Las carambolas lo son todo en el billar (1-0)
Sevilla-Las Palmas | la crónica
El Sevilla suma un nuevo triunfo, el cuarto seguido, gracias a un gol de Jesús Navas en un balón que era claramente un centro
El equipo de Berizzo creció al ir sumando peones que sí tienen vitola de titulares
Sevilla/Manual del resultadismo en el Sevilla. Un gol de carambola de Jesús Navas le dio al cuadro de Eduardo Berizzo el cuarto triunfo consecutivo en el campeonato liguero y eso le permite a los nervionenses otear el horizonte con optimismo por más que sólo se limiten a derrotar a rivales que son claramente inferiores en su potencial. Ésa sería la visión más exigente de los hechos, la realidad indica que son 13 puntos de 15 posibles y el granero por tanto se está llenando para cuando llegue la dureza del general invierno, es decir, para cuando le toque competir a los blancos con adversarios de su nivel.
Pero eso llegará con el tiempo, el fútbol exige el día a día, el partido a partido y no hay otra. También hay que precisar con prontitud que el resultado tampoco fue nada injusto, como en otras citas litigadas por las huestes nervionenses. N’Zonzi y compañía, después de ir creciendo con los cambios, supieron dar un paso al frente para encerrar a los que vestían de amarillo en las cercanías de Chichizola. Aunque las ocasiones claras de gol tampoco fueron numerosas, era evidente que en cualquier balón suelto o rebotado todo se inclinaría hacia el bando de los anfitriones y así fue. El enésimo centro de Jesús Navas se envenenó al dirigirse hacia la portería en lugar de hacia fuera y hasta se coló con cierta violencia en la portería de un Chichizola que pareció pensar que de dónde había salido ese obús cuando antes lo habían asaeteado con fuego irreal.
Así se escribe, sin embargo, el fútbol y lo hizo, además, en una noche en la que teóricamente el protagonismo le pertenecía a un futbolista del rival, a un Vitolo que sólo recibió silbidos como señal de repulsa a la forma de salir del club sevillista, poco más. Fue mayor la indiferencia que otra cosa. Sí es paradójico que el canario llegara cuando se fue Jesús Navas y que el palaciego arribara en su segunda etapa cuando se marchó Vitolo. Con los mismos representantes, los de Bahía, y todo en dos culebrones veraniegos. En esta ocasión, la sonrisa, de oreja a oreja además, le perteneció a un pequeñito diablo que cumplía 400 partidos oficiales con la camiseta del Sevilla.
Pero conviene ir por partes y para empezar nada mejor que el análisis de un primer periodo extremadamente gris. Como ya hiciera en Getafe, Berizzo optó por el omnipresente Ganso y por Krohn-Dehli como pareja de centrocampistas por delante del pivote defensivo, en este caso N’Zonzi en el lugar de Pizarro, que fue quien ocupó el puesto en el Coliseum Alfonso Pérez. Y la conclusión es bien fácil, Ganso, hasta ahora, ha casado bien con el gol, lo que no es poco, pues lo ha hecho dos veces en cinco partidos, pero es imposible desarrollar un buen fútbol con él en el campo. ¿Y cómo es esto factible en un virtuoso con el balón en los pies? Es sencillo, el brasileño jamás se implica en la recuperación del balón, se limita a un trotecillo por el campo en el que, normalmente, despide la pelota nada más que le llega. Y alguna vez, sólo alguna, no muchas, pues busca un pase a un desmarque. El problema es quién se dirige al espacio si él, por su posición en el terreno de juego, es el que debería hacerlo y, además, los extremos, particularmente Jesús Navas, viven pegados a la cal.
Ben Yedder se pegaba carreras hacia un lado y hacia otro, pero la realidad, bastante tozuda por cierto, era que el delantero iba camino de ninguna parte. Rara vez se ponía con la ventaja necesaria para que sus compañeros, sea Ganso o el que sea, puedan habilitarlo con claras opciones de gol. Ítem más, cuando el balón le llegaba a Jesús Navas la única solución a la que apelaba el palaciego era un centro por arriba. ¿Para un Ben Yedder que alcanza oficialmente el 1,70 y ya es mucho?, ¿para un delantero que jamás es acompañado por otro peón del equipo de no subir uno de los dos laterales, como en el gol de Escudero contra el Basaksehir?
El Sevilla no fue capaz, por tanto, de desarrollar un juego convincente durante toda la primera mitad. Se limitó a un arranque prometedor, con toques algo más rápidos, y un cabezazo flojo de Correa y un disparo fuerte de Mercado como único balance ofensivo. Lo demás fue un intento de Ben Yedder desde el suelo. Poco más se puede apuntar en el haber de un equipo que parecía, además, ir perdiendo el sitio conforme la UD Las Palmas daba un paso adelante en su presión en el campo de los blancos.
Entonces ya se vio que N’Zonzi era una isla en el centro del campo rodeada de amarillos, sin ayuda de ninguno de sus compañeros más cercanos ni en la resta ni en la suma. Además, Calleri cada vez le daba más la lata a la pareja de centrales con su juego de incordio constante y de choque. Restaba aún un tiempo por delante, paradójicamente cuando el equipo de Berizzo sube sus prestaciones, pero a esas alturas del choque costaba mucho trabajo mantener la fe en los locales.
Sin embargo, el Sevilla volvió a crecer, una vez más, con el paso de los minutos y con el cansancio de unos rivales que no son capaces de aguantar ese nivel de intensidad. Los blancos, sin hacer un fútbol exquisito, entre otras cosas porque el terreno de juego lo dificultaba en exceso, sí fueron abordando al rival de todas las maneras posibles.
Con Mudo Vázquez en el lugar de Ganso en torno a la hora de fútbol ya fue un paso adelante evidente, como también lo serían las escalonadas entradas de Sarabia y de Banega. Berizzo dice que no hay diferencia entre los titulares y los suplentes, pero eso pertenece al terreno de la teoría. Claro que la hay, tanta que el Sevilla ya ofrecía otra imagen distinta y la UD Las Palmas cada vez se sentía más agobiada ante la posibilidad de recibir el golpe definitivo. Y fue en esa pelota que se envenenó en el centro de Jesús Navas hasta convertirse en un golazo de haber sido ejecutado con esa intención, que no lo fue.
Los hombres de Berizzo ganaron en esa acción, como lo pudieron hacer en cualquier otra. Y qué más da, lo cierto es que ya son cuatro triunfos consecutivos, éste contra el equipo de Vitolo. Ahora llega un examen interesante en el Wanda Metropolitano, pero mientras sí, mientras no, 13 de 15 puntos. No está mal.
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