El físico del Sevilla no cambia y ahí está el déficit (1-1)

Sevilla - Athletic | La crónica

El cuadro sevillista se adelantó pronto en el marcador, pero sus carencias físicas lo fueron hundiendo delante de Dmitrovic

Los blancos, sin embargo, pudieron ganar en la jugada final

Sampaoli: "No podemos correr tras el balón"

Los jugadores del Sevilla, uno por uno

Las imágenes del Sevilla-Athletic Club

Óliver Torres golpea con serenidad para marcar el gol sevillista.
Óliver Torres golpea con serenidad para marcar el gol sevillista. / Antonio Pizarro

Sabor agridulce para el Sevilla en el debut de Jorge Sampaoli como entrenador. Aspectos positivos, llegó a ponerse por delante, compitió e incluso tuvo una postrera oportunidad para haber adicionado los tres puntos en ese balón que se le quedó a Lamela para que disparara a puerta vacía cuando fue derribado por Ander Herrera. Cuestiones negativas, el nuevo entrenador puede tocar las cabecitas de los futbolistas, pero el físico es el que es y los sevillistas fueron un juguete roto a manos del Athletic durante toda la segunda mitad, que llegaba hasta Dmitrovic por todos los frentes posibles.

Ya cada uno se puede quedar con unos aspectos o con otros para establecer el balance que crean oportuno, pero lo cierto es que volvió a ser evidente que la construcción de la plantilla nervionense es manifiestamente mejorable por parte de quien la diseñó, de quien no fue capaz de captar que el físico de sus componentes no les permite competir de igual a igual con todos los equipos de la Primera División del fútbol español.

Puede jugar un futbolista u otro, la cuestión es que llega un momento, más o menos en torno a la media hora, en el que el rival ya siempre llega antes que los hombres que visten de blanco. Da igual que la forma elegida de sacar el balón sea a través de correr riesgos, de atraer adversarios para salir tocando, que la vía elegida sea un estilo más directo para tratar de recuperar después la posesión más arriba. El final siempre es el mismo, los centrocampistas son incapaces de ganar los duelos individuales y, por tanto, la pelota vuelve a estar en poder de quien esté enfrente, en este caso de un Athletic que llegaba una y otra vez al borde del área de los locales, incluso hasta dentro de ella, con una facilidad pasmosa.

Y ahí llegan los disparos a bocajarro, las opciones diáfanas para batir a Dmitrovic. El Sevilla, es verdad, tuvo una mayor protección para Dmitrovic en esa fase de acoso debido a que Marcao tuvo un prometedor debut como central izquierdo, dado que une carácter a su calidad técnica tanto para defender como para manejar el balón, y también a que José Ángel y Nianzou, durante la mayor parte del partido, no todo, fueron capaces de colaborar con el brasileño en esa faceta de proteger al guardameta propio.

No se puede decir lo mismo de Gudelj, que fue uno de los grandes problemas cuando lo retrasaron a la posición de defensa por el medio de los otros dos centrales. El serbio, con el mayor de los respetos hacia él como profesional, se asemeja muchas veces a la vida de un benedictino, se dedica a la vida contemplativa y casi nunca es capaz de hostigar siquiera al delantero cuando éste se dispone a rematar. Si encima le deja el balón que le facilitó a Mikel Vesga para el disparo de éste en el empate a uno... Ni un delantero centro propio, de los que ejercen de pantalla, se lo hubiera puesto en tan excelentes condiciones para empalmar el balón en el golpeo al borde del área.

El final, pues, deja unas extrañas sensaciones en los sevillistas, de no saber si otear el futuro con esperanza o con resignación, aunque eso se encargará el tiempo de descifrarlo. La primera cuestión es desbrozar lo que supuso la llegada de Sampaoli al banquillo en lo referente al manejo de los cromos y también al movimiento de las fichas.

El argentino dispuso a su primer Sevilla con un dibujo de 1-4-3-3, aunque con la matización de la posición que ocupara Óliver Torres, que era el que lo inclinaba hacia una disposición u otra. Pero defensivamente, la primera propuesta de Sampaoli partía con la sorpresa de Dmitrovic como guardameta; Montiel era el lateral derecho, con un arranque brioso; en la pareja de zagueros estaban dos recién llegados, Nianzou y Marcao, mientras que la izquierda era para Alex Telles. En el centro del campo, Joan Jordán y Gudelj, complementados muchas veces por Óliver Torres, aunque éste era el que se acercaba más veces a la posición de un Dolberg flanqueado por Papu Gómez e Isco en los interiores.

La puesta en marcha fue prometedora, entre otras cosas porque en el primer acercamiento de la pareja integrada por los argentinos Montiel y Papu Gómez por la derecha ya llegaba el primer gol. El lateral recibió un pase excelente de su compatriota y puso la pelota atrás, Dolberg no la controló bien y Óliver Torres llegó como un tren para marcar un gol de fútbol sala, casi mirando al sitio contrario en el que ponía el balón.

El Sevilla había marcado pronto, algo raro en casa, y encima tuvo una fase agradable para hacer el segundo, sobre todo en un paradón de Unai Simón al Papu Gómez (6’) y en un gran centro de Alex Telles que no era rematado ni por Isco ni por Nianzou (11’). Se habían esfumado dos grandes opciones para ensanchar la distancia en el marcador y la deriva, como casi siempre, ya iba a ser descendente conforme castigaba el físico a los anfitriones.

De cualquier forma, antes del intermedio la única llegada clara vasca fue una de Alex Berenguer. No sucedió lo mismo después del periodo de recuperación, pues hubo una fase entonces en que era una anotación en archivo de word por minuto. 51, 52, 53, 55, de ahí un salto al 60. Por medio, hasta que se produjo el empate en el balón que le dejó Gudelj a Mikel Vesga, defendido por cierto con la mirada por un Lamela que tenía ese encargo expreso desde su banquillo, un par de aproximaciones de Montiel (54’) y Papu Gómez (73’).

Había agotado ya los cambios Sampaoli antes de que se materializaran las tablas y después de la igualada sólo cabía pensar en algo aún peor para los intereses del Sevilla y de Sampaoli. La tuvieron los hermanos Williams varias veces, particularmente una muy clara de Iñaki en un cabezazo (87’), también Raúl García, pero todo se mantuvo igual hasta el último minuto de la prolongación, cuando Ander Herrera se hizo acreedor al tres de la ficha al salvarle dos puntos a los suyos, aunque también sea verdad que a Lamela le faltó ir de más verdad para rematar a puerta vacía. La falta no fue bien ejecutada y también en el córner final los blancos la tuvieron a través de Delaney, Gudelj y José Ángel.

No la materializaron, uno a uno en el electrónico final, Sampaoli al menos sumó en casa, pero viendo el físico de este Sevilla o se produce un verdadero milagro que cambie la tendencia en ese aspecto tan fundamental en el fútbol moderno o el año amenaza con nubarrones muy oscuros conforme vaya avanzando el calendario hacia el invierno.

stats