Conclusiones sobre una derrota: Quien hace un cesto... ¿hace un ciento?
El primer gol a balón parado, la contra perfecta del 1-2 y la jugada coral desde campo propio en el 1-3, avales del Sevilla al que aspira su técnico, incapaz en el otro fútbol
Resquemor por los exabruptos que dirigió Giménez a la afición sevillista tras el 4-3
En el fútbol, como en la vida, muchas veces hay que adaptarse a la realidad tal y como viene porque ésta jamás se amoldará a nosotros. La realidad dicta que el Sevilla encajó en el Metropolitano una de las derrotas más dolorosas que se recuerdan, con la adenda indignante de los fortísimos gritos de “puta Sevilla” que el graderío exaltado de una afición enrabietada con la remontada les dedicó a todos los sevillistas, o sevillanos, que estuviesen viendo el partido y con la guinda de ese gol al inicio del minuto 94 con el “a chuparla” de Giménez captado por las oportunas cámaras televisivas. Es la crudeza del fútbol, ese afortunado remedo de la vida real en la que los individuos reflejan sus anhelos y frustraciones. Y como el fútbol es un reflejo de la vida, pues habrá que aprender de ésta y quedarse con lo bueno y dejar lo malo al margen.
¿Y tuvo algo de bueno lo que perpetró el Sevilla en el Metropolitano? Por supuesto que sí, y el sevillismo lo sabe lo mismo que lo saben los profesionales que juraban en arameo tras el disparo al techo de la red de Griezmann para finiquitar aquello, resbalón mediante de Kike Salas para más escarnio, precisamente de Kike Salas, que firmó un gran partido y que estuvo presente en dos de los tres goles del Sevilla. El llanto del futbolista de Morón de la Frontera, sevillista de cuna y de familia, era el fiel reflejo de lo que sintió el vestuario mientras la afición intentaba encontrar explicaciones cuando la explicación es bien sencilla y la dio perfectamente el entrenador: esta plantilla no da para más y los cambios decantaron claramente la balanza.
Que el Sevilla diera un paso atrás o que el Atlético lo obligara a darlo era lo de menos. En cuanto Lukébakio e Isaac ya no pudieron hacerse con ningún balón para desahogar el juego por puro agotamiento se apagó el Sevilla y firmó su propia sentencia de muerte. Observen si no los cambios de uno y otro equipo y la influencia de los mismos en el partido. Obsérvenlo.
Evidencias negativas
Así pues, sería más oportuno quedarse con lo bueno y asumir que lo malo está ahí. Y entre las cosas malas hay algunas que preocupan ya al margen de la excesiva dependencia de un Lukébakio que cuando se funde produce un apagón general como si fuera el único fusible de este Sevilla: Gudelj sigue siendo un titular fijo y su nivel a su edad ya es el que es; Saúl no está todavía para jugar al primer nivel y van pasando partidos sin que aparezca su jerarquía; Marcao cada vez que sale es para que los sevillistas crucen los dedos o se persignen; Iheanacho puede pegarse toda la temporada intentando volver a ser futbolista profesional sin lograrlo... Y Valentín Barco bien haría en ir haciendo las maletas de vuelta a Brighton porque no juega ni cuando un lateral vulgarcito como Pedrosa falta. Y va a seguir sin jugar porque Kike Salas demostró que sí puede aportar mucho en el flanco izquierdo.
Atisbos positivos
Ésta es una de las buenas conclusiones del partido. Otra fue la forma en la que el Sevilla de García Pimienta hilvanó el juego yendo a por el Atlético mientras hubo partido y logró los tres goles. El primero fue a balón parado. Sí; aunque mediase la calidad incuestionable de Lukébakio, el gol fue producto de un saque en corto de un córner. Ya era hora de que el técnico catalán sacase partido a la estrategia.
El 1-2, que debe dar por fin confianza a Isaac, no fue fruto de la casualidad. Antes ya había montado el Sevilla varios contragolpes que no cuajaron por un pelo. Y fue un golazo desde la visión de Peque, que dio un recital de pases a los espacios mientras el partido estuvo abierto. Ahí puede hacer daño el futbolista catalán pese a que tampoco tiene fuelle para terminar al más alto nivel todos los partidos y menos ante un rival de la exigencia física del Atlético.
Y el tercer gol fue la gran credencial presentada por García Pimienta en un gran escenario como el Metropolitano y que terminó emborronándose con el vino derramado por la incapacidad de esta plantilla para creerse dueña de su destino. Una jugada coral espectacular hilvanada desde atrás tras evitar la presión adelantada del Atlético y con participación de casi todo el equipo, de banda a banda y ganando metros empezando por Juanlu en su inicio y en su ejecución final y por Kike Salas con su centro pasado.
¿Crecer desde la derrota?
El refrán dice que quien hace un cesto hace un ciento. Y la duda es si García Pimienta hará crecer a su equipo desde la durísima derrota como dijo tras el partido. El técnico, incapaz de dar un golpe de timón para que no encallase la nave en el Metropolitano tras tener una ventaja de dos goles (con más tiempo por delante que jugadores de garantías en el banquillo), se mostró orgulloso y taxativo: “Éste es el camino a seguir”. Bueno, es esperable que la próxima vez que tenga dos goles de ventaja no la dilapide y que aprenda a atarla con fútbol y táctica. Porque con el otro fútbol es incapaz de ganar García Pimienta, tan educado y academicista.
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