Las áreas ayudan a creer siempre
El Sevilla se reencuentra con el triunfo en Rennes gracias a las fenomenales actuaciones de su portero, Bono, y de su goleador, En-Nesyri
Los sevillistas arrancaron con dudas, pero fueron capaces de recomponerse a través de dominar las dos situaciones claves en el fútbol, defender y atacar, ambas con eficacia absoluta
Despedida triunfal del Sevilla de la primera fase de la Liga de Campeones. Los blancos sumaron su cuarto triunfo en la ronda de seis partidos y, sobre todo, se metieron directamente en las venas una inyección de autoestima en estos tiempos de dudas a raíz del juego mostrado en las dos últimas derrotas contra el Chelsea y el Real Madrid. La receta, lógicamente, era el dominio de las áreas, defender la propia y atacar la ajena. La patología era evidente y la manera de recuperarse fue perfecta, con un excelente Bono en las fases de mayor exigencia del rival y con un preciso En-Nesyri en dos de las tres oportunidades claras que se le aparecieron por el camino.
No quiere decir esto que el enfermo esté recuperado del todo, pero sí lo estará si Lopetegui y los suyos entienden que éste es el camino para recomponer la figura, que se trata de dominar el centro del campo a través del toque, pero sobre todo para llevar el balón a las zonas realmente comprometidas para el adversario. El Sevilla esta vez sí supo hacerlo, como también fue capaz de protegerse a través de un fenomenal Bono en las diferentes ocasiones que se le presentaron al Rennes, que también menudearon ciertamente.
El arranque del Sevilla, curiosamente, no iba a ser nada alentador. El partido comenzaba en el Roazhon Park de Rennes justo de la forma contraria a como se había desarrollado la cita en el Ramón Sánchez-Pizjuán entre estos mismos dos conjuntos. Si entonces eran los hombres de Julen Lopetegui los que desarrollaban un fútbol de ataque continuo, con multitud de ocasiones claras de gol, esta vez se invertían los términos. Las internadas de Doku por la derecha ante un impotente Rekik eran una fuente de oportunidades diáfanas para los anfitriones.
Sí se parecían las dos citas entre los mismos rivales en el hecho de que el local era incapaz de acertar con la portería rival. El delantero centro Niang tuvo tres opciones nítidas para hacerlo, pero las situaciones fueron completamente diferentes. En la primera, intentó un disparo bombeado de lejos para sorprender a Bono y no acertó; en la segunda, la más clara, le pegó al balón servido por Doku con todo a favor, pero se le fue la pelota al poste de la portería sevillista; y en la tercera, se topó con un guardameta marroquí sencillamente espectacular, porque su paradón fue digno de ser cambiar el signo de un litigio balompédico.
Y así iba a suceder, porque el Sevilla, que había partido con siete cambios respecto a su alineación titular contra el Real Madrid al ingresar en la misma Sergi Gómez, Rekik, Gudelj, Óliver Torres, Suso, En-Nesyri e Idrissi, fue capaz de darle la vuelta a la situación. Los blancos comenzaron a controlar el balón, a jugarlo, a hacérselo llegar tanto a Rakitic como a Óliver Torres, particularmente éste, y Suso y a partir de ahí empezó a crecer como equipo.
Después de esos 20 minutos de dudas, la situación cambiaba radicalmente y el Sevilla comenzaba a mandar en el juego, a acercarse hasta la portería del Rennes. Fue justo en el 21 cuando se producía el primer aviso por parte de En-Nesyri, que se anticipaba a los centrales para cabecear picado un centro de un Koundé cada vez más incisivo por la banda derecha. La pelota, picada, se fue fuera por muy poco, pero sí servía para dejar la tarjeta de presentación por parte de los nervionenses.
Con el Rennes mucho más apagado en sus ímpetus iniciales, el Sevilla ya se sentía cómodo sobre el pesado césped del estadio situado en la carretera que conduce a las maravillosas localidades cercanas a la costa bretona. Y con el recuerdo del choque entre ambas escuadras disputado en el Ramón Sánchez-Pizjuán la efectividad tampoco iba a parecerse en nada a entonces. A la segunda que se le presentó a los forasteros, Koundé iba a recibir una pelota retrasada por Idrissi tras un control dentro del área y engancharía una espectacular volea con su pierna izquierda para que la rosca pusiera el esférico imposible para Salin.
El Sevilla se ponía por delante en el marcador y desde ese instante ya iba a incrementar aún más si cabe la sensación de dominio de la situación. El esférico comenzaba a ser monopolizado por los sevillistas y había jugadas en las que éste pasaba de una pierna a otra de futbolistas de blanco durante un espacio superior a los dos minutos incluso. En una de ésas, Suso culminaba con un intento de disparo a pierna cambiada que era repelido por el guardameta. Pero en otra, justo antes del intermedio, un centro de Óliver Torres perfecto era cabeceado por En-Nesyri de manera sensacional, anticipándose al primer poste y metiéndole mucha velocidad al balón en su camino hacia las redes.
Era curioso, pero ese Sevilla tan dubitativo del arranque era capaz de marcharse al vestuario en el turno de descanso con un cero a dos a su favor. Julen Lopetegui, que había evidenciado desde las elecciones de los once futbolistas titulares que sí le daba trascendencia a este partido para invertir la mala racha, podía festejar que los suyos tuvieran una efectividad que se echaba de menos en las últimas fechas. Pero aún restaba un mundo por delante, nada más y nada menos que la mitad de un partido de fútbol por delante.
El Sevilla, sin embargo, no se iba a complicar en ningún momento la existencia, todo lo más un tramo que coincidía con la entrada del joven Rutter, uno de esos nombres que conviene anotar para el futuro a la vista de las cosas que fue capaz de hacer durante el tiempo que estuvo en el campo. Pero el colchón ya era suficientemente mullido como para echar el sueño con tranquilidad. Además, tanto Bono como En-Nesyri tenían preparada la segunda ración para finiquitar la situación de manera definitiva.
El primero hizo un par de paradones impresionantes, porque si meritorios fueron los reflejos cuando Rutter desvía el tiro de Camavinga no lo fue menos la manera de taparle la portería a Doku tras la estupenda jugada de éste. Bono había salvado al Sevilla de vivir con apuros la recta final e instantes después su compatriota En-Nesyri aprovechaba un fenomenal pase de Óscar Rodríguez para definir a la perfección y completar una Liga de Campeones que lo pone muy arriba en el escalafón de los goleadores.
Y eso, en el fútbol, equivale a euros, que nadie lo dude, como también supone tres millones más para las arcas el triunfo en Rennes. No es la cuestión principal, más importante era reconducir la figura y volver a la senda de un fútbol eficaz, pero siempre es mejor hacerlo con los bolsillos llenos en estos tiempos de penurias económicas para todas las sociedades, las futbolísticas también.
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