Betis-Castilla, una metáfora del Altozano

calle rioja

El titular del campo, Luis del Sol, es un puente entre los dos equipos

10507184 2025-01-20
Betis-Castilla, una metáfora del Altozano

Betis-castilla. El partido entre filiales sonaba a Velá trianera, a encuentro en el Altozano. Hubo un tiempo en que el filial verdiblanco se llamaba Triana. La provincia de Madrid perteneció en tiempos a Castilla la Nueva, el ariete del quinteto que nos sabíamos de memoria en las lecciones de Geografía: Madrid, Toledo, Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara. En este rompecabezas de provincias que diseñara el motrileño Javier de Burgos, se cambió Madrid, convertida además de capital de la Corte en comunidad uniprovincial, por Albacete, que se desgajó de Murcia… y Cartagena. Quedó Madrid como media geográfica entre las dos Castillas, la Vieja y la Nueva, la del Cid y la de don Quijote. ¿Quién da más?

El titular del campo, Luis del Sol, es un puente entre los dos equipos

Nos fuimos a la Ciudad Deportiva Luis del Sol. Heliópolis al cuadrado. Le contaba a mi sobrino-nieto lo importante que fue ese futbolista nacido en Arcos de Jalón (Soria) en 1935, el mismo año que Elvis Presley. Que además de jugar en el Betis y en el Real Madrid, como Gordillo, participó en la final de la Copa de Europa con más goles, el 7-3 del Madrid al Eintracht de Fráncfort en 1960 en Glasgow, la quinta consecutiva. Cuatro goles de Puskas y tres de Di Stéfano con actuación primorosa de Luis del Sol en la ciudad escocesa donde Luis de la Sombra (Luis Cernuda) escribió Ocnos en esa capital que llamó “vómito de niebla y fastidio”. Todo esto último no se lo conté a mi sobrino-nieto, que sólo tiene 11 años, pero sí que después Luis del Sol triunfó en el fútbol italiano en la Juventus, donde se ganó el apodo de Siete Pulmones, y en la Roma. Como Gordillo y como Joaquín, debutó con 19 años en el Betis, salió para triunfar, disputó dos Mundiales y volvió al equipo que le vio nacer como futbolista.

Salen los jugadores a calentar. Betis-Castilla, aires de Altozano. La Pureza del fútbol antes de que llegara el complejo de Edipo. En el equipo visitante llega el máximo goleador de los dos grupos de la categoría. Ha marcado tantos goles como Lewandowski y con el que marcará en la Ciudad Deportiva Luis del Sol lo superará. Se llama Gonzalo García y es un Pelayo de la delantera. Sólo tiene ojos para el cancerbero contrario. Hay buen ambiente. Tres generaciones de aficionados se han dado cita en el partido. A veces se les ve aplaudir alguna acción del filial madridista. Cuando al final del partido dan por megafonía la cifra de espectadores, 1.695 en total, alguien de ese grupo dice “y ochocientos de Albaida”.

Una de las joyas de la cantera del Madrid se llama Manuel Ángel. Nació en marzo de 2004, igual que Gonzalo García, y lo hizo en Albaida del Aljarafe, la población en la que durante una de sus caídas al infierno buscó retiro y sosiego Jesús Quintero. Incluso le regalaron un pollino al que bautizó Albaida. Era su particular Platero, con cuyo paisanaje siempre bromeaba por la cercanía de su San Juan del Puerto natal a Moguer, patria de Platero y de su dueño, el poeta Juan Ramón Giménez, que ganó el Nobel de Literatura el mismo año 1956 que Di Stéfano su primera Copa de Europa. Manuel Ángel es el nombre que más veces se pronuncia. Es tocayo del único Manuel Ángel al que conozco, Vázquez Medel de apellido, en las antípodas del aficionado al fútbol, poeta, catedrático, comisario del centenario de Francisco Ayala y colaborador del padre Javierre en la Gran Enciclopedia de Andalucía.

