La encrucijada de Machín
Sevilla FC
El soriano, que por lógica volverá a su esquema de tres centrales tras su paréntesis ante el Barça, se ve sin los mimbres adecuados y de nuevo en plena búsqueda.
Los problemas de la plantilla ponen el acento en la planificación.
El sevillismo no esperaba que Pablo Machín diera un giro radical a la concepción táctica de su Sevilla con motivo de la visita del Barcelona. No lo esperaba cuando además en esa misma semana el entrenador había dado una larga cambiada por enésima vez cuando en su comparecencia ante la prensa le insistían en si estaba pensando en cambiar el esquema de tres centrales ante la caída estrepitosa en el signo de los resultados. Machín reiteraba que la idea que lo ha traído al Sevilla y la que había puesto a su equipo en los puestos de privilegio de la clasificación ha sido siempre la de los tres centrales y que una opción distinta sólo podía ser una “alternativa” puntual.
Ahora, tras el cambio a esos cuatro centrales ante el Barcelona, dos de ellos convertidos en laterales, cabe preguntarse dos cuestiones. O bien la decisión de Machín obedeció a esa alternativa puntual de la que hablaba y que hasta ahora el Sevilla sólo había utilizado en algún partido sólo en desarrollo, en cuyo caso hay que pensar que volverá en Huesca a su idea de los tres centrales. O bien, el técnico empieza a entender que se encuentra ante la imposibilidad de poder sacar rendimiento a un esquema sin los mimbres necesarios para ello, lo que pone el punto de mira en la planificación y en la confección de la plantilla por parte de la dirección de fútbol que comanda Joaquín Caparrós.
En dicho caso, el Sevilla estaría ante un gran problema, pues tendría al frente de su plantilla a un entrenador que necesitaría empezar de cero y en plena competición con un modelo de juego nuevo que tendría que empezar a construir y con el que no tiene experiencia. Por ello, lo más lógico es que Machín vuelva a lo que conoce, a los tres centrales aun a riesgo de no tener los mimbres adecuados o al menos los que él quisiera.
Y es que la plantilla del Sevilla, por diversas circunstancias, dificulta en estos momentos garantizar una ejecución solvente de ese sistema en la alta competición, un esquema y una idea que necesitan una serie de jugadores con unas características determinadas que no están en el vestuario sevillista, probablemente porque las peticiones de Machín desde el verano no fueron escuchadas y atendidas: un delantero referencia, carrileros con recorrido y capacidad de meter centros desde las bandas, centrales rápidos en desplazamientos y con buena salida de balón y centrocampistas con capacidad de recuperar balones y cerrar espacios.
Centrales rápidos con salida
Desde el pasado verano Machín reclamaba no uno, sino dos refuerzos en la defensa que al final no llegaron. Sólo Wöber reforzó la plantilla en el mes de enero, siendo éste claramente un jugador de futuro, con sólo 20 años y aún mucho que aprender en una Liga exigente como la española. Machín, con muchos problemas físicos por ejemplo por parte de Kjaer, se vio obligado a cargar de partidos a hombres como Sergi Gómez o a jugadores que rindieron a buen nivel como Carriço pero que suelen ser sensibles a las lesiones. De hecho, el portugués ahora mismo está apartado del grupo y pendiente de pruebas médicas.
El técnico, que rápidamente vio que Berrocal no daba el nivel y que llegó a tener dudas fundadas con Gnagnon, se ha visto obligado a usar en muchos partidos a Amadou como una emergencia en la defensa, como en la segunda mitad del encuentro ante el Barça, estando al final en la foto de dos de los cuatro goles azulgrana y claramente evidenciado que estaba jugando fuera de sitio.
El sistema, además, requiere que los centrales tengan unas características muy marcadas. Deben ser rápidos y tener bien asimilado el esquema (en verano pidió a Juanpi, del Girona) ante las continuas salidas a banda que requieren por los desmarques a sus espaldas de los rivales y ante la ausencia de un lateral o un medio centro que cubra la subida de éste como en el 4-4-2.
Encima, si no hay una buena salida de balón desde atrás, obliga al entrenador a ubicar a un organizador ofensivo como es Banega muy cerca de esa línea defensiva, un Banega además sin sustituto alguno en la plantilla, ya que el nivel cuando Roque Mesa intenta hacer esa función baja alarmantemente.
