Lo que (aún) se espera de Sergio Ramos

Sevilla FC

Un mes y 10 días después, el rendimiento del ex madridista desde su regreso no ha sido ni negativo ni positivo, pero eso ya es un déficit tratándose de un futbolista de su currículum

Otro juicio entre parón y parón

El Sevilla regresa este lunes a los entrenamientos aún sin los internacionales

Sergio Ramos, en la última sesión de trabajo del Sevilla el pasado jueves.
Sergio Ramos, en la última sesión de trabajo del Sevilla el pasado jueves. / Juan Carlos Vázquez

Un mes y diez días después de que Sergio Ramos fuera presentado como jugador del Sevilla en un Sánchez-Pizjuán con 22.000 sevillistas fundamentalmente entre niños y curiosos, puede decirse que la apuesta por el camero no es, de momento, negativa ni positiva sino todo lo contrario.

Lo bueno es que no se ha producido ninguno de los encontronazos que se temían con ese sector de la afición que lo tenía enfilado. Lo malo es que su rendimiento hasta la fecha no puede decirse que haya sido decisivo ni que haya tenido en el equipo en general y al sistema defensivo en particular el efecto esperado. La prueba es que el entrenador con el que llegó ha sido destituido.

¿Que su suplencia en determinados partidos haya podido influir en una decisión que se estaba madurando? Quién sabe. Puede ser que sí y puede ser que no. Es algo tan volátil e intangible como decir que la bronca de Fernando a su entrenador fue el detonante.

Lo que nadie podrá negar es que el laureadísimo central ex madridista tiene que subir mucho el nivel todavía para justificar esas ganas que tenía de volver a vestir la camiseta sevillista, lo que le llevó, previa llamada de Del Nido Carrasco la tarde de la suspensión del partido en el Metropolitano, a apartar a un lado la burrada de millones de euros que le ofrecía el Al Ittihad de la Saudi Pro League.

En el haber, una asistencia de cabeza en el primer gol ante el PSV en Eindhoven, el de Gudelj, y actuaciones correctas con apariciones puntuales en la foto de los goles en contra. Eso no lo perdonaba Mendilibar, muy de castigar a jugadores por errores que tenían su consecuencia en el marcador. Sergio Ramos apareció ante el Lens en la faltita al borde del área que acabó siendo el gol del empate de los franceses, se metió el gol en propia meta en Barcelona (sin culpa), y estuvo en los dos goles del PSV, el riguroso penalti que transformó Luuk de Jong y la falta –innecesaria, en zona escorada y muy alejada– que originó el empate de los neerlandeses en el descuento.

"Eso lo has dicho tú; ahí queda"

Muy ilustrativa fue la respuesta (y sobre todo la sonrisa) de Mendilibar en sala de prensa a una pregunta caliente: “¿Cree que a Sergio Ramos le afecta que piense que todavía le arbitran con un escudo que ya no lleva?”. En la pregunta y en la respuesta – “eso lo has dicho tú; ahí queda. No tengo nada que decir a eso”– quedaba el mensaje de que el camero debe medir mucho más en sus entradas.

Al siguiente partido, ante el Rayo el que acabó con la destitución del vasco, Ramos volvía al banquillo por segunda vez, algo con lo que no contaba cuando celebraba con lágrimas de emoción su vuelta a casa. La otra vez fue tras el partido ante el Lens, cuando el club lo justificó con una sobrecarga. No jugó ni frente a Osasuna (0-0) ni ante el Almería (5-1), partidos en los que se apuntó una “mejoría”.

Y en el trasfondo también está la tendencia a recular y echar la defensa atrás temiendo que una carrera a campo abierto exponga sus 37 años (Mendilibar avisó que debía cambiar el chip). Ya ha circulado que desea jugar más para volver a la selección. A ver si Diego Alonso saca más de él que el vasco.

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