El himno de las burbujas, los martillos y otras curiosidades del West Ham

West Ham - Sevilla

El equipo londinense, primer club inglés de Kanouté del que era hincha Alfred Hitchcock, sale al campo entre una nube de pompas de jabón

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Más de 1.000 sevillistas animarán en el Estadio de Londres

El himno del West Ham, Blowing Bubbles, cantados por sus hinchas en Wembley. / Harry Hammer

El West Ham es uno de los históricos equipos de Londres. Sin llegar a la fama internacional del Arsenal o el Tottenham, los archirrivales más clásicos de la City, o el más reciente nuevo rico, el Chelsea, los hammers, martillos en inglés, tienen una acendrada historia pese a proceder del East End, un barrio extramuros de extracción proletaria en sus orígenes.

De ahí le viene su vinculación con los martillos cruzados, de carácter industrial, que luce en el pecho. Su origen es de 1895, cinco años después de que se produjera el germen del Sevilla, en 1890, precisamente también con raíz en ingenieros y personal británico afincado en en la ciudad por motivos industriales, en concreto por las empresas McAndrews Company Ltd. y The Seville Water Works Company Ltd.

Igual que el Riotinto Balompié y el Recreativo de Huelva, los dos equipos más antiguos de España, tienen su origen en la Rio-Tinto Company Ltd., que explotaba las minas onubenses, el West Ham está vinculado en origen a la Thames Ironworks and Shipbuilding Company, una empresa fundada en plena Revolución Industrial, en 1837, que trabajaba en la construcción de barcos en el Támesis.

Allí se trabajaba con acero y se hizo, por ejemplo, el segundo barco acorazado de toda Europa, el HMS Warrior, después de uno francés, La Gloire, que se construyó en Tolón, en la costa mediterránea, muy lejos del Mar del Norte. De aquel origen industrial vienen los martillos que usaban los primeros futbolistas y aficionados del West Ham.

Desde casi sus orígenes, los hammers hicieron propia una canción norteamericana que se hizo popular a principios del siglo XX, el I’m forever blowing bubbles, al que se le dio carácter futbolístico rematando con el adejetivo que completa el nombre del equipo, West Ham United:

I’m forever blowing bubbles,

pretty bubbles in the air.

They fly so high, nearly reach the sky

and like my dreams they fade and die…

Fortune’s always hiding,

I’ve looked everywhere.

I’m forever blowing bubbles,

pretty bubbles in the air.

United! United!

La tradución sería:

Siempre estoy soplando burbujas,

lindas burbujas en el aire.

Vuelan tan alto que casi alcanzan el cielo.

Y como mis sueños se desvanecen y mueren...

La fortuna siempre se esconde,

he buscado por todas partes.

Siempre estoy soplando burbujas,

lindas burbujas en el aire.

¡United¡! ¡United!

Recientemente se instaló la costumbre de que el equipo saltara al campo entre una nube de pompas de jabón. Esta misma canción, el himno del West Ham United, fue escuchada por ejemplo por un mito del Sevilla como Kanouté, que jugó en Upton Park, su estadio durante 112 años nada menos, de poco más de 30.000 espectadores, de clara estructura y fisonomía británica, que fue destruido cuando en 2016, el año en el que el Sevilla le ganó su quinta UEFA Europa League al Liverpool, se mudó al Estadio de Londres, construido para los Juegos Olímpicos de 2012 y readaptado para el fútbol.

El West Ham fue el primer club inglés de Kanouté, que arribó allí en 2000 procedente del Olympique de Lyon, hasta que en 2003 los ricos del Tottenham lo ficharon, antes de que llegara al Sevilla para convertirse en su futbolista internacional más legendario en 2005, año del Centenario del Sevilla. Como hammer, Kanouté marcó 24 goles en 84 partidos. Como curiosidad, otro sevillista reciente, Chicharito Hernández, también disfrutó del himno de las burbujas.

No pudo disfrutar de Kanouté el sin par cineasta Alfred Hitchcock, que murió en 1980, justo el año en el que el West Ham ganó su última FA Cup de las tres que atesora en su palmarés. Sí disfrutaría el gran Hitch del título de la Recopa en 1965, aunque en aquella década estaba aún enfrascado en su etapa hollywoodiense (Psicosis, Los Pájaros, Marnie...) antes de regresar a Londres para cerrar su trayectoria con películas impresionantes como Frenesí.

Los hammers soplarán burbujas para cumplir su sueño de reverdecer laureles. Los sevillistas, de blanco impoluto, deben ser rapaces como pájaros ávidos de gloria para no caer en un frenesí de martillos y que el suspense de la eliminatoria no derive en una psicosis de sueños volátiles... como pompas de jabón.

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