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Quique ha logrado sacar al Sevilla de las aguas más turbulentas y acercarlo a la orilla en un mes clave

El grupo ha crecido desde la seguridad defensiva

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Quique Flores manda a su equipo en Mestalla. / AFP7

Pónganle alguna pega. ¿Que no tiró a puerta en la segunda mitad en Mestalla? Puede. Pero resulta curioso la facilidad con la que el sevillismo tan pronto entiende el mensaje como saca a relucir y se deja llevar por su esquizofrénica exigencia. El Sevilla, este Sevilla –no el de Juande, ni el de Jiménez, ni el de Emery y ni siquiera el de Lopetegui– ha pasado en sólo cuatro jornadas de Liga, es decir, un mes, de tener los mismos puntos que el primer equipo que estaba en descenso a estar siete por encima de la zona caliente.

Se ha podido comprobar que no tiene plantilla para estar donde estaba, pero también que tampoco para jugar tres competiciones con exigencia. Ha sido quedar eliminado de todo y competirsólo de domingo a domingo para sacar la cabeza. Y todo de la mano de un entrenador coherente. No hacía falta más que eso.

La mejoría, en números, está más que clara. El equipo blanco, de rojo vivo en Mestalla, suma cuatro jornadas sin conocer la derrota, dos sin encajar un gol, con 8 puntos sumados de los últimos 12 posibles y mediando un partido ante un rival duro como el Atlético de Madrid, al que ganó con un gol de Isaac Romero, ese nuevo héroe que recuerda a los tiempos románticos en los que la cantera mandaba, con Cardo o con Wallace, con valientes que marcaban goles a puñados como Ramón, por poner un ejemplo.

Es el síndrome de la crisis. La ciudad deportiva cobra valor cuando los intermediarios ponen rumbo a otros puertos en busca de sus comisiones.

Ojo con sacar pecho

Sin embargo, mientras los aficionados se entretienen en hallar las causas por las que Quique no le da más minutos a Hannibal, los profesionales se encargan de avisar que todavía no está todo hecho. Ni mucho menos. Y la prueba la va a tener el próximo domingo en su visita al líder de LaLiga, un partido que en circunstancias normales –y esas circunstancias normales incluyen el arbitraje y la mediación de turno desde el VAR– será una jornada sin sumar.

No tiene nada que perder el Sevilla en el estadio Santiago Bernabéu frente al Real Madrid, ya lo avisaba el propio entrenador después de confirmarse el empate en Mestalla y por eso mismo tiene mucho mérito lo conseguido por el grupo durante este mes, desde el empate frente al Osasuna en el Sánchez-Pizjuán a este último frente al Valencia de los jóvenes que tiene como motos el Pipo Baraja.

El Sevilla sin duda se ha beneficiado del ínfimo nivel futbolístico que habita en el fondo de la clasificación. El que ha sido su gran enemigo hasta hace muy poco, el Cádiz, no gana desde el 1 de septiembre, cuando derrotó al Villarreal entonces de Quique Setién (3-1). Nada menos que cinco meses han pasado y la friolera cifra de 21 encuentros de Liga. Casi nada desde aquella jornada cuarta en la que el Sevilla, curiosamente, descansó al suspenderse su encuentro ante el Atlético de Madrid en el Cívitas Metropolitano por la alerta meteorológica que las autoridades de la Comunidad de Madrid decretaron por la presencia de una DANA. Ese fin de semana se fraguó el fichaje de Sergio Ramos con Del Nido Carrasco como principal protagonista y hacedor. Para ser exactos, por el Sevlla han pasado desde entonces dos presidentes y tres entrenadores, Mendilibar, Diego Alonso y quien está llamado a llevar la normalidad deportiva a la entidad: Quique Sánchez Flores. Si lo dejan...

El preparador madrileño no para de repetir que el Sevilla todavía está en el proceso de construcción de un bloque y que aún quedan por llegar fases de dudas. “Se genera seguridad a partir de los resultados y las porterías a cero, pero tenemos que trabajar mucho. Seguimos viendo movimientos que nos movilizan a seguir pendientes de los jugadores para que se vean, se corrijan y vayamos a zonas más seguras. Vamos dando pasos, alejando equipos y acercándonos a equipos que nos gustaría atrapar”, recalcaba el entrenador del equipo hispalense en su análisis pospartido tras el empate en Valencia, donde ha habido sevillistas que han criticado el planteamiento de Quique. Un brindis al sol cuando aún el fantasma del descenso no se ha espantado del todo.

Un once reconocible

El mejor síntoma que puede tener un equipo es repetir alineación domingo a domingo ahora que no hay partidos entre semana. Con cambios puntuales por sanción o lesión, el sevillismo ha comenzado a poder recitar un once reconocible en el que ha sido fundamental la entrada de hombres como el meta Nyland y lo que están aportando arriba Isaac y En-Nesyri, aunque en Mestalla estuvieron más lejos de la zona de influencia del balón. Quique además ha dado con un modelo de funcionamiento eficaz que ha ido creciendo desde la defensa y de ese camino no debe salirse si no quiere que otra vez empiecen a surgir las dudas. Ésa es la clave... Y por supuesto no escuchar el ruido y las prisas de fuera.

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