Las excentricidades de Sampaoli: desde un chamán al mate a cargo del club
Sevilla FC
Con el volcánico entrenador argentino, inminente sustituto de Lopetegui, regresa una bomba
Capaz de lo mejor y de lo peor, su paso por el club en 2016 ayuda a acercar un poco sus métodos y sus manías
Un rosario de peticiones, el peaje con Sampaoli
El paso de Jorge Sampaoli por Sevilla desde el verano de 2016 hasta mayo de 2017 dejó claro una cosa para los que tuvieron la oportunidad de vivir el día a día del peculiar entrenador de Casilda: ¡Vuelve una bomba!
Capaz de desatar la locura en la afición por un juego alegre e impulsivo y también de hacer estallar el volcán y convertir la actual crisis que vive la entidad en una segunda parte de aquel Sevilla de los uruguayos que marcó una decadencia con Rafael Carrión como presidente, el pequeñito e inquieto entrenador no pasa nunca desapercibido.
En Sevilla lo primero que se recuerda son sus intentos de espantada, la primera en plena pretemporada, en la pequeña localidad de Bad Schönborn, famosa por su balneario de aguas termales en el corazón de la Selva Negra, segunda parada del verano tras una concentración en Orlando (EEUU). Allí empezó a apretar la AFA (Asociación Argentina de Fútbol) y al rosarino se le pusieron los ojos como chiribitas con el sueño de entrenar a Messi. Su intención era dirigir al equipo en las dos Supercopas (de Europa y de España) y marcharse. El propio Monchi ha confesado en público cómo en plena concentración tocó la puerta de su habitación y apareció en el pasillo la figura del diminuto técnico con la cara desencajada. Pasó y en una larga charla éste le pidió dejarlo marchar. Cuenta el de San Fernando que tras aquella conversación en la que se dijeron muchas cosas su relación con Sampaoli fue más fluida. La otra fue ya en plena temporada, lo que enfadó mucho a una afición entusiasmada con el Sevilla segundo en la Liga casi desde el inicio y con sueños en la Champions. Al final, el equipo se cayó en la segunda vuelta y quedó cuarto a 21 puntos del campeón Real Madrid.
Era una época en la que la rutina de los entrenamientos fue totalmente modificada a lo que se conocía en la anterior etapa, mucho más europea, con Unai Emery. El mate empezó a inundarlo todo. Llegaba por cajas, lo preparaba cada mañana y lo sacaba por mesas en los entrenamientos Juan Manuel Lillo, que hablaba con acento argentino como si se hubiera criado en Rosario. Pero se escuchaba que iba a cargo del club, con no poca controversia con eso y con unos ordenadores Mac que exigió para cada miembro del cuerpo técnico. Y es que la legión de argentinos era muy extensa. Franco Vázquez, Joaquín Correa, Matías Kranevitter, Nicolás Pareja, en Alemania se incorporó Luciano Vietto y poco después llegaría Gabi Mercado y en enero Walter Montoya.
Un clan en toda regla en el que se sumaban los miembros del cuerpo técnico. El propio Sampaoli, Jorge Desio, el preparador físico, Íñigo Domínguez, mano derecha de Lillo desde su época en el Almería, Matías Manna, analista y consejero, después se uniría Lionel Scaloni, hoy seleccionador argentino. Y bueno, estaba un fisioterapeuta cubano “de manos mágicas” pero sin titulación que se ocupaba de los lesionados haciendo incluso las veces de médico y que levantó muchas sospechas. Pedro Ellauri, consejero responsable del área sanitaria, logró que volviera a Argentina tras un fuerte desencuentro con el entrenador, que no entendía que al Sevilla le podía caer una fuerte sanción de LaLiga por tener en ese puesto a un profesional sin el título colegiado y en regla.
