Un azulejo

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No se sabe si es la Bayona de los reyes traidores o de la carabela que encalló a la vuelta

10692904 2025-02-01
Un azulejo

Las dos calles han vuelto a su antiguo ser. La manzana delimitada entre las calles García de Vinuesa y Federico Sánchez Bedoya cara a la Avenida fue derribada en los primeros años setenta. Entonces era la Avenida de José Antonio. Hoy que se llama de la Constitución ha recuperado en ambas calles la que fuera su antigua denominación. El 16 de julio se repuso el rótulo de Antigua calle de la Mar en García de Vinuesa y este 29 de enero se ha hecho lo propio con la antigua calle de Bayona en Federico Sánchez Bedoya.

No se sabe si es la Bayona de los reyes traidores o de la carabela que encalló a la vuelta

En el número 2 de esta calle nació el periodista Antonio Burgos (1943-2023), como también lo hicieron antes su hermana Pilar y después Fina Burgos, la pequeña, que asistió a este emotivo acto de colocación del antiguo y nuevo azulejo en el actual edificio del Servicio Andaluz de Salud donde en tiempos tuviera su destino laboral el escritor Alfonso Grosso. “Antiguamente, las casas de la calle llegaban hasta la farola”, afirma Fina Burgos señalando la zona más próxima a ese ambiguo carril-bici, patinetes, turistas o lo que le echen entre el acerado y la vía del Metrocentro.

La antigua calle Bayona tiene frente por frente la parroquia del Sagrario, donde fueron bautizados los tres hermanos Burgos Belinchón y donde el 22 de diciembre de 2023, día de la Lotería y aniversario de la muerte de Bécquer, el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, ofició el funeral por el autor de Las cabañuelas de agosto, primera presencia del cambio climático en una obra literaria.

Joaquín Moeckel, letrado del Arenal, ha sido uno de los muñidores de esta iniciativa que no va a ser la última para recuperar los antiguos rótulos de calles señeras. Muchos de ellos fueron colocados a mediados del siglo anterior con el apoyo del Ayuntamiento y la Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría, con el protagonismo especial de alguien como Antonio Sancho Corbacho, que fue simultáneamente académico, catedrático y concejal de la Corporación sevillana. “La destrucción del viejo caserío y la edificación de nuevas construcciones conllevaron la desaparición de muchas de ellas”, dice Martín Carlos Palomo García, secretario de la Asociación Amigos de la Cerámica Niculoso Pisano.

El recuperado azulejo, una vieja reivindicación de Antonio Burgos que ha llegado post-mortem, es obra de la firma de ceramistas Rocío Triana formada por Rafael Muñiz y Lola Gómez, con talleres en la calle Antillano Campos. En la misma Triana a la que a finales del siglo XV llegó el ceramista italiano Niculoso Pisano.

El acto contó con la presencia del hermano mayor de la Carretería y el párroco del Sagrario. Con dos madrinas de excepción, Reyes Morales, de la más que centenaria bodega de la calle García de Vinuesa, y la pintora Reyes de la Lastra. Lo presidió Amidea Navarro, delegada de Patrimonio y Edificios Municipales, acompañada por Carmen Cruzado Candau, directora del distrito Casco Antiguo.

Isabel Herce, viuda de Antonio Burgos, no ocultaba su satisfacción por esta deuda sentimental saldada con una de las obsesiones del escritor y periodista. Aunque el nombre de la calle permaneció durante casi siete siglos después de la Reconquista, no se sabe a ciencia cierta si es por la Bayona de Pontevedra o por la de Francia. El portavoz de la Asociación Niculoso Pisano se inclina por esta última. “Lo más seguro es que recibiera el nombre en relación con el origen de mercaderes franceses afincados en Sevilla”. De tal forma que la Catedral de Sevilla estuviera rodeada por un boceto de lo que fue una incipiente Unión Europea: Francos, Alemanes, Placentines (de Piacenza), Bayona.

