Sueños esféricos
Juan Antonio Solís
Nadie en el mundo más afortunado que Víctor Orta
Sevilla FC
Se ha convertido esto de Monchi en un espinoso conflicto que se ha instalado en la actualidad sevillista y que tiene de momento paralizada la entidad, ya de por sí tocada por una situación societaria complejísima en la que ni los jueces se atreven a posicionarse claramente, ni con el tacto de haber esperado a que pasase la final de Budapest para no desestabilizar.
Monchi ha lanzado el órdago y a José Castro le ha estallado en las manos justo cuando más feliz era tras sumar otra conquista de plata a su currículum como presidente, un preciado tesoro para guerrear con un conocido enemigo.
Y no tiene fácil solución un conflicto en el que todos tienen prisa. El de San Fernando se ha retirado el fin de semana a sus cuarteles costeros, allí donde la sal viene con el aire de levante. Presidente, vicepresidente, asesores y demás esperan que se pronuncie cuanto antes. No hay fecha límite, pero mañana lunes mejor que pasado.
“No hay una fecha concreta, pero sí es verdad que debe ser cercana porque lo lógico y lo normal es que ya el director deportivo esté planificando la próxima temporada”, deseaba el máximo mandatario en unas declaraciones a Marca.
Y lo peor que hay en estas cosas son las prisas. Sobre todo cuando las condiciones que ha puesto el Sevilla (ahora mismo referido a los que dirigen el club) son áridas y claras: o a casa a escuchar carnavales o la pasta. Y para enredarlo todo más, este mismo diario apuntaba que el Aston Villa se niega a pagar ni a negociar. Querría a Monchi, pero siempre que sea a coste cero.
El elogiado gestor tiene la cabeza hecha un lío. Nadie lo duda. Ha firmado cosas, tiene compromisos adquiridos, pero no aguanta más.
Y ya da igual quién tiene más razón. El Sevilla lo que necesita es que se desbloquee un asunto que ha frenado por completo la planificación pese a que Castro grite a los cuatro vientos que el club sigue trabajando y se anuncie la contratación de Badé, algo que ya estaba hecho, por supuesto.
El presidente aún no da crédito a lo que tiene encima y se confiesa desconcertado y sin saber para dónde tirar. “Un poco por sorpresa sí nos ha pillado el asunto Monchi. Además, todo ha sido tan rápido, que no hemos digerido aún la copa, con la gente tan feliz... Y al final sale una noticia que no es agradable, tanto si se queda, como si no”, insistía. Y en el fondo sigue estando su gran amenaza. Suya y de Del Nido júnior: el anterior presidente y su maquinaria jurídica con el peso del mayor paquete de acciones. El dueño del piso, vaya.
El sevillismo espera ansioso las noticias que el asunto arroje sin salir del asombro y resignado a no tener nunca un momento de descanso y tranquilidad, ni siquiera en días de bonanza cuando el autobús descapotable en que fotografiaron abrazándose todos juntos en los festejos aún no ha pasado ni por el túnel de lavado.
La semana promete estar calentita y entretenida. Como en el viejo Oeste, a ver quién controla mejor los nervios y mantiene el pulso para apretar el gatillo antes.
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