Jesús Alba
Cuando el reloj se pare
Hace dos semanas, tras la derrota del Sevilla en Mendizorroza, el partido contra el Valladolid se presentaba como una final que podía oscurecer aún más los negros nubarrones que se cernían sobre el horizonte del Sevilla. El triunfo angustioso sobre un recién ascendido tuvo un colofón que se volvió contra José María del Nido Carrasco por anunciar en el vestuario la renovación del contrato de García Pimienta hasta 2027. Lo que pretendía la cúpula directiva sevillista, que el equipo no dudara del técnico, se volvió en contra como un boomerang de puertas afuera. Pero de puertas adentro parece que funcionó. Ahora el cielo se presenta mucho más despejado.
El triunfo en el derbi, con la espoleta emocional de ser el último de Jesús Navas, aleja esos nubarrones negros por el momento. El proyecto del nuevo Sevilla sale fortalecido con el técnico reforzado por cómo ha conseguido sacar adelante un trío de partidos muy espinoso justo antes del segundo parón de selecciones y de la Junta General Extraordinaria de este miércoles. La victoria sobre el Valladolid y el empate en San Mamés no habrían evitado la tormenta que habría estallado de haberse dado otro resultado en el partido de la máxima rivalidad, pero el club, el cuerpo técnico, los jugadores y la afición crearon una sinergia especial para que no se escapara el triunfo. Y entre todos lo lograron.
El Sevilla se presentaba al derbi por primera vez en más de una década siendo el Betis el que cortocircuitaba el frenesí de emociones previas con un partido europeo. Desde la 12-13 siempre ha jugado el equipo nervionense en Europa, más veces la Champions que la Europa League incluso. Y esa semana limpia, fruto de la carestía y síntoma de la necesidad que vive ahora mismo el club, la transformó la dirección ejecutiva en una oportunidad de preparar el derbi al detalle.
El miércoles, mientras el Betis viajaba hacia Varsovia, hubo un almuerzo del primer equipo, cuerpo técnico, servicios médicos, fisioterapeutas y plantilla, con el presidente, el vicepresidente primero y el director deportivo. Tomaron la palabra José María del Nido Carrasco y los capitanes, para hacerles ver a los futbolistas jóvenes y nuevos del remozado plantel lo que significa un derbi, la trascendencia anímica que tiene en toda la ciudad, condicionando también el devenir del equipo.
Ese almuerzo de confraternización y mentalización fue tras la rueda de prensa del primer capitán, que anunció que estaba ante su último derbi. Activó ahí el Sevilla la espoleta emocional de concentrar todos los esfuerzos en brindar un triunfo al mito, a la leyenda Jesús Navas, un ejemplo que sigue ofreciéndose pese a sus graves problemas físicos y cerca de cumplir los 39 años en pro de un proyecto en transición.
Al día siguiente llegó un media day previo al derbi con una consigna: todos los protagonistas que hablaran para los medios resaltaron que harían todo lo posible por que el último derbi de su capitán y referencia fuera triunfal. El remate fue en la mañana del derbi, cuando Del Nido Carrasco preparó una última charla a la que invitó a Pablo Alfaro -sin la figura de Monchi, que ejercía esa función-, para que les recordara a los futbolistas, y al propio técnico, debutante en estas lides, la importancia del partido. Y de paso, la necesidad de brindar el triunfo a Jesús Navas.
Desde el último partido de la pasada temporada y en los cuatro de ésta jugados en casa previos al derbi ha habido asonadas de la afición contra la directiva, con el colofón de la manifestación antes del Sevilla-Getafe, con el lema “Júnior, vete ya”. No hubo rastro de esto ni en el entrenamiento de puertas abiertas del sábado de la víspera ni en el derbi.
La sesión en el estadio ante 15.000 sevillistas ya empezó a ser programada tras el empate en San Mamés: el club quería involucrar al sevillismo en esa sinergia necesaria, con el acicate de darle a Jesús Navas un último gran derbi. Y el estadio, con más de 42.500 espectadores en la mejor entrada en años –incluso superior a partidos de Champions–, fue una caldera tremenda: el sevillismo comprendió la necesidad del equipo.
¿Queda algún atisbo de ese presunto fútbol marca de La Masía en el Sevilla? Si acaso, la perseverancia en algunos errores en la salida del balón, pero poco más. García Pimienta ha demostrado ductilidad y capacidad de adaptación a una plantilla con pocos mimbres para un fútbol de posesión continua, máxime tras las lesiones de tres centrocampistas como Saúl, Sow y Lokonga.
Aquel Sevilla que se puso en escena siendo muy dominador en Las Palmas, donde el infortunio pareció cruzarse con el ideario primigenio del catalán, ha dado lugar, a base de lesiones, derrotas, sanciones –cuatro expulsiones ya, un asunto a resolver– y dudas sobre la zaga a un equipo solidificado desde el sacrificio defensivo, la cohesión y la velocidad. El Sevilla fue a buscar al Betis con intensidad en la presión y con verticalidad. Las bandas y las contras son ahora, a falta de más circulación por el medio, las armas. García Pimienta ha cohesionado un grupo que ya cree en el ideario, moldeándolo a la realidad de la plantilla. Y, ganando el derbi como debutante, espantó el fantasma de una mácula que podría haber señalado en negativo su sino en el Sevilla.
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