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champions league | Sevilla - Manchester United
Sevilla/Clases las ha habido desde el principio de los tiempos y, en el fútbol, el Manchester United ocupa la cúspide en la pirámide de las cuentas corrientes. Como se publicó ayer en este periódico, el club inglés fue en 2017 el de más valor contante y sonante entre los clubes del universo balompédico. Pese a sus orígenes vinculados al estrato obrero del ferrocarril, los red devils pertenecen desde hace décadas a la aristocracia futbolística, por galones y, sobre todo, por chequera. Ante tal panorama, al Sevilla no le cabe otra que actuar como los revolucionarios sans-culottes llamados a rebelarse frente a los privilegios de la élite.
"¿Pero es que van a salir al campo con guillotinas?", pregunta con no poca guasa Jamie Hodges, jarra de cerveza en mano, desde la puerta del pub O'Neill's. Y no, no hay noticias de que Banega o Jesús Navas, los rivales más nombrados por la avanzadilla de aficionados desplazados a Sevilla, vayan a salir al césped sin culotes y ataviados con cuchillas. Esta ciudad es más del cuchillo y del tenedor, de la carrillada y del bacalao, no tanto del conde, del duque o del príncipe en adobo. "¿Un pronóstico para el partido? Sol, 21 grados centígrados y más cerveza", remata Hodges, un treintañero que trabaja para la administración de Su Majestad británica.
Los hinchas del United presumen de poder. No es para menos. Money talks, se dice en inglés para referirse a la dictadura del vil metal que facilita contratar al futbolista más apetecido. En el caso del adversario sevillista de hoy, más que hablar, el dinero insulta. Del Pride in London al orgullo de Manchester, aunque la soberbia no llegue al río. "Con un empate nos conformamos", reconoce desde la calle Canalejas Roy Millney. "Aunque no es tan potente como en temporadas anteriores, el Sevilla es un equipo fuerte en casa", añade este galés que llegó ayer por la mañana a Málaga y que se inclina, si hay que dar un resultado, por el 1-2 o el 0-1.
Jerry Montgomery toma en el bar Casablanca unas tapas con su mujer y su hijo. Queso, jamón, sangría y todo un espectro de lugares comunes copan la mesa del velador. Lejos de la turba de la masa juvenil, este jubilado originario de Leighton Buzzard conversa sin el ruido ambiental que desde el mediodía colorea los pubs de intramuros. "El fútbol es fútbol", aclara Montgomery para dar testimonio que los clichés son universales. "Es verdad que el Manchester es un club poderoso, privilegiado si quieres, pero el City de Guardiola perdió el lunes contra el Wigan, un equipo de tercera clase", explica este seguidor poco amigo de la excusa del árbitro o de los dineros.
Si en algo coinciden los ingleses es que Pogba va a jugar hoy y que el United no es el que era: demasiado defensivo, poco brillante y menos valiente. La cicatería made in Mourinho ha cundido antes que el pánico a una derrota contra la tropa popular de Nervión. "Nada", dejó escrito el rey Luis XIV mientras el pueblo se abalanzaba a tomar la Bastilla. "Nada", imita Peter desde la puerta del Merchant para señalar que no tiene la más remota idea de qué futbolistas juegan en el Sevilla.
Este hooligan ha llegado con una infantería que acude cada domingo a Old Trafford. Pertenecen a la peña Newport Cheltenham Reds y todos miran con cara mustia en el momento en que Lipasam desahoga los contenedores de Canalejas. Hasta para las basuras hay clases sociales.
Bristol, Londres, Dubái o Chipre son varios de los orígenes del peregrino con abolengo de este todopoderoso United. De Manchester o Madchester, como la llaman los melómanos, vienen pocos. Henry Dayton, trabajador de una empresa de ordenadores, es solamente vecino. Macclesfield es su pueblo y en Gibraltar vivieron sus abuelos maternos, según cuenta, pero es incapaz de chapurrear una palabra de español. Desde Casablanca y Tánger hasta el Peñón y Chipre, los tentáculos del imperio son insondables. "España, más allá del Real Madrid o del Barcelona, es una potencia mundial. No soy optimista. Respeto, mucho respeto", añade. "¿Que si presumimos de dinero? Pero el Sevilla es también la aristocracia en esta ciudad, ¿no?"
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