Un punto real, sí, pero de más valor en esta ocasión (1-1)
La crónica del Sevilla-Barcelona
La expulsión de Koundé en el minuto 64 por una chiquillada condiciona el resto del Sevilla-Barcelona y le da más importancia al empate conseguido por los sevillistas
Los blancos, con demasiados hombres fuera de su sitio en la zona defensiva, jamás se sintieron a gusto
Las imágenes del Sevilla-Barcelona
Un punto para el Sevilla en el Ramón Sánchez-Pizjuán frente al Barcelona. ¿Buen resultado o malo? A tenor de lo visto sobre el césped, sobre todo después de la chiquillada cometida por Koundé ante el toquecito de Jordi Alba para provocarlo, cabe convenir que todo lo que fuera sumar algo en el casillero clasificatorio puede ser considerado como algo positivo, pero esa circunstancia entra en el desarrollo de un partido de fútbol y, por supuesto, debe dirigirse inmediatamente al debe del equipo de Lopetegui y, por tanto, tampoco puede servir como excusa cuando se medían dos escuadras separadas por diez puntos de diferencia favorables a los anfitriones, y por algo será.
Pero la expulsión del francés, lateral en esta ocasión, llegó en el minuto 64 y desde entonces aún se jugaron nada más y nada menos que 33 minutos más, por lo que si puede ser considerado como meritorio que el Sevilla supiera defenderse con orden y que sólo fuera asustado en un cabezazo de Gavi y en un disparo de Dembélé que se estrelló en el poste de Bono. Durante el resto del tiempo, la tropa de Lopetegui supo protegerse con hombría y ni siquiera pareció acusar que entraban en el campo sucesivamente Juanlu y Valentino ante la precariedad en el recuento de efectivos de la primera plantilla.
El Sevilla, por todo ese cúmulo de circunstancias adversas, tiene todo el derecho a celebrar como un buen resultado la adición de un punto en su casillero en ese partido menos que todos contabilizan como ganado cuando valoran sus respectivas trayectorias. Se apela, sin duda, al cuento de la lechera sin darle trascendencia a que lo disputan dos equipos y que sólo uno de ellos puede salir como ganador o que, incluso, como en este caso, se pueden repartir el botín y que se vaya al limbo uno de los tres puntos que se ponen en litigio. Pero esto no es nuevo en el fútbol, siempre ha sucedido así y da igual el rival que estableciera el calendario que estaba enfrente el día en el que se aplazó el encuentro en cuestión.
A la hora de la verdad, nada que ver con la cuarta jornada, cuando estaba fijado el encuentro y el Sevilla no tuvo las más mínimas ganas de jugarlo debido a las ausencias de sus argentinos por una de esas ventanas a las que la FIFA les ha añadido un litigio más para cuadrar sus eliminatorias sudamericanas. ¿Le favoreció eso finalmente al Sevilla o fue un factor en su contra? Eso pertenece al fútbol ficción, pero lo que es indudable es que no le vino demasiado bien pese a que Fati, que ya estaba lesionado entonces, y Pedri no pudieron actuar por los azulgranas. Peor era el recuento de profesionales por parte de Lopetegui, que se quedaba incluso con dos menos, Óscar Rodríguez e Idrissi, en las mismas vísperas. Dice que fue una indisposición, una enfermedad, y sólo cabe creerse las cosas, pero lo cierto es que el grupo sevillista no podía llegar mermado a esta comparecencia aplazada. Recálquese para ser justos que fue muy bien acogida por el propio Sevilla en su día.
Y las soluciones que idea el entrenador vasco que tan bien dirige a la nave nervionense pasan por alterar completamente la defensa para que sólo Diego Carlos actúe en su sitio real. Koundé es el lateral derecho, Fernando ejerce de defensa central por la zona derecha y Rekik es el lateral izquierdo. En el centro del campo sí se hacen fuerte los blancos con Joan Jordán, Delaney y Rakitic; Papu Gómez hace más de obrero que de orfebre en las ayudas atrás por la izquierda, Ocampos corre sin excesivo éxito frente a Jordi Alba y Rafa Mir apenas le gana alguna a Piqué, sí a Eric García, pero parece con orden de medirse más con el veterano que con el recién llegado al Barcelona.
El Sevilla no acaba de apoderarse del balón ante un Barcelona en el que Xavi vuelve a apostar por los más jóvenes sin mayores problemas. Son titulares Gavi, Abde y Ferran Juntglá, futbolistas que probablemente no fueron capaces de subir a Segunda División la pasada campaña o, en su defecto, ni siquiera eran considerados para estar en la plantilla del segundo equipo. Esto sirve para matizar que todos tienen sus problemas y que también debe ser algo de mérito suyo que, por ejemplo, el menudo palaciego juegue todos los domingos para que Luis Enrique lo haya llamado ya a la selección. Aunque, eso sí, los números son tozudos y el Barcelona camina a diez puntos del Sevilla.
Pero en el análisis de lo que sucede en el césped la realidad es que el Barcelona se siente mucho más cómodo y todo se desarrolla más cerca de Bono que de Ter Stegen. El Sevilla, tal vez, echa de menos a tantas piezas fuera de sitio y no se siente a gusto, las pérdidas son excesivas en la circulación del balón y se nota que los automatismos son muy distintos a los habituales.
Sin embargo, el fútbol es caprichoso, mucho. Y casi en el primer disparo de peligro, mejor en el segundo después de un intento de Rafa Mir tras una irrupción de Delaney, llegaría el gol de los blancos. Córner perfectamente lanzado por Rakitic y un remate no menos bueno del Papu Gómez. El Sevilla golpeaba el primero y se ponía con ventaja poco después de la media hora.
Las circunstancias debían haber cambiado a raíz de ahí, pero tampoco lo hicieron excesivamente, el fútbol, más o menos, era parecido y encima en la última jugada antes del intermedio la defensa zonal de los sevillistas, por enésima vez, volvía a hacer agua. Un córner lanzado por Dembélé y un remate de Araujo, tan bueno como fácil, colocaba las tablas para llegar al descanso como se arrancó.
En la segunda mitad todo se iniciaba con sendas opciones de Delaney en balones de estrategia, pero todo se iba a estropear con una chiquillada de Koundé. El francés cayó en la trampa de Jordi Alba, se le cruzaron los cables y le tiró el balón a la cabeza por detrás. Igual si hubiera sido Casemiro o el propio Jordi Alba habría sido considerado más desconsideración que agresión, pero Del Cerro Grande lo juzgó como lo primero y tampoco se le puede poner ningún pero a su decisión.
El Sevilla jugó 35 minutos, desde el 62 al 97, con un futbolista menos y por muchas variaciones que le metiera Lopetegui, un par de ellas con los nombres de Juanlu y Valentino, benditas seas, sólo le quedó proteger a Bono para salvar al menos un punto de los tres que estaban en juego. Los anfitriones ya no tendrían ningún acercamiento y sí estuvieron a punto de caer derrotados en un cabezazo de Gavi y en un disparo al poste de Dembélé. En definitiva, y como resumen, el punto fue celebrado incluso pese a estar enfrente un Barcelona que es inferior a tenor de lo que indica la clasificación. Pero así es el fútbol y lo que sí establecen los datos objetivos es que el Sevilla ha sacado con nota este empinado tramo de diciembre, por las bajas y los diferentes problemas. 10 puntos de 12 posibles ante Villarreal, Athletic, Atlético y Barcelona. Las puertas al sueño siguen muy abiertas.
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