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Caparrós y Setién, venerables y antagónicos

Derbi Sevilla-Betis

Caparrós (63 años) y Setién (60), los entrenadores más veteranos de la Liga, coinciden en su ‘feeling’ con los duelos de rivalidad sevillana y poco más

Joaquín Caparrós, con Quique Setién al fondo en el Betis-Sevilla de la pasada Liga (2-2). / Antonio Pizarro
Juan Antonio Solís

11 de abril 2019 - 04:04

Sevilla/Joaquín Caparrós (63 años) y Quique Setién (60) son los entrenadores más veteranos de la Liga. Pero ahí, en ese seco y anecdótico dato, empiezan entre los actuales preparadores del Sevilla y el Betis unas similitudes que siguen, y ya acaban, en su buen feeling con los derbis. Pasado mañana coincidirán por segunda vez, sólo por segunda vez, como estrategas en un partido de fútbol de Primera.

El utrerano cumple su decimoséptima temporada en la máxima categoría, mientras que el cántabro disfruta de su cuarta campaña entre los veinte mejores del balompié español. Y además, el tardío estreno de Setién en la élite ha coincidido con años de una actividad más tibia de su colega: cuando Setién se estrenó con la UD Las Palmas en la campaña 2015-16, Caparrós no trabajó en la Liga. La siguiente campaña, la 16-17, sí que lo hizo, pero fue en un periodo cortísimo de cinco jornadas con Osasuna, que se iba de forma irremisible a Segunda, y en ese estrecho periodo, Las Palmas no se cruzó con el equipo rojillo.

Así que tuvo que ser la pasada temporada, en aquel derbi de la penúltima jornada el 12 de mayo, cuando los responsables técnicos del derbi de este sábado se enfrentaron cara a cara. El empate a dos de entonces, con los goles de Bartra y Loren para el Betis y Ben Yedder y Kjaer para el Sevilla, vino a hacer justicia en un partido que, curiosamente, dejó contentos a ambos. El preparador montañés, que ya había metido al equipo en Europa dos jornadas antes, se aseguraba con las tablas que la Liga particular acabaría teñida de verde. Y eso es un plus en esta ciudad, claro que sí. Y Caparrós, por su parte, salía de la hoguera del Benito Villamarín con su tropa roja dependiendo de sí misma para acabar séptima y saltar a la desesperada al último vagón del tren europeo en marcha, como en las películas de vaqueros. Lo confirmó con la victoria ante el Alavés en el epílogo liguero y ese empate en el derbi, pues, resultó siendo muy valioso.

Ese único precedente vino a rubricar el buen feeling que el actual preparador sevillista tiene con los duelos de rivalidad local. Once veces se enfrentó al Betis desde el área técnica de Nervión o Heliópolis y sólo en una perdió, aunque los empates son amplia mayoría: siete ante las tres victorias. Ocurre que el revés fue muy significativo: aquel 1-0 con gol de Ricardo Oliveira en el entonces estadio Manuel Ruiz de Lopera, en mayo de 2005, que empezó a quitarle la Champions al Sevilla para dársela al Betis.

Ese giro en las últimas cuatro jornadas de esa Liga, además, precipitó la salida de Caparrós del banquillo y el rupturista proyecto que llevó a Juande Ramos al Sevilla.

En su hábitat

Luego, Caparrós se ha enfrentando con el Betis dirigiendo a otros equipos –Deportivo de la Coruña, Athletic Club, Mallorca y Levante– y sus guarismos en su etapa no sevillista también le son favorables: cinco victorias, tres empates y dos derrotas –un 0-1 en Riazor en la Liga 2006-07 y un 1-3 en el Ciudad de Valencia en la 2013-14–. Sumando los derbis a este trayecto, el utrerano atesora un balance de ocho triunfos, diez empates y tres derrotas.

