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Celta-Sevilla | Contracrónica
De auténtico garrafón, la resaca del Sevilla parece interminable. Y Julen Lopetegui, el encargado de intentar que el equipo la supere, no parece dar con la tecla para que los suyos espabilen de una vez por todas. La eliminación en la Copa del Rey a manos del Mirandés, en una eliminatoria que se presuponía asumible para el equipo nervionense, supuso un punto de inflexión para el cuadro blanquirrojo. Una cuesta de febrero cuyo punto de partida se sitúa algunas horas atrás, en el 30 de enero, con el partido disputado en la provincia burgalesa, y que se prolongó en las dos fechas ligueras posteriores.
Existen miles de remedios para curar la resaca. Y en el mundo del balompié, las victorias suponen la mejor medicación. El antinflamatorio que acompaña a los muchos vasos de agua en estos casos, aunque recetados, habitualmente, en una o dos píldoras semanales. Pero el método no parece espabilar al enfermo. Dos han sido los encuentros que el Sevilla ha afrontado tras aquella "mancha" difícilmente borrable, en palabras del propio Monchi, que supuso el duelo de Copa del Rey y ante rivales, presumiblemente, de una liga menor que la nervionense. Alavés y Celta, que ocupan algunos de los puestos más bajos de la clasificación, se aprovecharon de esta situación ennortada del equipo de Lopetegui. El cuadro vasco sacó un punto en su visita a un Sánchez-Pizjuán que sí regala puntos (1-1), mientras que en su visita a Balaídos, en el duelo que tuvo lugar ayer por la tarde, los blanquirrojos se dejaron los tres puntos en el camino (2-1).
¿Y en qué se traduce este uno de seis puntos de las últimas jornadas? En la pérdida de la tercera posición y la caída hasta puestos de la Liga Europa. Aunque, eso sí, empatado a puntos con el Atlético, ambos con 39 unidades en su haber. Del mal, el menor.
Y eso que la jornada parecía placentera para que el Sevilla protagonizara un despertar pletórico. El escenario, ante un rival como el Celta que estaba en puestos de descenso, también invitaba a pensar en ello. La revolución planteada por Lopetegui parecía surtir efecto. El primer gol de En-Nesyri con la camiseta sevillista, después de su fichaje tras una brillante ejecución de un mano a mano con Rubén Blanco, ponía en ventaja al equipo forastero. Ocampos, en una ocasión similar a la de su compañero, pudo ampliar la renta.Aunque el meta local acertó en su salida para acabar con el peligro.
Acertado Rubén y acertado también Vaclík, que en la primera parte consiguió acabar con algunos de los acercamientos peligrosos que protagonizó el Celta. Como aquel atisbo de lucidez que parece resplandecer en medio de la oscuridad que supone una dolorosa resaca. Sin embargo, acabó contagiado por esa desazón que vive el equipo. A pesar de que logró detener un peligroso disparo de Pione Sisto, Vaclík no pudo hacer nada en el tanto que supuso el empate celtiña, que llegó en manos de –quién si no– Iago Aspas. Se dejaba el Sevilla dos puntos en Balaídos, un mal menor, que terminó de convertirse en pesadilla cuando Pione Sisto armó la zurda y dejaba el triunfo en Balaídos.
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