La idea, fría como el ambiente (0-0)
SEVILLA FC-VILLARREAL · La crónica
El Sevilla de Sampaoli no es capaz de contagiar con su fútbol a una grada que no tuvo la voz de los 'biris'.
Nasri falló un penalti y el Villarreal se lleva un punto y muchas ilusiones de Nervión.
Sevilla/El fútbol se adereza con varias salsas. Una se cuece durante la semana en el campo de entrenamiento y otras adornan el plato para que tenga color y sea atractivo en la mesa. Al Sevilla se le cortaron las dos salsas ante el Villarreal, el equipo que con muchos titulares ausentes se llevó de un Ramón Sánchez-Pizjuán medio mudo el primer punto desde el paso del Barcelona por este escenario que siempre ha llevado a gala ser una caldera.
El equipo de Sampaoli ha pasado en dos semanas de aspirar al título de Liga para los analistas, vendemotos y aficionados más osados a entrar en una especie de bache en el que pueden meterse muchas hierbas secas. Si en el fútbol que ideó el entrenador argentino, al que apellidó amateurismo, debe jugar un papel clave el calor de una hinchada, el Sevilla ha tenido como dudoso aliado un público que vivía lo más parecido a una plácida y soleada mañana en el campo. Las decisiones en cascada desde el mismo poder que emana de las autoridades nacionales hasta las que toma el que toca el bombo, como hicieron los integrantes del grupo vetado en Gol Norte al entender que lo que mejor defiendía sus intereses era no animar al equipo, no ayudaron a un Sevilla ya de por sí frío como el ambiente.
Pero no culpemos sólo al respetable -cada vez menos respetado- de que los blancos no sumaran los tres puntos ante el Villarreal para restaurar el desaguisado de Cornellá. Ni tampoco al arbitraje como entonces por mucho que en el mismo minuto en el que Pareja se iba a la ducha y Reyes ponía el balón en los once metros un agarrón de Víctor Ruiz a Jovetic no tuviera el mismo rasero, ni la mitad siquiera. El equipo de Sampaoli demostró que la idea se le ha enfriado, que la salsa de ese fútbol que otros días desarboló con descaro a quien fuese se le ha cortado y que necesita frescura. Sólo vivió el Sevilla de arreones de lucidez de un Nasri que va y vuelve en medio de un equipo partido en dos. En esta ocasión con una pieza más por detrás de N’Zonzi quizá para que no se repitiesen los desajustes defensivos del último partido pero sin que fuesen las triangulaciones las que generasen la superioridad numérica necesaria para mover el olivo y que caigan aceitunas. Si más efectivo es llegar que estar, el estatismo de esos cinco hombres que esperaban arriba el acarrear balones de Nasri fue pan comido para el sistema defensivo del Villarreal.
Otra cosa es que este Sevilla esté viviendo continuas injusticias que devienen de esta Liga de los distintos raseros. Y en esta mañana soleada se pudo ver en las medidas que se toman contra este estadio y esta afición, con sus grupos ya oficialmente calificados como violentos, frente a otras que insultan y agreden igual, y en decisiones como la del agarrón a Jovetic. Es la Liga de los diferentes raseros, de las clases, las castas como dirían algunos, aunque el sevillismo la única casta que conoce es la que aparece en su himno asociada al coraje, pero precisamente ante el Villarreal ni eso le dio la alegría de otras jornadas en los instantes finales.
Sin agarrarse a excusas, el Sevilla no fue capaz de doblegar al su rival por su propia impericia, porque N’Znozi no tuvo su día y porque arriba, literalmente, no se movía nadie. La vuelta a los tres centrales restó un hombre de ataque, y eso que Vitolo en su vuelta fue más una pieza ofensiva desde el carril, donde incluso provocó un penalti al comienzo de la segunda mitad que podía haber sido la solución si Asenjo no le adivina el tiro a Nasri.
Los de Sampaoli estuvieron animados el tiempo que el francés explotó su buen ritmo inicial para mover a muy buen son a un Villarreal que aún andaba tomando posiciones, si bien las dos mejores acciones antes del descanso no llegarían de sus conducciones sino de un buen centro de Mercado que Ben Yedder cabeceó quizá muy centrado y una acción a balón parado que acabó en una internada de Vitolo con remate con la izquierda y forzado que salió alto. Pero ya en los últimos quince minutos del primer acto el Villarreal iba a ir tomando el control de la situación pegando a futbolistas como Trigueros cerca de N’Zonzi y un dubitativo Rami para generar situaciones de peligro, como una falta de Bruno y un remate del mismo Trigueros.
El segundo tiempo se iniciaba casi en el mismo son, con los amarillos subiéndose a las barbas y la afición impacientándose por momentos. Hasta que llegó esa gran ocasión en el penalti que Vitolo se buscó ante Mario y que Nasri, buscando el palo derecho, no pudo convertir en el 1-0.
La ansiedad iba a ir tomando terreno en el fútbol de un Sevilla con la idea un tanto fría y sólo fiada a la inspiración de Nasri. Esta vez ni la solución de Sarabia y su golpeo hicieron el efecto salvador, como sí hizo Asenjo, gran protagonista del rival, en la segunda mejor ocasión del partido, un cabezazo de Iborra tras un centro de Nasri que se quedó a centímetros de la raya de gol.
El Villarreal, mientras, asustó en un par de contras cuando Escribá metió la chispa de Bakambu, pero sobre todo en un mano a mano de Adrián con Sergio Rico que, tras sortear al meta de Montequinto, estrelló el balón en el lateral de la red.
El Sevilla se dejó dos puntos en mitad de un ambiente como no es habitual en el Sánchez-Pizjuán, pero también por no encontrar el punto con el que esta afición vibra. Porque Gol Norte no animó, pero el resto del estadio, el que se contagia de los cánticos y la fuerza de los biris, no se contagió del fútbol de su equipo porque su equipo transmitió más bien poco.
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