Este Betis-Castilla de filiales es como un viaje en el tiempo por dos proezas del filial madridista. En la temporada 1979-80 disputó la final de la Copa del Rey contra su hermano mayor, el Real Madrid. Había eliminado a clásicos de la competición como el Athletic de Bilbao o la Real Sociedad. Fue el año que en Sevilla viví dos primaveras: el 28-F y mi primera Semana Santa, viendo pasar a la Cena por la Encarnación. El partido terminó como un partido de tenis: 6-1. Dos goles de Juanito y uno de Vicente del Bosque, Santillana, Sabido y García Hernández. El portero del Madrid era García Remón. Un año después, en París, el Madrid de los García perdería la final de la Copa de Europa contra el Liverpool por una pifia de García Cortés. Y al año siguiente, en 1982, otro García, el colombiano Gabriel García Márquez, ganaba el Nobel de Literatura. Vi el partido en el Bernabéu. También vi en ese estadio la única final de la Copa de Europa que presencié en el campo. Triunfo del Nottingham Forest sobre el Hamburgo. El equipo de la ciudad de Robin Hood es el único que sólo ha ganado una Liga y tiene dos Copas de Europa. Como si las hubiera ganado el Betis, que consiguió la Liga en 1935, el año que nacen Luis del Sol y Elvis Presley. Mi sobrino Eulogio, del Cádiz de los García (García Romero, García Alba) me acompañó al Betis Deportivo-Castilla y nació ese año 1980.

La otra proeza fue quedar campeón de Segunda la temporada 1983-84. No pudo ascender a Primera, pero sí lo hicieron un grupo de futbolistas que hicieron historia, la Quinta del Buitre. Cuatro madrileños (Míchel, Sanchís, Martín Vázquez y Butragueño) y un andaluz de La Palma del Condado, Pardeza, que escribe muy bien e hizo su tesis doctoral sobre César González Ruano. El Buitre voló por primera vez en el estadio Carranza en febrero de 1984, en plenos Carnavales. Alfredo Di Stéfano era el entrenador y lo sacó en la segunda parte para remontar el partido con dos goles a Andoni Cedrún. El año de la profecía de Orwell y que José Joaquín León, pregonero de la Semana Santa de 2025, empezó a publicar su sección de Cuaresma. Del Madrid de los García a la Quinta del Buitre. Un salto cualitativo, aunque sólo uno de ellos, Manolo Sanchís, pudo levantar la Copa de Europa, el torneo que tanto se les resistió.

Arzu y Raúl ocupaban sus respectivos banquillos. Dos hombres de la casa, en la jerga balompédica. Raúl González Blanco nació el 27 de junio de 1977, dos días después de que el Betis le ganara al Athletic de Bilbao la primera Copa del Rey. Es junto a Fernando Hierro, Morientes y Roberto Carlos uno de los cuatro futbolistas que ganaron las tres Copas de Europa en años alternos de 1998, 2000 y 2002.

Jorge Valdano lo hizo debutar jovencísimo. No se le caen los anillos por estar en la factoría para resolver la incógnita: ¿por qué hace tanto tiempo que no sale un diamante de la cantera del Madrid?

El pasillo de entrada al campo de fútbol, uno de los dos con los que cuenta la Ciudad Deportiva Luis del Sol, está lleno de fotografías de ídolos verdiblancos. Aparece Rafael Gordillo, que con Hugo Sánchez y Maceda reforzaron a aquella generación que revolucionó el fútbol patrio. A su lado, Joaquín Sierra Quino. De la quinta de los Salesianos que ficharon por el Betis, hijo de Juan Sierra, poeta del grupo y la revista Mediodía, uno de los mejores cronistas en verso de la Semana Santa de Sevilla. Quino fue el primer rebelde del fútbol español. No fichó por el Madrid, pero a cambio ganó la amistad de Alfredo Di Stéfano. Debutó con la selección en un partido contra Finlandia disputado en el entonces estadio José Antonio Primo de Rivera de La Línea de la Concepción, el campo de la Balompédica Linense (la Balona). Entró por Gento, la galerna del Cantábrico, ese atleta del fútbol que nació en 1933, el mismo año que vinieron Curro Romero y Ramón Tamames.

Fui al fútbol con mi sobrino-nieto y horas después nació mi nieta. Un partido entre filiales es la mejor metáfora de la paternidad al cuadrado que supone ser abuelo. Como decía Salvador Távora en la obra Alhucema, ancha es Castilla… menos por Andalucía. Yo hice la mili en el paseo de la Castellana, el mismo donde está el estadio donde jugó Gordillo entre 1985 y 1992. El año que llegó don Jacinto (Pellón) y mandó a parar.

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