Jesús Alba
Cuando el reloj se pare
Alavés-Sevilla | Informe técnico
Bloqueo preocupante el de Xavi García Pimienta en Vitoria. No acertó con el dúo Nianzou-Kike Salas atrás, tampoco con la ubicación de Peque en la izquierda. Y aunque el preparador catalán no es responsable de los continuos detalles de falta de calidad en no pocos jugadores durante la primera mitad, nada hizo por tratar de corregirlo en el descanso. Ni un cambio tras ese primero forzado por la lesión de Isaac Romero. De hecho, las entradas de Ejuke y Barco llegaron tras el 2-0, pasada ya la hora de juego.
El Deportivo Alavés suele ser un ejemplo de ardor e intensidad cuando comparece en Mendizorroza. Y como este Sevilla tan dubitativo atrás invita al rival a la presión, extrañó la actitud inicial del cuadro vitoriano, que optó por posicionarse a la espera de una salida rápida y ventajosa, preferentemente por la banda derecha con Carlos Vicente. El primer cuarto de hora vivieron contranquilidad los cuatro zagueros de rojo. Y quizás por ello se durmieron de forma alarmante en un saque de banda en el que Carlos Vicente, casi sin querer, se encontró dentro del área con la posibilidad de chutar a puerta sin oposición alguna. El tiro no era imparable ni mucho menos, pero Nyland debió salir con hambre y se la comió en el primer palo (17’).
Ese golpe inesperado al mentón volvió a dejar grogui al Sevilla, que no sabe encajar los reveses. Y la descomposición defensiva fue clamorosa. Desde el balón largo en el que Kike Salas se deja ganar la ventaja por el delantero Toni Martínez, que perdonó (20’) el segundo tanto, a la pasividad colectiva en el centro de Carlos Vicente desde la derecha que cazó Stoichkov en el segundo palo para enviar la pelota a la red. Suerte para los de rojo que hubo fuera de juego previo en la banda (25’).
La media hora que perpetró el Sevilla desde el 1-0 al descanso fue indescriptible. Lo primordial para competir, la premisa, es la calidad. Y falta calidad a espuertas. En la defensa, por ejemplo, cuesta una barbaridad lo más simple: circular la pelota de lado a lado para dar inicio a las jugadas. Pedrosa, José Ángel Carmona, se enredaron con la pelota a veces ellos solos y provocaron pérdidas que no fueron a más. Y por delante, indolencia y una dolorosa falta de carácter. El que aportaban el año pasado Acuña, Sergio Ramos, Ocampos o En-Nesyri.
Agoumé o Sow llegaron casi siempre tarde a las jugadas, al corte o al menos a encimar. Y Saúl quiso estar en todos sitios y no estuvo en ninguno.
No resultó la ubicación de Peque en la izquierda, tampoco se soltaron los interiores, Saúl y Sow, para dar fluidez a los ataques y conectar con los extremos. Y todo quedaba reducido a una galopada de Lukébakio por la derecha. Más aún con la lesión de Isaac y el ingreso de Iheanacho, un jugador con un pésimo estado de forma que incluso estuvo un buen rato sin tocar la pelota.
Algo de Saúl y Lukébakio.
A la alarmante bajada de calidad se unió esta vez el bloqueo del entrenador.
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