Entrenamientos ‘poco actuales’
Otra de las cuestiones que llaman la atención de Sampaoli y su equipo técnico es el trabajo en el campo. Sorprende a profesionales en Europa los métodos desfasados en lo que se refiere a la periodización y planificar la preparación física. Si en Europa, y ya casi en todo el mundo, se ha impuesto la integración global de todos los planos (físico, técnico-táctico y cognitivo) en las mismas tareas, los entrenamientos de Sampaoli siguen diferenciando la parte física de la táctica. Se ven, por tanto, escenas que en los equipos españoles hace veinte años que erradicaron. Ni en los de regional se hace carrera continua (diaria en el calentamiento con Sampaoli), así como tareas específicas de velocidad, progresiones, fartlek, test de Course Navette… Una aproximación, sin ser igual, al modelo clásico ATR (Acumulación, Transformación, Realización) frente a otros modelos de periodización más actuales como los de Paco Seirul.lo en el Barcelona (estructurado) o el de Víctor Frade (portugués o periodización táctica).
Era normal por tanto que las fotos de entrenamiento se limitaran a diario y durante todo el año, no sólo en pretemporada, a los jugadores corriendo en grupo, ya que los 15 minutos abiertos a la prensa coincidían siempre con el calentamiento.
Mientras, las tareas de contenido táctico eran muy analíticas, con repetición de movimientos, las llamadas “evoluciones”: Primero sin oposición, luego con oposición pasiva y por último juego real... No obstante, sí son muy recurrentes, por el modelo futbolístico que sigue, tareas globalizadas de posesión con superioridad (con comodines) en espacios reducidos.
Lo curioso es que a Sampaoli le han dado resultado, lo que demuestra que lo antiguo no habría por qué desecharlo del todo. Fía todo lo concerniente a lo físico a Jorge Desio, hermano del ex jugador del Alavés y que ya estuvo en el Sevilla y también ha colaborado con él en el Marsella. En aquellos años de su desembarco en Sevilla, Desio se erigía en el jefe del grupo (una especia de profe Ortega en el Atlético), con otro PF de su confianza, Pablo Fernández. Mientras, Sergio Domínguez, todavía en el club y que fue preparador físico con Emery, era relegado en las sesiones simplemente a la toma de datos y tener cargadas las pilas de los GPS.
En los entrenamientos, Sampaoli hablaba poco. Curioso era que entrenaba con el móvil. En una sesión en pretemporada, con los rumores cada vez más fuertes desde Argentina sobre su marcha, se le pudo ver contestando varias llamadas mientras el equipo entrenaba. Ese día, Monchi convocaba una rueda de prensa al término de la sesión para desmentir su falta de compromiso y reforzar su figura como entrenador del Sevilla. También en partidos se le ha visto con el telófono en la mano y consultándolo.
Entre Lillo y, sobre todo, el segundo de éste, Íñigo Domínguez, llevaban el peso de la sesión en el tema táctico. Sampaoli se limitaba a observar, aunque, eso sí, puntualmente intervenía haciéndose notar con directrices tácticas en esas sesiones fundamentalmente analíticas. En el Sevilla no estará Lillo, con el que ya se desvinculó.
Música, gimnasio, tatuajes...
Amante del gimnasio como Monchi, de sesión diaria, y de los tatuajes, Sampaoli es un técnico que cuida mucho su imagen. Es puro nervio en el área técnica, donde se le ve ir de un lado al otro instintivamente. Aunque el balón esté en el área contraria, el paseo con el cuello girado en extraña postura para seguir el juego pese a ir en dirección opuesta no falla. Zapatillas deportivas caras con un pequeño alza en la parte posterior, chándal apretado y cuando toca traje, camisa con cuellos voluminisos y sus inseparables gafas de pasta.
También es un gran seguidor de la música. Tiene sus grupos preferidos a los que a veces produce y los promociona luciendo sus camisetas. Modales un tanto distintos a los que estamos acostumbrados. A veces chocaba que no respondiera, tanto él como sus colaboradores, a un simple “buenos días”, aunque vienen de una cultura en la que no hay tanta cercanía como en la nuestra. Se amparaban en que estaban “muy concentrados” en el trabajo.
Le costó integrarse con las tradiciones de Sevilla. Nada que ver con Lopetegui, por ejemplo, con la Semana Santa por sus fuertes convicciones religiosas. Con Sampaoli costó que fuera (y lo hizo a regañadientes) a un balcón de la calle Sierpes para cumplir con la tradición. Y nadie le dijo que no era lo apropiado asistir con camiseta negra y mostrando los tatuajes. O si se lo dijeron no hizo caso.
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