Curiosamente, desde que Caparrós sucumbió con su Sevilla en aquel derbi de 2005, no ha vuelto a hincar las rodillas en esa hierba. Y han sido siete las veces que compareció. Ganó con el Deportivo, con el Athletic –dos veces– y con el Mallorca, y empató con Deportivo, Levante y la última vez con el Sevilla.

En el Ramón Sánchez-Pizjuán, el actual preparador sevillista jamás perdió un derbi, pero necesitó cinco para paladear las mieles de ganar uno, aquel 2-1 de diciembre de 2004, goles de Daniel y Javi Navarro para los de blanco, y de Fernando para los de verde –fue aquel derbi en el que el árbitro Fernando Teixeira Vitienes obligó a los heliopolitanos a renunciar a su camiseta rayada–.

Aquel 6 de enero

En cambio, Quique Setién necesitó un solo derbi en Nervión para hacer a los béticos felices, rabiosamente felices. Aquel 3-5 del 6 de enero del 2018 le cambió el rumbo a su irregular equipo, que se disparó en la segunda vuelta hasta ser Eurobetis.

Este entrenador con la palabra “posesión” cincelada en su manual se plantó en Nervión con sus ideas y gestó, entre otras jugadas, aquel gol de Durmisi tras 18 toques. Encima, aguantó el dulce empate en el referido derbi con Caparrós y también ganó en septiembre pasado al vecino en el Villamarín, lo que no hacía el Betis desde 2006. Como para que el cántabro no cuente con un ejército de irreductibles a pesar de los devaneos desde que empezó 2019, con el fracaso europeo, la decepción de la semifinal copera y estar fuera del objetivo ahora mismo en la Liga.

Frente a esos setienistas, la ola de béticos críticos que piden un cambio, convencidos de que la plantilla puede dar más de sí, crece por días. Así que Setién se planta en el derbi con su innegociable manual de fútbol combinativo, dispuesto a volver a asaltar la banca para cerrar el debate y que se le vuelva a despejar el futuro.

Enfrente, Caparrós no mira tanto al futuro más allá de mayo. Sólo el presente para buscar bajo su patrón más pragmático la Champions. Y sin plebiscito alguno sobre él, pues el sevillismo, y más tras lo que anunció en Pucela, cierra filas en torno a él. Ni en eso se parecen los estrategas de este derbi.

De Joaquín a Joaquín, la línea de lo cabal

La noticia que soltó Joaquín Caparrós en la sala de prensa del estadio José Zorrilla el pasado domingo invita a adoptar un rictus de seriedad y preocupación. Pero también margina la rivalidad futbolística en favor de los sentimientos más nobles que pueden distinguir a un ser humano. El envés amargo tiene un revés de dulzor. Porque esa leucemia crónica que padece el entrenador del Sevilla ha dulcificado las vísperas del derbi para que la concordia marque la pauta.

Al mensaje institucional de apoyo que lanzó el Betis nada más saltar la noticia le siguió ayer Joaquín Sánchez, el bético con la mayor caja de resonancia hoy día, para abundar en ese camino de concordia que tan bien le va a venir al derbi para que nada discurra más allá de los inevitables dardos verbales de unos y otros en las gradas del Ramón Sánchez-Pizjuán.

“Ahí no entra nada más que la salud de la persona y todos deseamos que Joaquín se recupere lo antes posible”, expresó Joaquín en la rueda de prensa que ofreció ayer para hablar sobre el derbi.

Y si Joaquín Caparrós se ha venido sintiendo como pez en el agua esparciendo picante antes, durante o después de los derbis, en la misma línea ha venido actuando el portuense, que se ha significado desde su vuelta al Betis por sus mensajes de guasa hacia el eterno rival, el último cuando el Sevilla cayó eliminado ante el Slavia de Praga.

Su deportividad de ayer no le va a privar de ser recibido este sábado en el Ramón Sánchez-Pizjuán con hostilidad, pero por su peso específico y predicamento en el beticismo, su mensaje es especialmente oportuno para enfriar los ánimos alterados.

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