La doble significación de la cantera del Sevilla
La reivindicación de Juanlu e Isaac, tan necesaria para un equipo carente de referencias, plasma el deseo del comité de dirección de acrecentar el porcentaje de jugadores de formación propia en la plantilla profesional
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El Sevilla de García Pimienta, y de Víctor Orta, va sorteando pequeñas crisis que él mismo se crea. Se mete en un charco con la misma habilidad con la que sale de él. En Gerona el técnico barcelonés tuvo una reivindicación importantísima en un pico bajo de la sierra en la que anda montado. Y repitió la jugada, en peores circunstancias por el cruce de declaraciones público que protagonizó con José María del Nido Carrasco a cuenta de la planificación, en Valladolid.
El 0-4 no sólo salvó de una situación más que engorrosa al cuerpo técnico y al comité de dirección. También supuso la significación de un elemento que en tiempos de crisis siempre sale a relucir por pura necesidad y supervivencia: la cantera. Los dos goles de Juanlu, su partido en líneas generales antes de su esperada renovación, y el golazo con el que Isaac volvió a levantar su brazo tienen un significado profundo en el contexto.
Kike Salas también levantó la mano
Un significado profundo... y doble. Por un lado esa reivindicación de la cantera en un momento de depresión en la irregular trayectoria del Sevilla 24-25 señala a los dos canteranos como referentes en un equipo que está falto de referencias precisamente desde que la mayor leyenda de la cantera del Sevilla colgara las botas el pasado mes de diciembre. Sin Jesús Navas y sin ningún futbolista con un carisma que trascienda las puertas de los vestuarios, que Juanlu e Isaac tomaran cual alféreces los estandartes de este Sevilla tiene un importante peso anímico. También lo tomó de alguna forma Kike Salas, que suplió a Badé con garantías en un partido en el que el cúmulo de bajas hacían peligrar la solidez defensiva, el cimiento sobre el que construyó su goleada el Sevilla. Y así lo destacó García Pimienta, que sacó pecho por la portería a cero.
No es baladí la cuestión de la identidad. El primer capitán, Gudelj, es un honradísimo hombre de club que no tiene el tirón de Jesús Navas, por ejemplo, entre el sevillismo. Tampoco de Rakitic o Fernando. Ni siquiera de Ocampos, por mencionar a algunos de los futbolistas que portaron el brazalete antes que el serbio.
La identificación equipo-grada
Para ese hueco jerárquico llegó Saúl, pero el ilicitano de momento no está respondiendo en el césped como el líder del Sevilla, aunque sí ejerza como tal puertas adentro del vestuario como también lo es Gudelj. Pero esa significación ni de lejos roza la necesaria identificación que debe haber entre equipo y afición para buscar la sinergia que anhela el propio García Pimienta. Con Juanlu y con Isaac sí puede darse y mantenerse en el tiempo esa identificación, aunque la relación de los canteranos con el sevillismo tenga muchos vaivenes emocionales y asentarse como un futbolista respetado siendo de la casa, como una referencia sostenida, es casi más difícil que para un foráneo triunfar y adquirir carisma ante esa misma afición.
Pero la importancia de la significación en Valladolid de Juanlu e Isaac tiene otro sentido profundo relacionado con la planificación. Desde la temporada pasada, la primera de Víctor Orta al frente de la planificación, el comité de dirección tiene el anhelo -la obligación urgente en vista del depauperado límite salarial de 684.000 euros- de dejar un elevado porcentaje de la plantilla profesional. La fórmula de 21/4 (futbolistas profesionales/canteranos) o de 22/3 como mucho ha sido citada más de una vez por José María del Nido Carrasco como la aspiración a lograr a medio plazo.
En este mes de enero la reducción de la plantilla ha sido ostensible y actualmente apenas cuenta García Pimienta con 22 jugadores, 21 porque Nianzou se pierde el resto de la temporada por su lesión. De esos 22 jugadores, cuatro son canteranos (José Ángel Carmona, Kike Salas, Juanlu e Isaac) e Idumbo, además de Juanlu, tiene ficha del filial. Actualmente la fórmula del teórico reparto de fichas sería 18/4. Si tres de esos cuatro se erigen en protagonistas y salvadores en un contexto crítico como era el del partido en el José Zorrilla se produce el oportuno refrendo de la teoría con la praxis.
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