Ni casta ni coraje, fracaso y frustración (1-0)
La crónica del Salzburgo - Sevilla
El Sevilla se despide de la Liga de Campeones en Salzburgo por deméritos propios a pesar de que Munir pudiera marcar el cero a uno justo antes del gol de Okafor
Los hombres de Lopetegui fueron incapaces de romper amarras para buscar el triunfo que necesitaban y encima la expulsión de Joan Jordan los castigó aún más
Ni casta ni coraje; ni orden ni desorden controlado; ni acierto ni llegadas apenas; ni veteranía ni sapiencia a la hora de orientar el fútbol a lo que más le convenía, el Sevilla protagonizó en Salzburgo su principal fracaso de la presente temporada. El cuadro de Julen Lopetegui fue incapaz de derrotar al Red Bull en su desértico campo y, lógicamente, no hizo ni el más mínimo mérito para estar en los octavos de final de la Liga de Campeones.
Y a partir de ahí comienza el análisis de la situación y también del partido en sí, que es lo que realmente se trata. Respecto a la globalidad, lo peor es perder la inyección económica que eso siempre supone para una entidad que vende bonanza en ese sentido, pero que atraviesa por las mismas dificultades que casi todas las demás. Porque todos los clubes viven por encima de sus posibilidades, cada uno a su manera, y presupuestar las clasificaciones para las siguientes rondas sin que éstas se hayan producido tiene este riesgo, que el cántaro de la lechera se rompa de forma abrupta.
Ya sucedió en el anterior ejercicio, cuando cayó en los octavos de final y no en los cuartos, como se puso en las cuentas, y ahora sucede tres cuartos de lo mismo.
Más cosas en el relato global de esta eliminación de la Champions, que no de la Liga Europa. Un solo triunfo frente al Wolfsburgo, tres empates y dos derrotas en un cuarteto que completaba el Lille como campeón de la última Ligue 1 francesa. Por muchos piropos que reparta Lopetegui en las ruedas de prensa previas para el equipo rival, está claro que el papel de favorito en este grupo era para el suyo, para este Sevilla que él entrena, casi siempre bien por cierto. Así que no haberse metido entre los dos primeros cabe considerarlo como un desastre deportivo y no admite más calificativo que ése.
Y después de estas valoraciones de las preliminares se entra de lleno en este Salzburgo-Sevilla en el que los hombres que han vestido de rojo han sido siempre incapaces de provocar situaciones que les pudieran interesar. Fue todo lo contrario, los nervionenses necesitaban el triunfo y sólo estuvieron a punto de haberse metido en ese carril cuando Munir tuvo un cabezazo a bocajarro en el minuto 48.
Planteamiento
El Sevilla salió con Munir arriba y Augustinsson por Acuña, pero todo lo fundamentó en el orden y fue incapaz de atacar de verdad
El testarazo del delantero elegido en esta ocasión por Lopetegui, en detrimento de Rafa Mir, que se quedó en el banquillo inicialmente, se dirigió al larguero cuando parecía muy factible haber metido el balón dentro. El Sevilla había desperdiciado una gran oportunidad para haberse puesto por delante, pero lo más triste fue que había sido la primera y la última a lo largo de los 96 minutos que se jugaron en el vacío estadio de la bella localidad austríaca.
El castigo no pudo ser más cruel. Prácticamente en la acción siguiente, una pérdida en la salida hacia arriba de Montiel fue castigada con calidad por el alemán Adeyemi. Su pase, clarividente, infinitamente mejor que todos los protagonizados por los veteranos futbolistas que defendían la elástica sevillista, fue rematado a placer por Okafor.
Sin velocidad
Lopetegui apuesta por una forma de juego y sus futbolistas se han acostumbrado a la lentitud y la parsimonia, sólo Ocampos la rompía
El Salzburgo se había puesto por delante en el marcador, pero aún restaba un tiempo entero para pelear, para haber recurrido a la casta y el coraje. Pero no, el tercer golpe iba a llegar con prontitud. Un córner pésimamente sacado por el Papu Gómez, incapaz de levantar el balón, era despejado en el primer poste y Joan Jordán cometía la ingenuidad de hacerle una falta flagrante a Adeyemi cuando éste intentaba arrancar. La enésima ingenuidad del equipo teóricamente más experto, segunda tarjeta amarilla y un futbolista menos para la media hora que quedaba por delante.
El fracaso había acabado de consumarse en esa acción concreta, porque desde ahí, todo fue la búsqueda desesperada de soluciones por parte de Lopetegui y de su cuerpo técnico. Volver a cambiar el sistema para paliar que ya tenía un hombre menos en el campo, pero todo sería inútil. La Liga de Campeones 2021-22 había sido mal afrontada por el Sevilla desde su primer partido, precisamente contra los niños del Salzburgo también, e iba a finalizar de idéntica manera, con una dosis de impotencia mezclada con incapacidad futbolística.
Porque el Sevilla, otra vez con el trío de veteranos en el eje del campo, a saber, Fernando, Rakitic y Papu Gómez, jamás iba a tener ni ritmo ni capacidad para romper líneas a través de la velocidad. Lógico, por otra parte, cuando se miden contra futbolistas con mucho más físico. Lopetegui había vuelto a apostar por el orden, por el control y eso le ha servido en infinidad de ocasiones, pero esta vez, con las entradas de Munir y Augustinsson en el lateral izquierdo como principales novedades en el once, en absoluto iba a ser así.
Incapacidad
Tras el gol de los locales, sí llegó el momento de cambiar el estilo de juego y tampoco funcionó, entre otras cosas por la expulsión
Se repasa la hoja de oportunidades y en la primera mitad, cuando todo estaba cero a cero y once contra once, todo se reducía a dos cabezazos de Koundé en sendos saques de esquina y una contra de tres contra dos desperdiciada, además de un tiro de Rakitic desde fuera del área. Cierto que el rival se limitaba también a un disparo de Sucic desde la frontal, pero quien necesitaba ganar, no se olvide, era el Sevilla.
Nada alteró Lopetegui y su cuerpo técnico tras el intermedio, todo lo mantuvo igual hasta que ya se vio con la soga al cuello después del cabezazo al larguero de Munir, la primera oportunidad clara y la última cabe insistir, y el posterior remate dentro de Okafor. El Sevilla se vio impotente para reaccionar por las mil circunstancias, pero que nadie ponga paños calientes, el caminar de los nervionenses por esta Champions sólo admite dos términos para definirlo, fracaso y frustración.
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