La lírica de la presencia intensiva

Cómo juega el Sevilla FC

Caparrós ha mejorado la solidez del bloque a través del cierre de espacios con menos separación de líneas y defensa por acumulación

Joaquín Caparrós, entrenador del Sevilla FC.
Joaquín Caparrós, entrenador del Sevilla FC. / Jose Ángel Garcia

Al margen del empujoncito en el plano psicológico que siempre da la presencia de un técnico que conoce la casa y la idiosincrasia del club y la ciudad, la aportación de Joaquín Caparrós en este tramo final de Liga en el Sevilla se ha notado en la consolidación del bloque defensivo fundamentalmente. El del utrerano es claramente un Sevilla menos al descubierto que el de Machín, producto de una reestructuración táctica que ha logrado eliminar los espacios que antes aparecían (en los pasillos exteriores a los tres centrales, en la zona del balcón del área...) para que el sistema defensivo sufra menos.

El secreto es tan sencillo como clásico y a la vez lógico. Una menor separación entre líneas, renunciar a la presión adelantada como premisa habitual y tratar de ejercer una defensa con presencia intensiva en la mayor parte posible del terreno de juego. Orientar esa presión a la banda dejando llegar al rival en su salida del balón hasta el centro del campo y a partir de ahí cerrar espacios y generar superioridad numérica sobre el rival en zonas de influencia del balón.

Que significa renunciar a cierta lírica de moda en algunas corrientes futbolísticas y que bajará los índices de posesión... Seguro que sí, pero lo que cuentan son los resultados y, de entrada, el Sevilla ha logrado acabar así con una sangría de goles en contra que era ciertamente peligrosa.

Sin balón

Sólo hay que mirar los dos últimos resultados con Machín (5-2 a la Real y 4-3 en Praga) y los conseguidos con Caparrós (sólo un gol en contra en cuatro partidos) para entender que el sistema defensivo es totalmente distinto.

La defensa en línea de cuatro, junto con la presencia de un ancla por delante como es Gonalons, ha contribuido a cerrarle espacios al rival, que encuentra ahora muchas más dificultades para generar ocasiones. La defensa por acumulación ha logrado mejorar el bloque defensivo. Vigilancias y coberturas toman mayor protagonismo y se reducen las transiciones ataque-defensa. La presión tras pérdida también se intensifica y el equipo bascula colectivamente para robar pegado a la cal cuando se lleva a cabo la orientación correcta. Así, es fácil ver a los diez jugadores de campo cerca del balón sí éste está en banda, las líneas muy juntas y el trabajo colectivo. El riesgo está en que el rival puede atacar el espacio libre restante con un cambio de orientación.

Con balón

Esa misma presencia intensiva quiere protagonizar también, en la medida de lo posible, los ataques aunque todo gira más en torno a confiar en la calidad individual de los jugadores que se sitúan del centro del campo hacia delante. Las bandas cobran una dimensión superior, sobre todo en la derecha con Jesús Navas ahora en asociación con Sarabia, y el juego de ataque posicional trata de mover al rival de izquierda a derecha para, con un pase largo de los medios centro, tratar de pillar a la defensa contraria basculada a una banda para atacar el espacio de la otra. En la izquierda o bien se sitúa Promes a pierna no natural o bien hay un extremo falso que refuerza el centro, mientras Ben Yedder cae hacia atrás para asociarse con Sarabia, el Mudo o Banega. El francés en el área se mueve muy bien y está en racha, mientras Munir, clave en el trabajo defensivo, trabaja bien el timing de volea.

Lo mejor

Solidez defensiva e intensidad.

Lo peor

Poco recurso de ataque estático.

Maxime Gonalons
Maxime Gonalons / Rosell

Gonalons, del Gólgota al reino de la omnipresencia

Maxime Gonalons (Venisieux, 10-3-89) difícilmente olvidará la presente temporada y su aventura en el Sánchez-Pizjuán. Ahora disfruta del equipo y de la ciudad en su mejor época, en plena primavera, con Sevilla en fiestas y su nombre entre los titulares fijos de un conjunto que siempre lo esperó, antes con Machín y ahora con Caparrós tras dos lesiones gravísimas que le han hecho pasar un calvario. No salía de una cuando entraba en otra, como las tres caídas de Jesús con la cruz camino al Gólgota. Afortunadamente, en el caso del francés han sido sólo dos, pero ahora su presencia es la piedra angular de esa mejoría defensiva experimentada con Caparrós, coincidente su llegada con su irrupción en el once. Por delante de la defensa, aporta oficio y clase. Defiende con el cuerpo, sabe estar bien colocado y la entrega con mucho sentido. Le da libertad a Banega y a Roque Mesa (dos goles desde su entrada en el equipo) y sólo una pequeña falta de ritmo puede achacársele. Desea quedarse, aunque eso dependerá de Monchi y de la Roma.

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