La botella, mejor más llena

El Sevilla de Berizzo debe mejorar para convencer a los más escépticos y cargar de razones a los que tienen fe en su proyecto.

Tras remontar una pequeña crisis, las dudas deben despejarse.

Eduardo Berizzo se cruza con algunos de sus jugadores durante una sesión de entrenamiento.
Eduardo Berizzo se cruza con algunos de sus jugadores durante una sesión de entrenamiento. / Antonio Pizarro
Jesús Alba

13 de noviembre 2017 - 07:00

Sevilla/Entre los que ven la botella medio llena y los que la ven medio vacía, la mejor manera de resolver dudas es, simplemente, llenarla más. Ése es el objetivo del Sevilla una vez pasado el parón liguero después de dos semanas tras las que tiene dividida a la afición. Convencidos plenos no hay, y el mismo Óscar Arias confesaba en Granada este fin de semana que espera "que el juego del equipo mejore" y que la plantilla tiene "más potencial y recursos de lo que estamos viendo".

Hay escépticos críticos -los de la botella medio vacía- y hay quienes tienen paciencia y fe en que Berizzo dé con la tecla y el Sevilla logre construir un bloque que se haga respetar y que se meta arriba junto a los grandes de verdad -los de la botella medio llena-.

Mientras tanto, para qué vamos a engañarnos, el proyecto está en tierra de nadie. Después de una semana en la que se asomó al abismo de la crisis con tres derrotas y dos goleadas en contra muy escandalosas, ganar a Leganés y Spartak (el Cartagena no cuenta) aplacó un poco el mal ambiente y los nervios de los protagonistas, mientras la derrota en el siempre complícadisimo Nou Camp no ofreció ninguna solución al enigma. Por un lado, si se mira la botella medio llena, no salió goleado, mantuvo el tipo y compitió haciendo al Barça pedir la hora tras empatar; pero, por otro, bajo el prisma de la botella medio vacía, no llegó a puerta más allá del golazo de Pizarro en un córner y pudo salir goleado ya en la primera parte.

El Sevilla de Berizzo está en tierra de nadie a los ojos de su parroquia y entre los sevillistas están los que ven al argentino capacitado para firmar una buena temporada en Nervión y también los que, literalmente, el Toto no les convence.

Por eso tiene el Sevilla ante sí un mes y medio decisivo para enganchar definitivamente a la afición y despejar todas las dudas posibles sobre sus objetivos, tanto en la Champions como en la Liga. Sobre todo el duelo ante el Liverpool en el Sánchez-Pizjuán va a marcar el futuro del proyecto en Europa y en una competición en la que no sólo el equipo sino también la entidad se juegan muchísimo. El presupuesto y mantener una masa salarial que ha subido muchos ceros se sustenta en la trayectoria europea, y dentro de ésta, en dos patas fundamentales: primero, pasar a octavos de final y, segundo, clasificarse para la próxima edición del torneo a través de la Liga, con la tercera o la cuarta plaza.

El duelo ante el Liverpool puede marcar muchas cosas, pues un triunfo acercaría en gran parte el objetivo. Luego, quedaría la bala del Maribor en Eslovenia, un duelo que también ha de disputar antes de que acabe 2017.

En la Liga, el Sevilla también necesita dar un golpe de autoridad, algo que no ha hecho aún, por ejemplo, en ningún estadio de cierta enjundia, lo que le afean a Berizzo los más críticos y escépticos. Después del Celta en casa, los blancos tienen la oportunidad de hacerlo en Villarreal y, cómo no, en un Santiago Bernabéu en el que lo espera un Real Madrid que no está precisamente fino el 9 de diciembre. Claro está que siempre es el Real Madrid.

El Deportivo y el Levante en Nervión, donde también tendrá que firmar el trámite del Cartagena en la Copa, la visita a Anoeta en el último partido del año... completan un calendario que va a poner al Sevilla donde verdaderamente se merezca.

El sevillismo está expectante, los que creen y los que no creen. Por eso Berizzo necesita echarle más agua a la botella.

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