Medios defensivos puros
De esta última cuestión, de la falta de centrales que saquen el balón limpio de atrás, vienen problemas que se acumulan delante. Machín utilizaba en el Girona dos centrocampistas con más naturaleza defensiva, opción que ante las lesiones y carencias de la plantilla, solucionó convirtiendo a dos mediapuntas como Sarabia y Franco Vázquez a interiores sacrificándolos en tareas defensivas para así también compensar el cambio a jugar con dos delanteros. La presencia de Rog y algo la de Amadou puede paliar este déficit que durante mucho tiempo quedó en manos de Roque Mesa por las lesiones del camerunés y de Gonalons, quedándose claro que el canario no es una buena solución.
Carrileros: cantidad y calidad
Este asunto ha sido del que menos se ha hablado y posiblemente el que menos juego le ha podido dar a Machín. Todo sistema de tres centrales que se precie, si no se opta por reforzar el juego interior, necesita sin ninguna discusión dos hombres (cuatro en la plantilla) con unas características muy específicas, pero en el Sevilla el soriano no ha tenido jamás de los jamases algo parecido a los Maffeo y Mojica que tenía en el Girona. En la derecha, sólo Jesús Navas ha rendido en partidos puntuales, pero sólo puntuales. El palaciego, con 33 años, es un extremo y sigue siéndolo. No tiene concepción ni envergadura defensivas, aparte de que empieza a entrar en una fase en la que cíclicamente se pierde un mes de competición (el sóleo le está dando la lata desde la temporada pasada). Además, en muchos partidos permanece totalmente desaparecido aunque tenga buena prensa y se tapen sus carencias con un jugador de su trayectoria.
22 jugadores de inicio
La plantilla que empezó la Liga, sin incluir a Borja Lasso, era ya muy corta.
Con Aleix Vidal se ha demostrado lo que se temía en verano, que fueron 10 millones tirados a la basura. El tarraconense, con dos años casi sin jugar en el Barça y tras una lesión grave, no ha ayudado nada entre lesiones musculares y actuaciones más que decepcionantes.
En la izquierda han ido incluso peor las cosas. Arana son otros 11 millones tirados por el sumidero. Pareció que se enganchaba, sobre todo en ataque, pero fue un espejismo, y Escudero lleva mucho tiempo que no es el mismo, ese jugador con hambre que incluso fue a la selección con Lopetegui.
La opción de Promes resulta curiosa. El holandés es un extremo puro, como Jesús Navas, pero que encaja menos todavía en la estructura de un esquema con carrileros. Es un buen jugador, pero claramente para un 4-4-2 o un 4-2-3-1. En el carril incluso desborda, pero nunca podrá llegar a la línea de fondo y centrar. En la izquierda además la inercia lo lleva a meterse para dentro para buscar el tiro.
Punta referencia y rematador
Otra de las peticiones de Machín en verano fue otro delantero de área, rematador, con cuerpo y que aprovechara los centros que supuestamente iban a llegar desde las bandas. Machín aceptó la marcha de Muriel para que llegara y éste al final no vino, sino un Munir que, por comparar, podía ser el Portu que se buscó en verano, pero que se sustituyó con Promes.
Machín quería un Stuani, un jugador quizá con menos fútbol que Andre Silva pero con más capacidad de remate.
En resumen, el Sevilla encontró en cierta mañana ante el Levante una estructura que nada tenía que ver con la idea que Machín traía en la cabeza, un dibujo muy específico sólo válido para unos determinados jugadores que el tiempo ha acabado desgastando con una plantilla muy corta (22 fichas más Borja Lasso) que las lesiones empequeñecieron más.
Ahora inicia otra búsqueda cuando ya no puede fallar y yendo a contrarreloj. Ante el Barça hizo alguna prueba que pareció funcionar durante un tiempo y que a lo mejor no fue tanto el cambio de defensa (que por momentos seguía ordenándose con tres centrales), sino porque por primera vez en mucho tiempo jugó con un hombre menos por delante del balón (la suplencia de Andre Silva), es decir, uno más en la zona donde le generaban superioridades.
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