El ambiente: Del lamento al alivio, las pulsiones del derbi
El derbi sevillano
El derbi centésimo cuadragésimo dejó tablas con contrapuestas visiones: Isco imperó salvo en el área y Rakitic equilibró desde fuera del área
Lamentables cánticos en el calentamiento de "Isco muérete"
Crónica | El Betis deja vivo en el derbi a un Sevilla inferior (1-1)
Se acabó el sufrimiento de parte y parte. Empieza el rumiar de unos y otros. Otro derbi en la ciudad de Sevilla, en un día esplendoroso, una tarde noche otoñal de temperatura ideal para la práctica del fútbol y para la convivencia previa con el sol en todo lo alto antes de que la noche fuera echando su capa de emoción sobre el Ramón Sánchez-Pizjuán, lleno hasta la bandera con 42.222 espectadores, de los que 514 torcieron en verdiblanco frente a la mayoría blanquirroja.
Fue el derbi en el que Isco pudo cambiarlo todo a los 42 segundos de juego, con un cabezazo franco, solito como la una, en el área chica. Y fue el derbi en el que el Sevilla, ante los envites del Betis, se cubrió con el manto de la Virgen del Amparo, elegante efigie de Roque Balduque (siglo XVI, casi nada) que se paseó por la Magdalena mientras la Sevilla futbolera sufría con las pulsiones de la rivalidad. El silencio al final de la primera parte describió lo que se veía en el césped.
Desde horas antes, la tibia tarde otoñal invitaba a la convivencia de una previa cervecera de nervios. Los fermentos del cereal ayudaron a paliar los nervios en los prolegómenos y tampoco hubo que lamentar que el exceso en el consumo de alcoholes de diverso pelaje derivara en destemplanzas y broncas impropias de lo esplendoroso del día. Convivían sevillistas y béticos en bares y casas, cada uno con sus colores, en la concordia que solicitaron el alcalde de la ciudad y los presidentes de ambos equipos en vísperas del duelo que desata más pasiones domésticas y familiares de toda la geografía futbolera española. No es mala hora las 18:30 para un derbi. Los nocturnos son más díscolos e invitan al incívico de turno a dejarse llevar por los instintos más mezquinos.
El análisis de los técnicos tras el partido, en esa nueva forma de entrevista compartida que han inventado los que mandan en esto, los dirigentes de las plataformas televisivas, dejó entrever el contraste entre las sensaciones contrapuestas. Así como las palabras de los dos protagonistas, Rakitic e Isco. El malagueño tuvo que oír feos improperios cuando saltó a calentar el Betis. La mayoría silbó los deseos expresados sobre el óbito del felón que ahora viste de verde donde antes vistió de blanco. Tampoco es que Isco tuviera toda la culpa de la desazón que vive en los últimos años el Sevilla...
Pero aquellas diatribas con mala leche de los prolegómenos del partido derivaron en la pasión comedida de las aficiones, dejadas llevar al pairo de la emoción del fútbol. Y ahí mandó el Betis claramente durante buena parte del partido. Otro gallo habría podido cantar si Isco marca en el primer minuto. Pero en el área no encontró el resquicio –Miranda lo estorbó en un disparo y Willian José le bloqueó otro– para ponerle rúbrica a la revancha del despecho, del jugador que fue despedido el invierno pasado por el Sevilla para dejarse mimar por ese impresionante y veterano gestor de grupo que es Manuel Pellegrini. Y Diego Alonso que lo agradeció.
El chileno lamentó no haber aprovechado tantas ocasiones como tuvo el Betis para haber convertido Nervión en un volcán contra sus dirigentes. Y el uruguayo se agarra a un puesto para el que la inmensa mayoría del sevillismo no lo ve capacitado. José Castro, José María del Nido y Víctor Orta respiraron de alivio con el zapatazo de Rakitic en el minuto 79, en una de las escasas ocasiones en que el Sevilla probó al interino Fran Vieites. Marcó el suizo croata sólo siete después del gol de Ayoze tras un fallo en el despeje de Dmitrovic. El serbio falló más que el gallego. Cosas del fútbol y los derbis.
Pero ese alivio es una herida mal cerrada para el Sevilla, porque la bronca final del Sánchez-Pizjuán -"directiva, dimisión"- fue la evidencia más palpable del enfado de la clientela sevillista. Y eso que habían cantado un gol apenas un cuarto de hora antes... En el Betis, Ángel Haro lamentaría, como Pellegrini, que el Sevilla se le escapara vivo al Betis otra vez, una vez más. El chileno no le gana al eterno rival en la Liga, aunque en su gran hoja de servicios tenga como oro en paño aquel triunfo copero que abrió el camino hacia la Copa del Rey que levantó Joaquín en el Estadio de la Cartuja el 23 de abril de 2022.
Fue el primer derbi del portuense en el palco, donde vivió con emoción junto a Gordillo, el otro gran mito verdiblanco, un derbi que pudo caer para su lado y terminó en insulso empate. Emoción sí hubo, se mantuvo hasta el minuto 95, gracias a la reacción del Sevilla tras la primacía del Betis. Se equilibró el encuentro y del silencio ilustrativo de la primera parte de la caldera de Nervión se pasó a los cánticos, entre rabiosos y corajudos, en una segunda parte de amor propio blanquirrojo y de impericia verdiblanca para haber decantado la balanza. Por no haber, no hubo ni polémicas. Mejor así.
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