plazas complicadas y goza de una nueva realidad: ser portero titular en un club de élite.
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