Un topónimo que tiene presencia a uno y otro lado de los Pirineos. La Bayona francesa es una ciudad costera del País Vasco Francés de más de cincuenta mil habitantes. Fue el escenario los días 5 y 6 de mayo de 1808 de la doble abdicación de Carlos IV y su hijo Fernando VII de la corona española para que pasara a manos francesas. Bayona fue el Waterloo del rey que posó para Goya y de su funesto descendiente. La Bayona de Pontevedra, con menos población, cuenta con un parador estupendo. Dicen que fue la primera población europea que conoció la noticia del descubrimiento de América porque en sus costas encalló la carabela La Pinta, una de las tres que iban a la expedición que comandaba en 1492 Cristóbal Colón, que como Niculoso Pisano también vino desde Italia hasta Sevilla, igual que Américo Vespucio. Muchos siglos después, no se conoce de forma fehaciente la pista gala o galaica de la calle Bayona. Los gallegos también han tenido un protagonismo muy importante en la ciudad de Sevilla. No hay más que leer en Ocnos de Cernuda su presencia en la plaza del Pan.

Cuando Antonio Burgos nació, ya no quedaban dinosaurios pero Federico Sánchez Bedoya ya estaba allí. Este político y militar sevillano, diputado en las Cortes de la Restauración, nace en 1844, el año que se funda la Guardia Civil, y muere en 1898, el año de la pérdida de las colonias. Datos elementales para espantar a los Fahrenheit del callejero memorialístico.

Franceses o gallegos, en la calle se ubicaron dependencias relacionadas con la fiscalización del comercio con el Nuevo Mundo y además de los comerciantes, según Palomo García, tuvo “casas de juego y posadas como la de Tomás Gutiérrez, fiel amigo de Cervantes”. Hay otras calles en lista de espera para esta reposición: la antigua calle Tiendas (hoy Murillo), el Antiguo Callejón de los Pobres (plaza de la Magdalena) o la calle Sardinas, hoy calle Gerona, nombre fundamental para el nacimiento de El Rinconcillo, como atestigua en su investigación la historiadora de la familia Fátima Rosado de Rueda.

Hermoso ejercicio éste de ver convivir dos etapas del nomenclátor sin fricción, sin aspavientos. Con el protocolo de la historia, que tan bien conoce Carlos Telmo, rondeño de postín, ciudadano del mundo (desde Montreal a Shanghái pasando por San Lorenzo, el sherpa de la duquesa de Alba por Isla Mágica).

“Ésta es otra de las calles que tomaron el nombre después de la conquista, de la nación o provincia que pasó a habitarla”, escribe Félix González de León en su Noticia Histórica del origen de los nombres de las calles de esta M. N. M. L. y M. H. Ciudad de Sevilla (muy Noble, Leal, Heroica), “porque ya he dicho en la introducción de esta obra que el sabio y santo rey Fernando concluida la conquista repartió barrios y calles, dio franqueza y privilegios por separado, a las naciones, provincias, tratos y oficios que quedaron en Sevilla después de la guerra a que vinieron auxiliares, o entraron después a la fama de su población”.

Añade González de León: “A esta calle tocó a los Bayoneses o provincia de Bayona de que tomó el nombre. No es muy ancha; sus casas son cómodas y grandes, y pasa tomando una vuelta, de las Gradas de poniente de la catedral pasada la callejuela de la Mosca, a la puerta de la ciudad del Arenal”. La puerta que se derribó en tiempos del alcalde García de Vinuesa, mecachis en la Mar, que diría Toni Leblanc, pero ésta es otra historia.

En Sevilla, con el segundo casco histórico más extenso de Europa, ya hay un microtrayecto para visitantes detallistas; una analogía con los microrrelatos de literatura, en los que cuando se despertó Augusto Monterroso todavía estaba allí. Un recorrido desde la antigua calle de la Mar a la antigua calle Bayona cruzando cuando el tranvía y los ciclistas y los patinetes lo permitan para contemplar el retablo de Pedro Roldán en la parroquia del Sagrario.

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